La crisis política en Francia se profundizó este lunes tras la renuncia de Sébastien Lecornu, nombrado primer ministro hacía menos de un mes, y la decisión del presidente Emmanuel Macron de encomendarle, ya como jefe de gobierno saliente, la tarea de buscar un acuerdo con las fuerzas políticas para lograr la estabilidad institucional. La situación ha llevado a la líder opositora Marine Le Pen a exigir que Macron elija “dimisión o disolución” de la Asamblea Nacional, agudizando un escenario de máxima tensión en el Ejecutivo francés, según consignaron medios como Le Figaro y France24.
El presidente Macron otorgó a Lecornu un plazo de 48 horas para intentar cerrar un pacto que evite el bloqueo parlamentario. “El miércoles por la noche le diré al jefe de Estado si esto es posible o no, para que pueda sacar todas las conclusiones necesarias”, escribió Lecornu en la red social X. El mandatario comunicó al ex primer ministro la necesidad de alcanzar una “plataforma de acción y estabilidad” tras la imposibilidad de conformar un gabinete sólido. Le Figaro subrayó que la dimisión de Lecornu se produjo en un contexto de fuertes divisiones en la Cámara y escasos puentes de diálogo con la mayoría de los partidos opositores.
Por su parte, Le Pen sostuvo en un mensaje institucional: “En este momento, el jefe del Estado tiene dos caminos posibles: la dimisión o la disolución”. Enfatizó que la reciente renuncia del primer ministro “demuestra que de la actual Asamblea Nacional no puede surgir una mayoría alternativa”. La líder ultraderechista reclamó un adelanto electoral para definir el rumbo del país, asegurando que una nueva convocatoria a las urnas “es la única vía para superar el bloqueo institucional”.
Las repercusiones de la renuncia también generaron reacciones dentro del propio oficialismo y entre sus eventuales aliados. Desde Los Republicanos, el ministro del Interior interino, Bruno Retailleau, criticó la inclusión de Bruno Le Maire en la lista de ministros, lo que terminó con el propio Le Maire solicitando su salida inmediata del Gobierno. Según información de Le Monde, Lecornu se habría manifestado en contra de permanecer en el cargo sin consensos internos.
La crisis se agudizó tras el fracaso del último adelanto electoral, que según Le Figaro fortaleció a las posiciones de extrema derecha e izquierda y fragmentó aún más a la Asamblea Nacional. El sistema político francés, diseñado para garantizar la estabilidad mediante mayorías claras, muestra señales de desgaste: desde la reelección de Macron en 2022, ya son cinco los primeros ministros designados, y la posibilidad de anticipar comicios gana terreno frente al agotamiento de las vías de negociación.
El bloque de las izquierdas, agrupado en la coalición Nuevo Frente Popular, elevó sus exigencias tras la dimisión de Lecornu. El dirigente socialista Pierre Jouvet demandó la designación de un primer ministro proveniente del espectro progresista y comprometido a no utilizar el controvertido Artículo 49.3, que permite aprobar leyes sin votación parlamentaria. En paralelo, el secretario nacional del Partido Comunista, Fabien Roussel, instó a conformar un gobierno que derogue la reforma jubilatoria y avance con tributación a las rentas altas. Reuters puntualizó que el Partido Socialista y el Partido Comunista descartaron pedir la renuncia de Macron, pero presionan por un cambio en la jefatura de gabinete.
El clima de incertidumbre política impactó en los mercados: el índice bursátil de París cerró con una baja del -1,36 % y la prima de riesgo alcanzó su punto más alto en nueve meses. Las tensiones se incrementan mientras se aproximan fechas clave para la votación del presupuesto 2026, en medio de un déficit fiscal que ya supera el 115 % del PIB, conforme consignó France24.
Por otra parte, La Francia Insumisa (LFI) confirmó la presentación en la Asamblea Nacional de una moción de destitución contra Macron. Aunque los antecedentes marcan que este tipo de iniciativas no prosperan, la votación prevista para este miércoles incrementa la presión política sobre el mandatario. El dirigente de LFI, Manuel Bompard, responsabilizó a Macron por la crisis actual, afirmando que “cada partido político tendrá que asumir su responsabilidad si permite que Emmanuel Macron continúe destruyendo el país”.
Mientras tanto, los partidos de derecha conservadora mantienen su escepticismo ante una eventual coalición con la presidencia. El Gobierno de Macron observa cómo la falta de consenso entre bloques impide no solo la designación duradera de un primer ministro, sino también la formulación de un plan fiscal capaz de calmar las presiones económicas y sociales.
Esa parálisis política llevó al presidente francés a mostrarse en la vía pública, absteniéndose de declaraciones, mientras se multiplican los contactos reservados con dirigentes de distintos espacios. Fuentes citadas por Le Figaro alertan sobre el riesgo de que el país arribe a una situación inédita desde la Segunda Guerra Mundial si no se logra un pacto que permita renovar o legitimar la autoridad del Elíseo.
Las próximas horas resultan decisivas para el futuro institucional de Francia. Mientras Sébastien Lecornu intenta recabar apoyos para evitar la disolución legislativa, las principales fuerzas políticas afinan sus estrategias ante la posibilidad, cada vez más real, de nuevos comicios parlamentarios o eventuales cambios en la cúpula del poder Ejecutivo.
(Con información de EFE y EP)