El deporte está lleno de historias de vida que valen la pena contar y la de Gabriel Markus es una de ellas. El tenista llegó al top 50 del ranking mundial, integró el equipo argentino de Copa Davis y hasta le ganó un partido a Pete Sampras; sin embargo, tuvo que abandonar su ascendente carrera por causas ajenas a su voluntad a los 26 años. En un acto de superación y constancia, logró reinventarse y disfrutar de lo que más ama. “Tuve que aceptar que la vida tenía otro destino para mí”, aseguró.
Aunque alcanzó el 36° lugar del ranking mundial, integró la selección y ganó un título —Niza 1992—, su mayor logro fue vencer a un número dos del mundo, Pete Sampras, en las semifinales de ese torneo, lo que lo volvió el único argentino en lograrlo. También había derrotado a su ídolo de la infancia, Iván Lendl. Pero tras casi ocho temporadas en el circuito, debió despedirse del tenis a causa de las lesiones que lo afectaron durante gran parte de su trayectoria.
“Era 1992 y todo parecía marchar bien. Gané mi primer título y vencí Sampras, que en ese momento era el número uno del mundo. Dos semanas después, derroté a Iván Lendl y a Michael Chang. Había vencido a tres de los cinco mejores jugadores del ranking. Todo estaba en su lugar”, recordó en un posteo en su cuenta de Instagram.

“Mi pesadilla comenzó al año siguiente. Gané un partido a cinco sets en Roland Garros y me encontraba en mi mejor momento físico. Fui al vestuario para recibir tratamiento y poder recuperarme. El fisioterapeuta trabajaba en mi espalda cuando la camilla se rompió. Caímos y una de las patas me cortó gravemente un dedo del pie. La sala se convirtió en un caos. Había sangre por todas partes. No pudieron darme puntos porque el corte era demasiado profundo. No lo podía creer”, relató.
A partir de entonces, su carrera se apagó lentamente hasta que decidió retirarse en noviembre de 1996, con apenas 26 años. “Pasé cinco meses con muletas y hacía rehabilitación diez horas al día. Ya no había tenis en mi vida, solo médicos. Busqué soluciones en todo el mundo, pero el dolor no desaparecía. En los siguientes cinco años me sometí a ocho cirugías. Probé medicinas alternativas. Gasté todo mi dinero intentando recuperarme. Pero nadie pudo reparar mi rodilla”, explicó.

Tras el retiro, Markus no se alejó del tenis: se convirtió en entrenador de reconocidos jugadores argentinos como Coria, Nalbandian, Calleri, Squillari, Chela y Acasuso. También trabajó con figuras internacionales como el ruso Marat Safin y el francés Richard Gasquet.
“Tuve que aceptar que la vida tenía otro destino para mí. Fue muy duro, porque amaba el tenis e hice todo lo posible por ser el mejor jugador que pudiera ser. Después de cinco años de esa pesadilla, comencé una nueva etapa como entrenador. Mi objetivo era formar a un campeón. Pude entrenar a varios de los mejores jugadores del mundo”, contó.
Padre de tres hijas, al principio no buscó inculcarles el tenis, sin embargo, el deporte que siempre fue su pasión también se convirtió en algo fundamental para ellas. Durante años, Markus no las entrenó, ya que viajaba constantemente. Pero después de la pandemia decidió pasar más tiempo junto a ellas y empezó a tener un doble rol de padre y entrenador.

Katja, la mayor, abrió el camino profesional y hoy compite en el tenis universitario en la Nova Southeastern University (Florida). Carla, de 19 años, número 605 del mundo, tuvo una gran temporada con una final, dos semifinales y buenas actuaciones en torneos WTA 125. Camila, la menor, de 16, cerró 2024 como la mejor junior de Sudamérica. De esta manera, Gabriel puede seguir conectado con el tenis y también con su familia, dejándoles todo el legado de su corta pero fructífera carrera.
