Con el fin de semana largo de junio a la vuelta de la esquina, las ganas de cortar con la rutina, cambiar un poco de aire y hacer una escapada, aunque sea breve, se hacen sentir. Y no hace falta irse muy lejos para disfrutar de algo distinto: a veces, lo mejor está más cerca de lo que pensamos. En la provincia de Buenos Aires, hay rincones que sorprenden, y Manzanares es uno de esos lugares que, aunque chiquito, guarda propuestas gastronómicas que valen oro.
Allí, dos espacios creados por una misma familia supieron transformar su amor por la cocina en un aporte enorme para la zona. Por un lado, un restaurante donde cada plato se hace con dedicación, en un ambiente cálido que invita a quedarse charlando largo y tendido. Y por el otro, una panadería de especialidad que se volvió referente por sus productos frescos y artesanales, hechos con una paciencia que se nota en cada bocado. Juntas, estas dos propuestas cuentan una historia de trabajo, pasión y compromiso con lo que hacen.
En el corazón de Manzanares, dos espacios gastronómicos se complementan a la perfección, ofreciendo una experiencia culinaria completa que no te podés perder. Por un lado, Pachu Pastelería, un emprendimiento familiar que nació de la pasión de Pachu Jordán por la pastelería artesanal. Con una propuesta que combina lo clásico con un toque personal, este espacio ofrece una variedad de tortas y postres elaborados con ingredientes de calidad y técnicas cuidadas. Pero más allá de lo rico, hay algo en el ambiente que hace que una vez que entrás, no quieras irte. El lugar parece detenido en el tiempo, con una calma que se contagia y una calidez que te hace sentir en casa. Y eso no es casualidad: es justamente lo que su dueña busca generar, ese clima de hogar donde cada persona que llega se sienta bienvenida y pueda disfrutar, sin apuro, de algo rico y bien hecho.
En diálogo con LA NACION, Pachu contó que su pasión por la cocina nació desde muy chica, cuando descubrió la magia de la pastelería. “Desde chica me dedicaba a todo lo que es la gastronomía, y cuando terminé el colegio ya vendía tortas por mi cuenta, desde casa”, recordó. Ese entusiasmo inicial la llevó a profesionalizarse: “Empecé a estudiar gastronomía. En ese momento todavía no existía la carrera de pastelería, así que estudié hace un montón en el IAG, y a partir de ahí me fui metiendo de a poco en el mundo gastronómico”. Con el tiempo, fue sumando experiencia en diferentes espacios, hasta llegar a un lugar que marcaría un antes y un después en su recorrido: “Trabajé en restaurantes, en pastelerías… y el último trabajo grande, o al menos el más importante para mí, fue como encargada de una pastelería en La Lucila. Ahí no solo estaba a cargo de la parte de pastelería, sino que empecé a meterme en todo: el trato con los clientes, los proveedores, un montón de cosas que me hicieron crecer un montón”.
Mientras tanto, en paralelo a sus trabajos en relación de dependencia, el emprendimiento propio comenzaba a tomar forma desde la cocina de su casa. Lo que empezó como un complemento, pronto se convirtió en un proyecto con vida propia. “Siempre me pedían tortas o postres, y eso fue creciendo cada vez más”, contó. Hasta que un día, supo que era el momento de apostar por lo suyo. “Me di cuenta de que eso que pasaba en casa estaba tomando fuerza… así que decidí dar el paso, renunciar y empezar a trabajar por mi cuenta”. Con esa decisión, Pachu no solo empezó a escribir una nueva etapa profesional, sino también a dar forma al espacio que hoy es una referencia para quienes llegan a Manzanares buscando sabor, calidez y algo más que una simple pastelería.
El crecimiento de Pachu Pastelería no fue un camino solitario, sino parte de una historia familiar que fue tomando forma con el tiempo. Luego de trabajar para eventos de marcas reconocidas y con su propio emprendimiento en plena expansión, Pachu se mudó a Manzanares junto a su pareja. “Todo fue creciendo, creciendo, creciendo… y en el medio me pongo de novia con Nicolás, que es de Pilar de toda la vida. La primera zona que empezamos a ver fue Manzanares, porque nos gustaba mucho, y ahí fue donde nos terminamos mudando”, reveló. Por entonces, ella ya trabajaba de manera independiente, y mientras su proyecto avanzaba, otra oportunidad surgía muy cerca.
