En un rincón del barrio de College Point, en Queens, un conflicto vecinal tomó dimensión pública después de que varios residentes fueran acusados de talar árboles en terrenos pertenecientes a la ciudad de Nueva York. El caso, que comenzó como una disputa local por la vista al mar, derivó en una investigación que expuso una práctica que es cada vez más común y que puede acarrear multas de hasta 15.000 dólares y, en casos graves, incluso penas de cárcel.
Powell’s Cove Park, el parque costero en Nueva York que se transformó por la tala
Powell’s Cove Park, un espacio verde que bordea la bahía de Flushing, estaba cubierto de árboles y vegetación espesa. Sin embargo, los visitantes se encuentran ahora con claros abiertos en el paisaje, donde antes había una barrera natural frente al agua.

Detrás de esas aperturas, según el informe de NBC New York, se encuentran algunos vecinos que tomaron la decisión de cortar los árboles por cuenta propia para obtener una mejor vista del puente Whitestone y del litoral.
La situación fue descubierta por Kathryn Cervino, integrante de la organización Coastal Preservation Network, que colabora con la preservación del parque.
La mujer relató que, a principios de noviembre, mientras recorría el sendero del área, se topó con algo inusual: un hombre que utilizaba una sierra y una escalera para cortar ramas y lanzarlas hacia la costa. “Esto debería estar lleno de árboles. No tendría que verse así”, se quejó la ambientalista.
“Tuve que hacerlo por mi terreno”
El apuntado, Manuel Rueda, reconoció haber realizado los cortes, aunque negó haber actuado con intención de dañar el parque. En declaraciones a NBC New York y a New York Post, explicó que su objetivo era eliminar un denso grupo de bambú que amenazaba con dañar la estructura de su vivienda.
“Tuve que hacerlo por mi terreno”, aseguró el hombre, de 85 años, quien indicó que había contactado a las autoridades de la ciudad de Nueva York en varias ocasiones sin obtener respuesta.
Rueda, quien vive en la zona desde hace más de una década, describió que el bambú creció hasta alcanzar la altura de su casa de dos pisos, lo que hizo que invada los cimientos y reduzca el paso peatonal.

El residente sostuvo que la situación también representaba un riesgo para los niños del vecindario y que, ante la falta de respuesta municipal, decidió actuar. Sin embargo, al hacerlo, eliminó alrededor de 12 árboles pertenecientes al Departamento de Parques, lo que provocó la reacción de los grupos ambientalistas y de las autoridades.
El propio Rueda admitió que la vista al mar fue un incentivo adicional: “Fue una segunda razón”. Además, señaló que muchos de sus vecinos habían hecho lo mismo. “Vi que ellos lo hacían, así que pensé: ‘¿por qué no?’”, agregó.
Según Cervino, el fenómeno no es aislado. En los últimos años, varios residentes de esa zona del litoral modificaron los límites naturales del parque: desde construir muros de contención sobre terreno público hasta instalar cañerías o plantar especies propias.
La respuesta oficial de Nueva York y las multas posibles
El Departamento de Parques de la Ciudad de Nueva York confirmó a los medios citados que Powell’s Cove Park sufrió múltiples episodios de tala en los últimos años.
Aunque hasta el momento no se impusieron sanciones, las autoridades anunciaron que habrá un incremento en los patrullajes y que los incidentes recientes fueron reportados a la Policía de Nueva York (NYPD, por sus siglas en inglés).

De acuerdo con la normativa vigente, citada por NBC, cortar o dañar árboles en propiedad municipal puede implicar una multa de hasta US$15.000 y, en algunos casos, hasta un año de cárcel.
Además, si la tala afecta zonas protegidas o humedales regulados, el Departamento de Conservación Ambiental del Estado de Nueva York (DEC, por sus siglas en inglés) puede imponer penalizaciones adicionales de hasta US$10.000 por día y por infracción, junto con la obligación de replantar la vegetación destruida.