
Transformar residuos urbanos en combustible sostenible para aviones se consolidó como una alternativa viable en la lucha contra el cambio climático.
Un estudio internacional, coordinado por la Harvard John A. Paulson School of Engineering and Applied Sciences, verificó la factibilidad de producir combustible para aviones a partir de residuos sólidos urbanos, lo que permite reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 80% y un 90% frente al combustible convencional.
La investigación, publicada en Nature Sustainability, evaluó el potencial de los residuos urbanos —entre ellos materia orgánica, papel, plásticos y metales— como base para la producción de combustible de aviación. El proceso incluye la gasificación y la síntesis Fischer-Tropsch, capaces de transformar estos desechos en un combustible líquido utilizable en motores aeronáuticos actuales.

La Harvard John A. Paulson School of Engineering and Applied Sciences advierte que el reto principal sigue siendo escalar la tecnología de gasificación para lograr un uso masivo, ya que en la actualidad solo el 33% del carbono presente en los residuos logra convertirse en combustible.
El estudio señala que la eficiencia podría crecer mediante la captura de dióxido de carbono o con la aplicación de hidrógeno verde procedente de fuentes renovables.
Jingran Zhang, investigador principal y miembro de Harvard, resaltó la importancia de estos hallazgos: “Convertir la basura cotidiana en combustible para aviones podría ser un paso innovador y significativo a corto plazo hacia una aviación más limpia. Al transformar los residuos municipales en combustible de bajo carbono que ya funciona en los motores actuales, podemos empezar a reducir las emisiones de inmediato, sin esperar a tecnologías futuras”.

El análisis de ciclo de vida efectuado por el equipo identificó que, además de disminuir las emisiones, recurrir a residuos urbanos como insumo contribuiría a que las ciudades alcancen metas de cero residuos, ya que se reduce la cantidad de desechos enviados a vertederos o incineradoras.
Esta solución también ayuda a conservar suelos y a mitigar la contaminación atmosférica provocada por la gestión tradicional de residuos.
Potencial de reducción global y proyecciones
A escala global, la investigación proyecta que, dentro de escenarios realistas, la transformación de residuos urbanos podría generar cerca de 50 millones de toneladas (62.000 millones de litros) de combustible para aviones al año, permitiendo disminuir aproximadamente un 16% las emisiones del sector.

Si el proceso se optimiza con hidrógeno verde, la producción rozaría las 80 millones de toneladas anuales, lo que permitiría cubrir hasta el 28% de la demanda mundial de combustible de aviación y evitar la emisión de hasta 270 millones de toneladas de dióxido de carbono por año.
Desafíos regulatorios y económicos
El contexto normativo y económico resulta determinante para el desarrollo de esta tecnología. En Estados Unidos, se fijó como meta alcanzar la producción de hasta 132.000 millones de litros anuales de combustibles sostenibles para aviones en 2050, apoyado por incentivos financieros.
La Unión Europea exigirá que todos los vuelos que despeguen desde su territorio incrementen gradualmente el uso de combustibles sostenibles, pasando del 2% en 2025 al 70% en 2050.

A nivel internacional, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) estableció el programa CORSIA, que obliga a las aerolíneas a compensar su incremento de emisiones, ya sea mediante la compra de créditos o el uso de combustibles sostenibles.
Según la Harvard John A. Paulson School of Engineering and Applied Sciences, adoptar biocombustibles derivados de residuos urbanos podría representar ahorros económicos para las aerolíneas en sistemas de precios de carbono como CORSIA, especialmente si se mantienen incentivos y subsidios estatales.
Michael B. McElroy, profesor de estudios ambientales de Harvard, subrayó el alcance del avance: “Este estudio presenta un modelo para convertir los residuos urbanos en combustible sostenible para aviones, con beneficios ambientales y económicos a futuro”.
El progreso hacia una aviación con emisiones netas cero dependerá de la cooperación entre gobiernos, productores de combustibles, aerolíneas y fabricantes aeronáuticos, quienes tendrán la responsabilidad de fortalecer la producción, reducir costos y acelerar la transición hacia un sector aéreo más sostenible.