A pocos metros de la pastelería, Restaurante 1888 continúa con la tradición familiar, ofreciendo una propuesta que celebra la cocina mediterránea con un enfoque local. Bajo la dirección del chef José Luis Mastellone —suegro de Pachu—, el restaurante ofrece pescados y mariscos frescos, pastas artesanales y cortes de carne seleccionados, todo acompañado por una destacada selección de vinos nacionales. “Mi suegro siempre estuvo vinculado a lo gastronómico, y en esos años le ofrecieron poner un restaurante en Manzanares. Mi suegro dijo ‘¿por qué no se ponen acá?’”, recordó. El lugar necesitaba mucho trabajo, pero la familia se animó al desafío. “Estaba bastante deteriorado, pero con el apoyo de todos nos lanzamos a abrir el local. Fue todo un proceso y nos sentimos muy respaldados por lo que era 1888″.
Hoy, el espíritu de colaboración sigue presente. Aunque su marido no se dedica a la gastronomía, la acompaña con la parte administrativa: “Sin su ayuda sería muy difícil”, aseguró. Para ella, este proyecto es más que un negocio: es un sueño hecho realidad. “Siempre me gustó la idea de tener una casa de pastelería, ese lugarcito para tomar el té. Yo soy de las que, cuando viaja, siempre quiere parar a tomar un cafecito”, mencionó, entre risas. Y ese espíritu fue el que supo volcar en su propio espacio. “Estoy contenta de haberlo logrado de a poco. Empezamos hace 11 años, superchiquito, con dos o tres mesitas en la esquinita… y de repente, creció un montón”, agregó, con esa luz en los ojos tan típica de quienes hacen lo que aman. En la actualidad, Pachu Pastelería no solo es un punto obligado para los amantes de lo dulce, sino también un lugar que se siente como estar en casa.
Al respecto de los productos estrella, Pachu mencionó algunos de los preferidos por quienes visitan la pastelería: los scones de queso, el chipá y los alfajores de nuez se llevan muchos elogios, al igual que la torta con masa de almendra, el cheesecake y el marquise de chocolate. Aunque, para ella, cada una de las preparaciones que ofrece tiene algo especial, dejando en claro que detrás de cada receta hay dedicación, búsqueda y mucho amor por lo que hace.
Juntas, estas dos propuestas conforman una experiencia gastronómica que bien merece dedicarle todo un día a Manzanares. La aventura puede comenzar con una merienda en Pachu Pastelería, donde cada torta y cada bocado artesanal transmite el cariño y el oficio con el que fueron creados. Después, la jornada puede continuar con una comida en Restaurante 1888, donde los sabores de la cocina mediterránea se combinan con lo mejor del producto local, en un ambiente que invita a quedarse. Entre lo dulce y lo salado, lo clásico y lo reinventado, esta dupla se convierte en la excusa ideal para hacer una pausa, cambiar de ritmo y dejarse sorprender por una propuesta que se disfruta con todos los sentidos.
Información útil
Pachu Pastelería
Dirección: Primer Teniente D. Manzotti 213, Manzanares, Buenos Aires
Horarios: Viernes a domingos, de 8:30 hs a 19:30 hs
Contacto: +54 230 444-0592 / +54 9 11 2632-4745 | @pachupasteleria
Restaurante 1888
Dirección: Primer Teniente D. Manzotti 215, Manzanares, Buenos Aires
Horarios: Jueves a domingos, de 12:30 a 15:30 y de 20:00 a 24:00
Contacto: WhatsApp +54 9 11 3426-6442 | estacion1888.com | @estacion.1888
Cómo llegar a Manzanares
Para llegar a Manzanares desde la Ciudad de Buenos Aires, la forma más rápida es en auto y se debe tomar la Autopista Panamericana ramal Pilar. El viaje dura aproximadamente una hora, dependiendo del tránsito. También se puede optar por el tren: desde la estación Retiro, tomar la línea San Martín hasta la estación Manzanares. El trayecto en tren tiene una duración aproximada de dos horas.