“Es urgente repensar políticas familiares”: el revelador dato que muestra un nuevo perfil demográfico en la Argentina

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Aunque la tendencia viene marcándose hace tiempo, esta es la primera vez que los números muestran claramente una inclinación de la balanza: en la Argentina son más los hogares en los que no hay niños o adolescentes que aquellos en los que sí crecen. Así lo revela un informe del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral, que en base a datos del último censo, de la Encuesta Permanente de Hogares y del Registro Nacional de las Personas (Renaper), da cuenta de los cambios estructurales que vienen transformando a la familia argentina.

Hoy, en el 57% de los hogares no hay chicos menores de 18 años. En tanto, en 1991, había sido el 44%. “Las bajas en la natalidad se reflejan en las estructuras de hogares con menores de 18 años”, dice el informe que fue realizado por las investigadoras Lorena Bolzon, Dolores Dimier de Vicente y María Sol González. “La Argentina inició el siglo con una tasa de fecundidad por debajo de la tasa de recambio (1,7 hijos por mujer), pero con el censo 2022 descendió a 1,4, acumulando una caída de más del 40% de la natalidad en menos de una década. La disminución de la fecundidad se presenta más en zonas urbanas que en las rurales, y se acentúa al aumentar el estrato social y el nivel educativo, acompañado de otros eventos demográficos como una reducción del tamaño de los hogares”, señala el informe.

“Si bien la caída en la natalidad y el descenso en la cantidad de hijos por hogar tiene múltiples causas, las cuestiones económicas inciden significativamente. La evidencia empírica muestra una fuerte correlación entre la cantidad de nacimientos y variables clave como el Producto Bruto Interno (PBI), la población económicamente activa (PEA) y el número de ocupados. Esta asociación acredita que los ciclos económicos influyen de manera significativa en las decisiones procreativas. En particular, los datos muestran que, en contextos de inestabilidad económica y deterioro del empleo, las familias tienden a postergar o reducir la decisión de tener hijos”, señala el informe entre sus conclusiones.

Fecundidad

El informe apunta que a nivel mundial las tasas de natalidad continúan en franco descenso y que la Argentina no es la excepción, registrando un descenso de la natalidad del 40% en menos de una década, una de las caídas más bruscas en América latina.

“La natalidad en la Argentina ha disminuido significativamente a partir del año 2014. Ello implica una caída de más del 40% en menos de una década. Este cambio demuestra una reducción notable en la cantidad de hijos por familia, que afecta la estructura y dinámica familiar, pero también a la proyección futura de la sociedad argentina”, explica el informe del Observatorio.

“Cae la fecundidad entre las mujeres jóvenes”, dice el informe. El promedio de hijos por mujer bajó a 1,4 a nivel nacional, con mínimos sostenidos la ciudad de Buenos Aires, donde hay menos de un hijo por mujer: la tasa es de 0,9. Mientras que en Santiago del Estero, Misiones y Formosa su promedio es de 1,7, con un leve descenso en relación al censo 2010.

Según los datos de los últimos censos, en la franja de edad entre los 30 y los 34 años las mujeres con hijos nacidos vivos crecieron 10 puntos porcentuales entre 2001 y 2022. El 70,5% de las mujeres de esa edad tienen hijos. Mientras que la misma proporción disminuyó en las mujeres de entre 20 y 24 años, edad en la que solo el 31,2% son madres.

“Este dato condice con los cambios que podemos observar en cuanto a la edad de las madres en el momento de producirse los nacimientos. Según informa el Ministerio de Salud de la Nación, hace menos de diez años, los nacimientos se producían en mayor proporción en la franja etaria entre los 20 y los 24 años y, en segundo lugar, en las mujeres entre los 25 y los 29. Hoy la tasa mayoritaria de nacimientos se produce en mujeres de 25 a 29 años y el segundo lugar lo ocupa la franja etaria entre los 30 y los 34. En el mismo período es posible observar un aumento en la maternidad de mujeres en el rango 35-39 y 40-44 años”, dice el informe.

