Era la chica dorada del periodismo, estaba por casarse y la mataron a traición en la puerta de su casa: “Golpe fatal”

admin

El 26 de abril de 1999, el barrio londinense de Fulham se vio convulsionado por la noticia de un crimen. La víctima no era alguien desconocido para la comunidad: se trataba de la periodista Jill Dando. La mujer, de 37 años, tenía una destacada carrera en televisión al frente de varios noticieros de la BBC y había logrado conducir su propio programa sobre casos policiales sin resolver. Aunque el ataque ocurrió a plena luz del día en un vecindario transitado, fue poca la información que se pudo recabar sobre el asesino. Hasta el día de hoy, la muerte de la “chica dorada de las noticias” es un verdadero misterio. ¿Una investigación suya le molestó a alguien? ¿Tenía un acosador obsesionado? ¿Se equivocaron de persona? Las preguntas son muchas, aunque la principal a responder veintiséis años después es la misma: ¿quién mató a Jill Dando?

Además de ser presentadora del informativo, Dando tenía su propio programa, donde abordaba crímenes sin resolver (Foto: Captura de video)

La mañana del crimen

Jill Dando estaba comprometida y planeaba casarse el 25 de septiembre de 1999. Aunque faltaban unos meses, los preparativos del gran evento la tenían muy entusiasmada, al igual que a su prometido, el ginecólogo Alan Farthing. La pareja convivía en una casa en el distrito de Chiswick desde hacía un tiempo y la mañana del lunes 26 de abril parecía ser una como tantas. Pero no lo fue. Él se despertó a las 6:45 para ir a trabajar. Cuando la alarma sonó, ella se levantó a prepararle un tazón con cereales y un té. Lo despidió a las 7:30, volvió a la cama y descansó un poco más. Pasadas las 10, fue su turno de comenzar la jornada: desayunó, tomó su cartera y su abrigo y partió del lugar. Se subió a su auto, hizo unas compras y se dirigió a su vivienda de soltera, ubicada en Fulham, al suroeste de Londres, a pocos minutos de allí. Un lugar pintoresco y muy sofisticado.

Una cámara de seguridad de un local captó a Jill Dando la mañana del 26 de abril de 1999, momentos antes de su muerte (Foto: Captura de video)

El reloj marcaba las 11:31 cuando estacionó su auto en el número 29 de Gowan Avenue, se bajó y caminó unos pasos. No pudo avanzar más porque cuando estaba por colocar la llave en la puerta de entrada, apenas un minuto después, alguien apareció por detrás, la redujo hasta dejarla con la cara en el suelo y le disparó en la cabeza a corta distancia. Nadie escuchó nada. Su cuerpo fue descubierto por una vecina que dio rápido aviso al servicio de Emergencias. “Creo que es Jill Dando, está tirada y hay mucha sangre. Parece que no respira… ¡Dios mío, no creo que esté viva!”, les dijo durante la desesperada llamada. La periodista fue trasladada con urgencia en una ambulancia al Hospital Charing Cross. La declararon muerta a las 13:03.

Helen Doble, una amiga de la reportera que vivía a dos calles de su casa, quedó impactada cuando se acercó al lugar por el alboroto que se armó y descubrió quien yacía en el suelo. No podía creer la escena que tenía delante: “Estaba desplomada en el umbral, apoyada torpemente en la parte inferior de la puerta. Sus piernas estaban estiradas y colocadas de forma extraña. Su mano, con el anillo de compromiso puesto, estaba estirada y azul”.

Frente de la casa de Jill Dando, lugar donde la asesinaron (Foto: Google Maps)

La trágica noticia no tardó en comenzar a circular. Su agente, Jon Roseman, fue el primero en enterarse, alertado por varios llamados telefónicos. Apenas lo supo, se lo comunicó a Farthing, que de inmediato se acercó al hospital y le tocó la difícil tarea de tener que reconocer el cuerpo. “Ella estaba acostada con una bata y parecía tranquila. Le tomé la mano, que todavía estaba caliente, y le confirmé al oficial que era Jill. Mientras me llevaban de vuelta por ese pasillo interminable, pensaba ‘¿cómo pudo pasar algo así?’”, declaró el ginecólogo a The Sun.

