Diego Manuel Cardama tiene 48 años y hace casi 30 que cumplió el sueño junto con sus hermanos de fundar una empresa de aviación liviana que hoy, además, los ensambla en Mendoza. La llamaron Aerotec.uela.
Por qué conviene desactivar Meta IA de WhatsApp
“La tradición por la aviación nació con mi papá Mario, quien en 1966 se hizo piloto privado y fue un destacado deportista aeronáutico. La aviación fue su pasión, no su forma de vida y mis hermanos (Mario, 46 y José, 44) y yo la heredamos. Volamos desde que estábamos en la panza de mi madre Mercedes”, relata Diego, el entrepreneur, quien recuerda la emoción que sintió cuando realizó su primer vuelo sin el instructor. “Me di cuenta que pude hacer aquello que pensaba que no lo podía hacer: sentí que me crecían las alas literal y mucha satisfacción y agradecimiento”, relata.
La costumbre familiar de los Cardama de ir al aeroclub en vez de ir a la cancha de fútbol generó que cada hermano volara solo a los 16 años en planeador y a los 17 en avión con motor. “Disfrutamos esta pasión siempre y al llegar a la universidad decidimos vivir de lo que nos gustaba. Ahí, nació Aerotec”, relata Diego.
Si bien previamente la familia se dedicaba a la industria avícola, a fines de los noventa, cuando inicia la empresa, la visión clara del padre acompañó el entusiasmo de sus hijos. Liquidó de la mejor manera posible el negocio avícola y lo obtenido, lo reinvirtió en Aerotec, dejando uno de los galpones de pollos para transformarlo posteriormente en el primer hangar.
Hoy, la empresa sigue organizada como su padre la pensó. Siendo todos profesionales, Mario es el Director de operaciones y forma al equipo de 50 pilotos de la firma; José realiza las operaciones de tierra y la innovación y desarrollo y Diego dirige el negocio.
“No somos una empresa familiar sino una familia empresaria. Porque la toma de riesgos es intrínseca a la cultura familiar”, corrige Diego. Su padre acompañó en la gestión directa hasta su fallecimiento en 2015 y su mamá administra un hotel familiar.
Primeros pasos
En 1996 firmaron un acuerdo con la firma Aerotec de Chile, cuyos dueños eran sus amigos, y decidieron abrir una filial en la Argentina. Los jóvenes dieron su primer paso y alquilaron una pequeña aeronave a conocidos de su padre en el Club de Planeadores de Gonzáles Chaves, en la provincia de Buenos Aires, para realizar remontes de carteles en la playa de Mar del Plata.
El primer contrato ‘grande’ fue para el lanzamiento de los jugos ADES por el que tenían que realizar 400 horas de vuelo en la playa de Mar del Plata y Pinamar y, para eso, alquilaron dos aviones más, todos piloteados por el padre y dos amigos. Mientras, los hermanos hacían el trabajo de tierra, fotos e informes para el cliente y la madre cocía los carteles y los arreglaba.
En 1999, compraron el primer avión a la provincia de San Luis, un pequeño Cessna 206 de seis plazas multipropósito y en diciembre de 2000 se habilitó el hangar y el aeródromo. Por la crisis económica nacional de 2001, la firma chilena decidió irse del país y la familia se quedó con Aerotec en la Argentina. Hoy es muchas empresas en una, con los aviones, globos, drones y lo que vuela como denominador común.
Años más tarde, analizando que la edad promedio de los aviones en el mercado local era de 40 años, vieron la necesidad de ir por objetivos nuevos. Así, mediante un acuerdo comercial e industrial con Tecnam de Italia (produce aviones pequeños), Aerotec empezó como representante oficial a producir algunos de sus modelos localmente, primero para la Argentina y desde hace dos años para la región.
“Cada avión es diseñado en Italia y tiene más de 1000 horas hombre de trabajo en su fabricación en la Argentina. Acá se hace el ensamblado que incluye la instalación de la biónica digital, la instalación del interior, ajustes, adecuación local, puesta en funcionamiento y los vuelos de testeo. Por año hacemos 24 aviones”, aportó.
Así, han desarrollado las unidades de mantenimiento aeronáutico junto con la post venta de los aviones que venden y de servicios aéreos (emplean más de 30 aviones) para múltiples sectores de la economía como recorrido sobre ductos y poliductos o líneas de trasmisión de energía eléctrica, protección de cultivos (liberación de insectos/lucha biológica y aplicación de producto sustentable), lucha contra incendios forestales, verificación de equipamiento aeroportuario y detección preventiva de emisión de gases (mediante el desarrollo de equipamiento sofisticado).
Además, con los drones realizan todo tipo de servicio fotos, aplicaciones para protección de cultivo y el siguiente gran desafío: ofrecer el traslado de personas con naves pequeñas hasta de nueve pasajeros.
Está la unidad de Enseñanza con la Escuela de vuelo para el personal y terceros desde nivel inicial y la de Turismo en donde usan tres globos aerostáticos para realizar vuelos sobre los viñedos mendocinos, “la mejor forma de conocer, disfrutar y aprender sobre Mendoza”. Una experiencia similar a la que se vive en Capadocia.