Sobre la tranquila calle Lafinur, donde Palermo deja oír apenas el murmullo de la ciudad, una casona centenaria respira nuevo aire. No es un restaurante más: es un territorio. Territorio Aura no solo sirve platos; los narra. Cada rincón, cada bocado, construye un paisaje que se extiende desde la costa atlántica hasta el monte cordobés. Y en el centro de ese relato, el fuego: como lenguaje y como rito.
La idea nació de tres amigos —Matías Spilkin, Gastón Mandalaoui y Nicolás Satz— que ya habían dejado su huella en la escena gastronómica porteña con Picarón. Esta vez, con el chef Agustín Brañas al mando de los fuegos, levantaron un templo sensorial. Brañas, curtido en cocinas de la Patagonia, los Alpes suizos y otros confines, arma en Palermo su mapa de sabores argentinos.
Una casa con alma
El edificio tiene tres niveles. En planta baja, domina el agua: lámparas de fibras naturales, mesas de mármol negro y un mural ondulante de Magui Trucco dan la bienvenida. En el primer piso, la tierra se insinúa: terciopelo azul, cava vidriada y un comedor íntimo, ideal para encuentros largos. El segundo piso —a inaugurarse en invierno— se sumergirá de lleno en el paisaje seco: ramas recolectadas, líneas sobrias, materiales nobles.
El arquitecto Alejandro Brave diseñó cada detalle para que la naturaleza se sienta viva. El restaurante, en vez de imponerse sobre la casa, la habita. Y la transforma.
Dos cartas, un fuego
La propuesta gastronómica se divide en dos cartas: Agua y Tierra. Ambas hablan un mismo idioma: el del fuego como elemento que transforma y une. Hoy, la carta de Agua —la primera en salir al ruedo— ofrece platos frescos, con productos agroecológicos y pesca de temporada.
Hay platos que sorprenden por su sutileza, como el truchón ahumado con durazno y almendras, o el crudo de pesca blanca con melón y leche de tigre. Otros conquistan por su calidez: el suflé de maíz con cuartirolo y quiquirimichi, la col asada con macha y papas pay, o una sopa del navegante donde el mar respira.
Los postres no son epílogo, sino clímax: la pavlova con crema, pepino y helado de solería convive con una contundente Némesis de chocolate con sorbete de oliva, la torta vasca con higos. Todo acompañado por una carta de vinos federal, cócteles de autor y servicio de agua irrestricto a un precio fijo.
Una experiencia para quedarse
Más allá del menú, Territorio Aura es un lugar que invita a quedarse. A habitarlo, como si fuera una casa de amigos con alma gourmet. No hay prisa: hay hospitalidad. El personal conoce los detalles, sugiere sin imponer, y deja que cada mesa se acomode a su propio ritmo.
En una ciudad donde los conceptos a veces se agotan en el marketing, acá hay una propuesta que se sostiene desde la cocina, la estética y la coherencia. ¿Dónde?: Lafinur 3286, Palermo; martes a sábados de 20 a 23.