Horas después, en una entrevista con The Guardian, habló del dolor y el impacto que atravesaba: “Estoy devastado, todos a mi alrededor lo están. No puedo entender, no pienso ni por un momento lo que puede pasar por la mente de alguien cuando le hace algo así a una persona tan bella, cariñosa y bien intencionada como Jill”. Farthing fue interrogado por la Policía e investigado, pero rápidamente descartado.

Jill Dando junto a su prometido, Alan Farthing, con quien tenía planeado casarse en septiembre de 1999 (Foto: Captura de video)

Impacto y presión mediática

La prensa llegó al lugar del crimen muy rápido, de hecho, mucho antes que los detectives designados para la investigación. Jannie Bond, presentadora de la BBC, fue la encargada de leer la noticia a cámara ese mediodía, totalmente en estado de shock. Y es que Dando no solo era una compañera de trabajo y una celebridad de la pantalla chica, sino, también, su amiga. “Estamos acostumbrados a reportar todo tipo de desastres, pero que fuera uno de los nuestros asesinado en la puerta de su casa era demasiado horrible para creerse”, recordó en el documental ¿Quién mató a Jill Dando? (Netflix, 2023). El caso ocupó los noticieros y las tapas de todos los diarios del Reino Unido durante meses. Todos querían saber qué le había pasado y hasta la reina Isabel II y el entonces primer ministro Tony Blair se mostraron conmocionados.

Por su cercanía con la gente y su empatía, sumado a su estilo y look, muchos comparaban a Jill con la princesa Diana. “La gente la veía como ‘la Lady Di’ de la televisión. Tenían el mismo peinado, aunque Dando lo usó primero”, explicó Martyn Maxey, estilista y amigo de la reportera, encargado de su imagen durante casi toda su carrera en el canal.

La portada de The Sun tras la muerte de JIll Dando

“Estaba hecha para la televisión”

Jill Dando tenía un hermano nueve años mayor, Nigel, también periodista. Él se enteró de lo ocurrido por la televisión y, en medio del impacto que le generó, su primera reacción fue ir a buscar a su papá para darle en persona la noticia y evitar que lo sepa por los informativos: “La mitad de mi mente quería llorar su pérdida y, la otra, estar cerca de mi padre. Él tenía más de ochenta años y no gozaba de muy buena salud”.

Cuando un colega lo abordó en la puerta de su casa horas después, Nigel relató que había visto a Jill pocas semanas atrás y que estaba muy contenta y emocionada con los preparativos de su boda. En declaraciones a Radio Times, recordó a la presentadora y aseguró que era alguien “brillante y alegre” que daba muy bien en cámara: “Tenía todos los ingredientes para ser una personalidad televisiva. Estaba hecha para la televisión”.

Jill Dando junto a su hermano Nigel (izquierda) y su padre Jack (derecha) Foto: Netflix

En 2023, durante una entrevista con la BBC reveló quien, para él, fue el responsable del crimen: “Mi teoría, que tenía antes del documental y más ahora que pude ver de cerca la investigación policial, es que simplemente fue alguien que estaba en esa calle, que quizá sabía o no que ella vivía allí, que estaba armado en ese momento, que quizá la reconoció y pensó que podría ganar cinco minutos de notoriedad disparándole. Jill estaba en el lugar y momento equivocado. Esa es mi visión de lo que pasó”.

