Una avalancha ha destruido esta semana el pueblo suizo de Blatten, en los Alpes, al sepultar el 90% del casco urbano y bloquear el cauce del río Lonza. La magnitud del desastre, que movilizó unos 3,5 millones de metros cúbicos de hielo, rocas y barro, ha obligado a las autoridades a declarar el estado de alerta en el valle y a evacuar a residentes de localidades vecinas, como Wiler y Kipple.
La avalancha se produjo alrededor de las 15:30 del miércoles, cuando una enorme porción del glaciar Birch colapsó y descendió por el valle con tal fuerza que incluso alcanzó la montaña opuesta. El deslizamiento fue tan potente que quedó registrado en la red sismológica nacional y se sintió en varias zonas del país. Las imágenes captadas por drones muestran la magnitud de la destrucción: casas sepultadas, calles intransitables y una densa nube de polvo cubriendo lo que antes era el centro del pueblo. “Hemos perdido nuestro pueblo, pero no nuestro corazón. Nos apoyaremos y consolaremos mutuamente. Tras una larga noche, volverá a amanecer”, declaró el alcalde de Blatten, Matthias Bellwald.
Pero no todos son tan optimistas. El desastre de Blatten se suma a una serie de eventos similares en los Alpes suizos en los últimos años. En 2023, los habitantes de Brienz tuvieron que abandonar sus casas debido al desmoronamiento de una ladera, y en 2017, un deslizamiento en Bondo causó la muerte de ocho personas y destruyó varias viviendas. Los glaciólogos y especialistas en riesgos naturales llevan tiempo advirtiendo sobre el aumento de estos fenómenos, vinculados al derretimiento acelerado de los glaciares y al descongelamiento del permafrost, la capa de hielo subterránea que actúa como “pegamento” en las montañas, debido al cambio climático.
Por ello, Jean-Marc Peillex, el alcalde de Saint-Gervais, otro pueblo de la zona, aunque del lado francés de la frontera, ha asegurado en la televisión de su país que la situación es crítica. “Manda la naturaleza. No hay otro jefe que la naturaleza. Así que hoy, con los cambios climáticos, no solo existe el calentamiento, hay muchas otras modificaciones que hacen que la naturaleza recupere su lugar y el individuo ya no es el jefe que decide: yo quiero, yo protejo, yo hago, etcétera. Hay que tener humildad”. Según el regidor, “hay que prevenir, pero la prevención pasa sobre todo porque la gente debe ser consciente del riesgo. No le corresponde a protección civil ni a otros decir: los voy a salvar. La gente debe salvarse a sí misma”.
“Hemos construido debajo de glaciares”
Y la solución que ha propuesto es tan radical como sensata y, quizás, polémica: “Ha llegado el momento, en nuestro país y también en otros, de tener una política que contemple tal vez retirar todo lo que sea riesgoso, lo que hemos construido en avalanchas, debajo de glaciares, y quizá ha llegado el momento, como se ha hecho en la costa atlántica, de mudarse y dejar que la naturaleza siga su curso”.
Para Jean-Marc Peillex, el problema de base, más allá del cambio climático, está claro: se ha construido donde no se debía haber construido. “Hace falta valentía y destinar en el futuro el dinero no para intentar controlar un glaciar, poniéndole redes o distintos dispositivos, sino para asumir que se cometieron errores. Hace unas décadas se construyeron autopistas, trenes, casas debajo de corredores de avalanchas, de glaciares o de zonas propensas a desprendimientos de rocas. Quizá llegó el momento de actuar antes de que suceda una catástrofe. Eso es lo que habría que cambiar en la mentalidad de nuestros dirigentes y también de toda la población”.