Y agrega: “Teniendo en cuenta el máximo nivel educativo alcanzado por las mujeres en viviendas particulares entre los 14 y los 49 años con hijas e hijos nacidos vivos censadas en 2022, el 40,6% no tienen secundario completo, el 37,9% finalizaron ese nivel educativo y el 25,5% tienen estudios superiores o universitarios completos o incompletos. Estos datos reflejan que a mayor nivel educativo, menor cantidad de hijos”, dice.

Embarazo adolescente

Los centros urbanos presentan valores relativamente estables en cuanto a los hogares con hijos y sin hijos durante los últimos nueve años, se afirma. También se registra un crecimiento de hogares con un solo niño por sobre los con dos o más. “A nivel nacional estos datos también acreditan familias cada vez más pequeñas, con menos hijos. Así, pasamos de 1.533.421 de mujeres con más de cinco hijos en 2001 a 608.617 en 2022”, detalla.

El porcentaje de mujeres de 15 a 19 años con hijas e hijos era de 12,4 en el censo 2001, mientras que para 2022 es de 6,4. Esto significa una importante reducción del embarazo adolescente.

Al analizar los datos de las estructuras de los hogares según tienen o no hijos, se puede ver que mientras que en el censo de 2001, había un 2,7% de mujeres menores de 14 años que tenían hijos y ahora son menos del 0,5%.

Otro dato que resulta relevante y que explica la nueva forma que va adquiriendo la pirámide poblacional, del triángulo a la cebolla: el aumento de la esperanza de vida y el crecimiento de los mayores de 65 años. “Paralelamente, la esperanza de vida de las personas alcanzó los 72,8 años, lo que supone una mejora de unos nueve años con respecto a 1990, estimándose que, en 2030, casi el 12% de la población mundial tendrá 65 años o más y la longevidad media mundial en 2050 se situaría en torno a los 77,2 años. Este proceso se expresa en un aumento del envejecimiento poblacional”, dice el informe.

Más hogares y menos habitantes

Otra de las tendencias demográficas que analiza el informe del Observatorio es el aumento de la cantidad de hogares, mientras que se advierte una disminución en la cantidad de habitantes de los hogares. En 1991, solo el 13% de los hogares eran unipersonales. Hoy representan el 25% de las viviendas. Los hogares crecen más rápido que la población: entre 2010 y 2022, l aumentaron un 31%, pero la población solo un 15%, se explica.

“En los cambios en las estructuras de hogares argentinos es notorio el crecimiento de hogares de tipo unipersonal, por encima de los multipersonales. Los de un solo miembro en 2022 superan a los que había en el censo 1991, por 12 puntos porcentuales (25% vs. 13%), lo que denota un crecimiento constante de hogares singulares en los últimos 30 años”, se lee en el documento.

Los hogares multipersonales a nivel urbano de núcleo incompleto van en aumento con marcada jefatura monoparental femenina: aumentaron más del 50% entre 1991 y 2010. Los últimos análisis de los datos indican que ocho de cada 10 hogares de tipo monoparental se encuentran a cargo de mujeres.

“Esto ha traído aparejado un crecimiento de hogares superior al crecimiento de habitantes en el país, especialmente a partir del censo 2010. De esta manera los hogares aumentaron entre 2010 y 2022 un 31%, mientras que las personas crecieron solo un 15% en el mismo período de tiempo. Por su parte la cantidad promedio de miembros por hogar ha disminuido, pasando de 3,6 (1991) a 2,9 (2022)”, dice el informe.

Si se observan los datos respecto de la cantidad de personas por hogar, en el censo 2022 se destacan los de un solo miembro, siendo superiores respecto de cualquier otra conformación. En el censo anterior (2010) preponderaban los hogares con 2, 3 y 4 miembros por encima de los unipersonales.

Cuando la jefatura del hogar es femenina, aumenta la presencia de adultos mayores, lo que pone en evidencia la carga de cuidado que recae sobre las mujeres de distintos grupos de edad.

“Los cambios sociales que inciden en las estructuras familiares no son anecdóticos: son señales que interpelan al Estado, a la sociedad y a las empresas. Repensar políticas familiares que integren aspectos de población, educación, vivienda, salud, cuidado y empleo con base en esta nueva realidad es urgente”, afirma Bolzon.

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