La exhaustiva y fallida investigación

El detective Hamish Campbell quedó al frente del caso. Llegó al lugar cuando la ambulancia se llevaba a Dando. Al recopilar información en el revolucionado vecindario dio con dos testigos que afirmaban haber visto a un hombre robusto con un sobretodo oscuro alejarse rápidamente del lugar. Sin embargo, no se sabía si en realidad fue un solo atacante, si había cómplices o si la siguieron y la esperaron para matarla. “La escena del crimen estaba muy contaminada porque habían intentado reanimarla”, recordó. En el lugar, al que llegaron decenas de expertos de todas las áreas de la Policía, encontraron una bala y un casquillo al lado de la puerta, pero no así el arma. Él creyó que esa prueba los ayudaría a dar con el autor y resolver el caso lo más pronto posible. Pero, eso se volvió un anhelo que lleva más de un cuarto de siglo.

El caso de Jill Dando, la periodista asesinada que motivó un documental de Netflix

Las autoridades revisaron las más de 190 cámaras de seguridad de la zona, con 400 horas de grabación. Así pudieron reconstruir que Jill Dando salió de la casa de su pareja y paró a cargar gasolina. Luego, pasó por un centro comercial para comprar papel para fax y, por último, condujo hacia la avenida Cowan, estacionó frente a su casa y se bajó del vehículo. Segundos después, fue asesinada. Esta última secuencia no cuenta con imágenes porque no había cámaras en esa cuadra. Hasta donde hay registro, comprobaron que nadie la siguió.

Con el relato de algunos testigos, cuatro días después del crimen se armó un identikit del supuesto asesino y las autoridades lo mostraron en una conferencia de prensa transmitida por televisión. También quisieron rastrear las cámaras de seguridad de los buses que pasaban por la zona por si el atacante había llegado a escapar a bordo de uno de ellos, pero las grabaciones habían sido borradas. Un hombre llamado James Shackleton se comunicó con la Policía porque notó que se parecía mucho al boceto que circulaba. Era sepulturero y declaró que ese día había estado en el barrio para buscar maderas para su negocio, el cual también constaba en fabricar ataúdes. Si bien fue investigado y hasta arrestado por pocas horas, quedó eliminado de la lista de sospechosos por falta de pruebas. El tiempo corría y la presión mediática aumentaba, pero los avances en la investigación eran escasos.

Hamish Campbell, detective del caso, con el identikit del sospechoso del crimen de Jill Dando

Su expareja y su agente, bajo la lupa

Hasta 1996, y durante siete años, Jill Dando mantuvo una relación con el ejecutivo de la BBC, Bob Wheaton. Lo investigaron tras la muerte porque descubrieron que la periodista le había transferido casi 50 mil dólares. Él explicó que tenía una hipoteca y Jill quiso darle el dinero porque en ese momento eran pareja y compartían la casa: “Ella era generosa con todos y eso me incluía. Perderla fue un golpe fatal. Su cara era perfecta para la TV. Su voz era preciosa. Tenía un talento natural, brillaba”. Tras comprobar que tenía una coartada firme, la Policía lo desestimó como sospechoso.

Bob Wheaton y Jill Dando fueron pareja durante varios años

Otro nombre que rondó la investigación fue el de Jon Roseman, el agente de la periodista. ¿El motivo? Era el único que sabía los pasos que iba a dar Dando esa mañana porque el hecho de que pasara por su casa no fue azaroso: fue a buscar unos faxes que él le había enviado desde su oficina antes de asistir a un almuerzo que tenía agendado. Un hecho curioso alrededor de su figura es que los investigadores descubrieron que por ese entonces el hombre escribía un libro de ficción basado en un representante que tenía clientes que morían misteriosamente, uno de ellos de un disparo. Es decir, escribió sobre lo que le ocurrió a la presentadora. “Hablé del tema con la Policía y les di el manuscrito del libro”, contó para defenderse y dejar en claro que se trató solo de una coincidencia. Aunque lo investigaron, tenía coartada y no lograron comprobar que tuviera que ver con el asesinato.

