Un inmigrante mexicano graduado de la Universidad de Harvard abandonó Estados Unidos junto a su esposo, en un acto que ha conmovido y encendido el debate sobre la política migratoria de Donald Trump. Francisco Hernández Corona decidió autodeportarse a México junto a su pareja ante el temor real de que los separen, en medio del incremento de las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Graduado de Harvard abandona Estados Unidos
A pesar de haber sido un modelo de integración y esfuerzo, Francisco no logró regularizar su estatus migratorio, y hoy su historia se vio involucrada en las duras medidas antimigrantes impuestas por Donald Trump desde el inicio de su segundo mandato presidencial. El recibimiento que ambos tuvieron al llegar a México, fue cálido y con un sentimiento de familiaridad, por lo que su temor poco a poco fue mermando.
Francisco Hernández Corona, llegó a Estados Unidos a los 10 años, tras cruzar el desierto guiado por un coyote. Describió ese cruce como “los tres peores días de mi vida”, según relató a NBC10 Boston. Su madre falleció durante su adolescencia y, aun así, con el apoyo de sus profesores, logró completar sus estudios y se graduó en psicología clínica en la Universidad de Harvard, en 2013.
Francisco intentó legalizar su situación migratoria en dos ocasiones. La NBC explica que aplicó a DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) durante la administración Obama y, más tarde, a una visa bajo la Ley de Violencia contra la Mujer (VAWA), por el abuso doméstico que él y su madre sufrieron a manos de su padre.
Sin embargo, dos entradas no autorizadas a Estados Unidos complicaron su caso legal, esto lo lleva a enfrentar una prohibición permanente de reingreso. En 2022, Francisco se casó con Irving Hernández Corona, ciudadano estadounidense.
Sin embargo, los abogados les informaron que ni siquiera el matrimonio podía garantizar la regularización de Francisco, debido a sus antecedentes migratorios.
La pareja vivió con temor constante. “Llamaban a la puerta y Francisco se asustaba y se aterrorizaba”, relató Irving. Finalmente, decidieron volar a Puerto Vallarta, México, donde aseguran haberse sentido seguros y bienvenidos por primera vez en mucho tiempo.
Autodeportación: una estrategia promovida por el gobierno
El gobierno de EE.UU. ha promovido la autodeportación voluntaria como alternativa a las detenciones por parte de ICE. Se ofrecían incentivos de hasta US$1000 dólares para quienes usaran la app CBP Home y salieran voluntariamente.
Bajo esta presión, Francisco e Irving tomaron la dolorosa decisión de abandonar el país que consideraban su hogar. En una de sus declaraciones para la NBC, Francisco expresó la dureza del sistema migratorio: “No me importa que tuvieras 10 años, no me importa si sangrabas en el desierto… ya no puedes quedarte en un lugar al que llamas hogar”.
Estas palabras reflejan cómo la legislación estadounidense no distingue el contexto humano ni el hecho de que muchas personas indocumentadas llegaron al país cuando apenas eran niños.
Donald Trump vs. Harvard y los latinos
El gobierno de Donald Trump revocó la certificación del Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio (SEVP) para la Universidad de Harvard, lo que impide la admisión de nuevos estudiantes internacionales y obliga a los actuales a transferirse o perder su estatus migratorio legal.
Esta decisión fue justificada por la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, quien acusó a Harvard de crear un entorno inseguro, tolerar el antisemitismo y tener vínculos con el Partido Comunista Chino. Además, el gobierno congeló más de US$2.600 millones de dólares en fondos federales destinados a la institución.
La medida se enmarca en una creciente confrontación entre el gobierno de Trump y universidades de élite, a las que se acusa de difundir ideologías de izquierda radical y representar un riesgo para la democracia. En respuesta, Harvard calificó la acción como un atentado contra la libertad académica.
Su presidente, Alan Garber, afirmó que ningún gobierno debe interferir en la autonomía de las universidades privadas ni imponer restricciones sobre sus programas educativos o decisiones institucionales.
La resolución afecta a unos 6800 estudiantes internacionales, lo que representa el 27% de la población estudiantil de Harvard. Diversas voces dentro del ámbito académico y organizaciones de derechos han manifestado su preocupación por las consecuencias de esta decisión sobre la educación internacional y la independencia universitaria. La situación deja a miles de estudiantes en el limbo, atrapados en un conflicto político que va más allá de los programas académicos.