La enfermedad de Crohn es un trastorno inflamatorio crónico del tracto digestivo que afecta a millones de personas en todo el mundo. Según la Clínica Mayo, esta afección forma parte de un grupo de enfermedades conocidas como enfermedades inflamatorias intestinales (EII), y puede provocar complicaciones graves si no se diagnostica y trata a tiempo.
Aunque puede afectar cualquier parte del aparato digestivo, desde la boca hasta el ano, la enfermedad de Crohn suele manifestarse con mayor frecuencia en el extremo inferior del intestino delgado y el comienzo del intestino grueso. La inflamación que genera puede extenderse a capas profundas de las paredes intestinales, lo que provoca síntomas persistentes y, en muchos casos, debilitantes.
Las causas exactas de la enfermedad de Crohn aún no están completamente claras. No obstante, los expertos de la Clínica Mayo coinciden en que se trata de una afección multifactorial, en la que intervienen elementos genéticos, inmunológicos y ambientales.
Uno de los principales factores de los que se sospecha es el mal funcionamiento del sistema inmunológico. En lugar de atacar únicamente a organismos patógenos como bacterias o virus, el sistema inmune de las personas con Crohn parece atacar también al propio tejido intestinal, causando inflamación continua.
Además, se ha identificado una predisposición genética: quienes tienen antecedentes familiares de Crohn presentan un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. También influyen factores ambientales como el tabaquismo, que no solo aumenta el riesgo de padecer la enfermedad, sino que también puede empeorar sus síntomas y dificultar su tratamiento.
Síntomas de la enfermedad de Crohn
Los síntomas de la enfermedad de Crohn pueden variar considerablemente de una persona a otra, en función de la localización y gravedad de la inflamación. Entre los signos más comunes se encuentran la diarrea persistente, el dolor abdominal, la fatiga, la fiebre, la pérdida de peso involuntaria y la sangre en las heces.
En los casos más graves, la inflamación puede provocar complicaciones como fístulas (conexiones anormales entre órganos), abscesos, estenosis intestinales y malabsorción de nutrientes. Además, debido al carácter crónico y a menudo impredecible de la enfermedad, muchos pacientes atraviesan períodos de remisión intercalados con brotes intensos.
Diagnóstico y tratamiento de la enfermedad de Crohn
No existe una única prueba para diagnosticar la enfermedad de Crohn. Según la Clínica Mayo, el proceso diagnóstico suele incluir una combinación de análisis de sangre, estudios de heces, endoscopias, colonoscopias y pruebas de imagen como tomografías computarizadas o resonancias magnéticas. El objetivo es descartar otras afecciones y observar directamente la inflamación intestinal.
En cuanto al tratamiento, actualmente no hay una cura definitiva para la enfermedad de Crohn, pero sí existen múltiples opciones terapéuticas que ayudan a controlar los síntomas y prevenir complicaciones. Los tratamientos incluyen los siguientes:
- Medicamentos antiinflamatorios, como los corticosteroides, para reducir la inflamación.
- Inmunosupresores, que ayudan a controlar la respuesta autoinmune del organismo.
- Biológicos, que son medicamentos avanzados dirigidos a bloquear proteínas específicas involucradas en la inflamación.
- Antibióticos, en caso de infecciones relacionadas.
- Cambios en la dieta, diseñados para reducir la irritación intestinal y asegurar una nutrición adecuada.
En casos graves o cuando las terapias farmacológicas no resultan eficaces, puede ser necesaria una cirugía para extirpar las partes dañadas del intestino o tratar complicaciones como fístulas o abscesos.