Jon Roseman, agente de Jill Dando, fue incluido en la lista de sospechosos (Foto: Captura Netflix)

La pista serbia detrás del crimen

El 27 de abril de 1999, un día después del asesinato, la BBC recibió varios llamados de un hombre que decía ser serbio y que asumía la responsabilidad del hecho. Tres días antes, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la cual Reino Unido es parte, había bombardeado la sede de la Radio Televisión Serbia (RTS) en Belgrado y allí murieron 16 periodistas. A su vez, a principios de ese mes, Dando había hecho una petición por los refugiados de Kosovo y las víctimas de la guerra. Por todo esto se especuló con el hecho de que ambos sucesos estaban relacionados y que mataron a la periodista en represalia por lo ocurrido. Aunque era una pista, no se pudo rastrear el llamado del hombre serbio que se adjudicó el crimen porque lo hizo desde un número desconocido. Esta versión se diluyó con el tiempo, pero cuando se menciona el caso, aparece latente. Todos tenían una teoría sobre quién la había matado, pero el tiempo pasaba y las hipótesis perdían fuerza.

Crimewatch y el rastro de la camioneta azul

Jill Dando empezó a trabajar como reportera para el periódico local Weston Mercury en Weston-super-Mare hasta que, en 1988, dio el gran salto y comenzó a presentar los boletines informativos de la BBC. Estuvo al frente de varios programas (Breakfast Time; Breakfast News; BBC One O’Clock News y Six O’Clock News). De a poco se convirtió en una cara familiar tanto para el canal como para el público, al punto tal que en 1997 recibió el premio a la Personalidad del Año de la BBC. Dos años después, el esfuerzo de su trabajo la llevó a tener su propio programa: era la co-conductora de Crimewatch junto a Nick Ross, un ciclo en el que la audiencia llamaba para aportar datos de casos sin resolver. “Los crímenes que mostramos son inusuales, no creo que al salir a la calle lo mismo pueda pasarme a mí”, respondió la periodista durante una entrevista. De esta manera, había dejado en claro que no creía que su trabajo pudiera traerle problemas.

Wheaton contó que le había recomendado a Dando no hacer Crimewatch porque tenía miedo de que fuera amenazada, ya que por los aportes que hacía el programa, muchos criminales terminaban en prisión. Tras el asesinato, el ciclo tuvo un episodio basado en su caso. Ese día recibieron decenas de llamadas, pero una de ellas en particular captó la atención de la Policía: alertaban sobre la presencia de una camioneta range rover azul cerca de la escena del crimen aquel 26 de abril. El vehículo fue rastreado durante meses y hasta un informante anónimo aseguró que los responsables del asesinato formaban parte de una pandilla de narcotraficantes. Pero, tras seguir esta pista, descubrieron que era falsa. Otra vez a foja cero, no había pruebas de que la camioneta estuviese involucrada en el crimen.

Jill Dando junto a Nick Ross en el set de Crimewatch, en 1998

La duda y el error que pudieron costarle la vida y la sombra de un acosador

Una de las tantas hipótesis que surgió tras el crimen estaba estrechamente relacionada con el trabajo de Dando. En 2014, un excolega de la periodista contó que ella les había expresado a sus jefes sus preocupaciones sobre las acusaciones de una red de pedófilos y otros incidentes de abuso sexual en la BBC meses antes de su muerte. “No quiero implicar a nadie, pero Jill dijo que eran nombres sorprendentemente importantes”, manifestó la fuente. Cuando esta versión salió a la luz, un portavoz de la BBC dijo que si esto hubiese sucedido realmente, no dudarían en investigarlo.

Otras versiones apuntaban a que en realidad, se equivocaron de persona y a quien tenían en la mira era a la periodista encubierta de la BBC, Lisa Brinkworth. En 2021, los abogados de la reportera dieron a conocer una versión que, a más de uno, le heló la sangre.

