Estaba en estricto reposo luego de una cirugía compleja cuando recibió un llamado de su hija que la hizo cambiar sus planes e incluso, poner en riesgo su salud. “Mi hija volvía desde Brinkmann, el pueblo donde vivo, hacia Córdoba capital. En la ruta, tratando de cruzar entre autos y camiones, vio a un gatito en estado deplorable. No podía mantenerse en pie y su vida corría peligro”, detalla Nadia.
Mientras explicaba la situación que acababa de presenciar desde el micro en el que viajaba y entre lágrimas, su hija le pedía que por favor solicitara ayuda a algún grupo de rescate para que asistiera al animal. Ella viajaba en ómnibus y no podía bajarse del recorrido. Nadia tuvo una mezcla de sentimientos en ese momento. Intervenida quirúrgicamente hacía menos de 15 días y con los puntos removidos esa misma mañana, el médico le había prohibido manejar por un tiempo, cumplir con las tareas del hogar, agacharse o hacer movimientos bruscos y fuerza.
“Lo agarré pero casi no reaccionaba”
“Sin embargo, la mecha ya estaba encendida. Yo ya estaba en conocimiento de la situación y, sin pensarlo, me subí al auto y encaré hacia el lugar donde mi hija había visto al gato”. Manejó un buen tramo por la ruta y sus esperanzas empezaron a mermar hasta que llegó a un cruce de rutas rodeado de campos que conecta la provincia de Córdoba con la de Santa Fe. Allí pudo ver a un señor instalado en un puesto de venta de frutas. Le preguntó si había visto al animal y el hombre señaló en dirección a un camión estacionado a la vera de la ruta.
“Me acerqué sigilosa, pensando que el gato podría huir, pero estaba enfermo y entregado. Entonces me metí abajo del camión y logré agarrarlo con suavidad. Lo subí al auto, estaba sucio, con un olor horrible y casi no reaccionaba. Le hablé y le pedí que no se entregara. Así llegué al veterinario, quien lo revisó, le diagnosticó una infección respiratoria y lo medicó con antibióticos y antiinflamatorios. Pero no quiso dejarlo internado. Creo que en su interior el médico pensó que el animal no sobreviviría”.
Las causas más frecuentes de infecciones respiratorias en gatos son las que generan dos virus: el herpesvirus felino tipo 1 y el calicivirus felino, aunque también pueden estar involucrados otros virus y bacterias. “Estos virus se contagian fácilmente a través de estornudos, contacto con secreciones y materiales contaminados como comederos o bebederos. Estas infecciones suelen resolver naturalmente aunque en situaciones de estrés y hacinamiento pueden dar lugar a infecciones bacterianas secundarias que hacen el cuadro clínico más grave. El virus de la leucemia viral felina también puede estar involucrado en gatitos en situación de calle. Este virus afecta las defensas naturales del organismo y predispone a infecciones secundarias y puede ser mortal”, explica Water Comas, Medico Veterinario y Director de la unidad de Animales de Compañía de MSD Salud Animal.
Estornudos frecuentes; secreción nasal; ojos llorosos, rojos o inflamados; salivación excesiva; úlceras o heridas en la boca; fiebre y, en casos graves, dificultad para respirar o pérdida de apetito son los síntomas más comunes que suelen presentar los animales que padecen estos cuadros.
“En general, estas infecciones suelen mejorar solas con el tiempo. Se debe limpiar regularmente la nariz y los ojos para que el gato esté más cómodo. Si hay infección bacteriana secundaria, se usan antibióticos para ayudar a combatirla. En casos de úlceras en los ojos, se aplican medicamentos especiales para protegerlos. Es importante que el gato tenga un lugar tranquilo, hidratación y buena alimentación. La prevención más efectiva es la vacunación, que protege contra los virus más comunes. Esta vacuna se conoce coloquialmente como “Triple felina” e protege contra el herpesvirus felino tipo 1, el calicivirus felino y el virus de la panleucopenia felina o parvovirus de los gatos», detalla Comas.
“Se va a morir, está muy mal”
Ya de regreso en su casa, Nadia siguió todas las instrucciones que le había dado el veterinario. Lo bañó con mucho cuidado, secó su pelaje atigrado con secador de pelo y le armó una cucha con mantas en la que lo acomodó y de la que ni intentó moverse.
Luego de varias horas en la que el gato descansó, Nadia comenzó a hidratarlo y darle alimento húmedo con una jeringa. Cada hora y media, repetía el mismo proceso para que tomara agua, fundamental para que el gato al que le habían calculado un año y que ella bautizó Cholito, se fortaleciera. “Se va a morir, está muy mal”, le decía preocupado su marido. Pero, aunque el animal no reaccionaba, Nadia lo cuidaba con toda su alma.
Ya por la noche, lo llevó a su habitación para monitorearlo de cerca. “Me despertaba y escuchaba su respiración dificultosa”. A las 5 de la mañana ya no lo escuchó y temió lo peor. “El corazón me latía fuerte pensando lo peor. Me acerqué a su cucha y vi que no estaba. Lo empecé a buscar por la habitación hasta que lo vi. Había revivido. Era un milagro. Se había incorporado y, aunque todavía estaba débil, andaba caminando e inspeccionando el lugar. Mi marido y yo no lo podíamos creer”.
“Tenemos un vínculo muy fuerte”
Los días subsiguientes, como estaba de licencia en su trabajo por la cirugía que le habían practicado, Nadia tuvo la posibilidad de atender a Cholito día y noche. “Cada día veía su avance y el carácter dulce que fue desarrollando me conmovió hasta las lágrimas. Desde esos primeros días tiene por costumbre acurrucarse en mi cuello y hacerme todo tipo de gestos de cariño, típicos de los gatos”.
Hoy Cholito es un miembro más de la familia multiespecie que conforman Claudia, su marido, dos perros galgos, una mestiza y cuatro gatos más, todos rescatados del abandono y la indiferencia humana. “Su vida es la de un miembro importante de mi familia. Tenemos un vínculo muy fuerte, siento que nos conectamos de una manera increíble. Cuando llego de trabajar, apenas lo veo, me levanta el ánimo. Amo a todos los animales, los cuido y los defiendo. Pero con Cholito me pasa algo muy especial y realmente estoy convencida de que su recuperación fue milagrosa”.
Cholito disfruta de largas siestas en un lugar en el que se sabe cuidado, amado y respetado (quizás algo que nunca conoció en su vida anterior). Juega también con sus hermanos gatos y pasa los días en paz y armonía. “Si el destino nos unió, estoy segura de que es por algo. Llegó en un momento en el que yo guardaba reposo por mi operación y no se despegó nunca de mí. Tiene una inocencia que me conmueve. Definitivamente es un ser especial”.
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