Los abogados de Lisa Brinkworth lanzaron la teoría de que un sicario de la mafia rusa   la quería matar y la confundieron con Dando

Brinkworth investigaba acusaciones de violación y abuso sexual en la industria de la moda y, sus letrados, recibieron la información de que alguien quería silenciarla y para eso contrataron a un sicario de la mafia rusa. Aunque parezca el guion de una película y suene descabellado para muchos, lo cierto es que ambas mujeres compartían algunas cosas en común, como el área donde vivían, la edad y el color de cabello, lo que podría haber provocado una confusión. Cuando esta teoría se conoció, el hermano de Dando intervino y dejó en claro que no estaba convencido de que sea cierta: “Parece un poco fantasiosa” .

También se dijo que Dando tenía un acosador. De hecho, las autoridades identificaron a decenas de hombres que le enviaban cartas, obsesionados con ella. Todos fueron investigados y descartados porque ninguno estaba en la zona del crimen cuando ocurrió.

El primo falso de Freddie Mercury, el único sospechoso que fue a prisión

La investigación avanzó y se llegó a un nuevo sospechoso. Se trataba de Barry Michael George, un hombre que vivía cerca de la casa de Dando y se hacía llamar Barry Bulsara, mismo apellido que el cantante Freddie Mercury, cuyo verdadero nombre era Farrokh Bulsara. Fue tal la repercusión mediática que tuvo esta pista que la familia del fallecido cantante emitió un comunicado para aclarar que no tenían ningún parentesco con él.

Barry George (derecha)  se hacía llamar Barry Bulsara, mismo apellido que el cantante Freddie Mercury, cuyo verdadero nombre era Farrokh Bulsara

Barry George estaba desempleado, se lo veía deambular por las calles y tenía antecedentes por agresión sexual. Solía usar nombres de personalidades famosas como identidad. Un llamado apuntó hacia él y por eso la Policía lo tenía bajo vigilancia. Cuando consiguieron una orden, allanaron su casa y se encontraron con un lugar deplorable: basura amontonada, diarios tirados, hormigas y hasta excremento. Incautaron varias pruebas: un abrigo similar al que los testigos habían descrito que llevaba el hombre que vieron correr, y muchos rollos de fotos sin revelar, además de revistas de armas y de celebridades, una de ellas con Dando en la portada.

Cuando revelaron las imágenes de los rollos comprobaron que eran de mujeres desconocidas que caminaban por la calle, casi todas de espaldas. Entre las fotos, además, encontraron una de él con un arma y una máscara de gas que les generó escalofríos y una duda que caló hondo en ellos. George se convirtió en sospechoso. Para ese entonces ya había comenzado el nuevo milenio y se había cumplido el primer aniversario del crimen.

Aunque al principio no tenían pruebas para detenerlo, ocurrió algo que provocó un giro en la investigación durante las horas que lo mantuvieron bajo custodia: el abrigo que encontraron en su casa fue sometido a una prueba forense y en él se halló una partícula de residuo de pólvora del mismo tipo de la que había en la escena del crimen de Dando. No pudo explicar cómo puso ser posible esto. Fue acusado de homicidio.

La foto de Barry George que llamó la atención de las autoridades

Según el diario The Daily Telegraph, existías pruebas de que George estaba obsesionado con Lady Di, justamente con quien era comparada Dando. De hecho se reportó que años atrás había sido detenido en los alrededores del Palacio de Kensington por actitudes sospechosas, pero puesto en libertad rápidamente porque la Policía no le dio demasiada importancia.

Juicio, condena y libertad

Michelle Diskin Bates, la hermana de Barry George, siempre creyó en su inocencia. Por eso, contrató a un abogado de alto perfil para defenderlo: Michael Mansfield. Pero, eso no alcanzó. En 2001, dos años después del crimen, la justicia lo encontró culpable y dictó una sentencia. Él siempre nego haber cometido el asesinato y, aunque todo parecía indicar que quedaría tras las rejas, hubo un giro que lo cambió todo.

Tras pasar ocho años en prisión en una cárcel en el sur de Londres, se realizó un nuevo juicio en el que se descartó la evidencia presentada en el primero, dado que se comprobó que podía estar contaminada, y el 1° de agosto de 2008 fue encontrado no culpable. En el documental, que se grabó 23 años después del asesinato de Jill Dando, insistió en su inocencia. “Nunca cometí ningún crimen. Jamás la conocí, no sabía quién era. La Policía me cuestionó una y otra vez al respecto. Querían usarme como chivo expiatorio”.

Tras recuperar la libertad, inició una serie de demandas por difamación a varios medios, entre ellos The Sun, y fue compensado económicamente. Se desconoce cuál fue la cifra que recibió. En la actualidad, vive con su hermana en Irlanda: “Me enoja mucho que me hayan arrebatado ocho años de mi vida, fue una persecución».

Barry George participó del documental de Netflix y reafirmó su inocencia (Foto: Captura Netflix)

El multitudinario último adiós a Jill Dando

El velatorio de Jill Dando fue el 21 de mayo de 1999, casi un mes después del asesinato, en la Iglesia Bautista Clarence Park de Weston-super-Mare. Cientos de personas salieron a las calles para acompañar el cortejo y arrojarle flores a su paso. Su prometido, su hermano y su padre, acompañados por algunos amigos y colegas de la BBC, la despidieron.

Nigel Dando habló de la estremecedora sensación que tuvo el día del último adiós a su hermana: “Estábamos en la parte trasera de una limusina siguiendo el ataúd de Jill. Había miles de personas en la calle. Weston simplemente se detuvo”.

Sin dudas, su prometido también estaba muy afectado por la situación y así lo describió el exestilista de Dando, Maxey: “Alan debió ir a la iglesia a casarse, pero estaba ahí para sepultar a su novia”. Una semana después de eso, el ginecólogo encontró en su casa un cuaderno de su prometida con el discurso que planeaba dar en la boda. Quedó devastado.

El último adiós a Jill Dando

Con el correr de los años, Farthing se volvió muy cercano a la Casa Real británica por su profesión, de hecho formó parte del equipo médico que supervisó el parto de los tres hijos de la princesa de Gales, Kate Middleton. En 2008 lo nombraron cirujano-ginecólogo de la reina Isabel II. Ese mismo año se casó y en 2010 fue padre por primera vez.

Tanto él como Nick Ross, excompañero de conducción de Dando, se negaron a participar del documental de Netflix porque no estaban de acuerdo con cómo iban a tratar el caso. Este último aseguró: “Me lo vendieron como un homenaje a Jill. Pero, estaba claro que lo que querían era una buena historia. Iba a convertirse en una clásica novela policíaca televisiva que diera voz a todas las teorías conspirativas sin presentar pruebas contundentes. La especulación debía tener el mismo peso que los hechos. Luego me enteré de que iban a entrevistar a Barry George , así que decidí no participar, al igual que Alan”.

¿El crimen perfecto?

Cuando el único acusado recuperó la libertad, la investigación volvió -otra vez- a foja cero, aunque el detective Campbell insiste en la culpabilidad de George. El caso, amén de ser uno de los de perfil más alto en la historia británica, sigue sin ser resuelto y, a más de 26 años de aquella fatídica mañana, el asesinato sigue impune y Jill Dando parece aún no poder descansar en paz.

Deja un comentario

Next Post

Localizado sin vida el motorista desaparecido desde el sábado en Zamora

El motorista de 55 años desaparecido desde el sábado en la N-631 en la provincia de Zamora ha sido localizado sin vida este domingo, 10 de agosto, en la carretera ZA-100, en el término municipal de Pueblica de Valverde. El Servicio Aéreo de la Guardia Civil ha encontrado el cuerpo […]
Localizado sin vida el motorista desaparecido desde el sábado en Zamora

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!