Escritores, críticos y editores explican por qué César Aira merece el Premio Nobel de Literatura

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En las vísperas de la 118ª edición del Premio Nobel de Literatura, que se anunciará este jueves a las ocho de la mañana (hora local), crece la expectativa ante la posibilidad de que el secretario de la Academia Sueca pronuncie el nombre de César Aira. Esta tarde, en el barrio de Flores, donde vive el autor de El mago, se hará una “vigilia antimufa” en la que un grupo de admiradores se reunirá para leer fragmentos de libros de Aira (tienen para elegir entre más de cien títulos). Al margen de los vaticinios de las casas de apuestas europeas, el “asesino de X”, el italiano Tommaso Debenedetti, aseguró a LA NACION que Aira ganará el Nobel.

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Mañana, a las 9 de la mañana, si el escritor nacido en Coronel Pringles en 1947 gana el máximo galardón de las letras, habrá una conferencia de prensa en el Museo del Barrio de Flores (Ramón Falcón 2207), donde atesoran una colección de libros y objetos de Aira, algunos de ellos donados por el escritor.

Mientras tanto, en su localidad natal, la Dirección de Cultura del Municipio de Coronel Pringles promociona el “Circuito César Aira”, un recorrido por los lugares mencionados por el escritor en sus ficciones (con códigos QR donde leer fragmentos de su obra), que será presentado el 21 en el Congreso Latinoamericano de Gestión Cultural, en Guadalajara. También se puede en YouTube el video “Aira en Pringles, Pringles en Aira”, realizado por Gustavo Ávila.

Laura Ramos, Jorge Fernández Díaz, Sandra Contreras y Ariel Magnus coinciden: Aira merece el Nobel de Literatura

LA NACION consultó a escritores, críticos y editores: ¿por qué Aira merece recibir el Nobel de Literatura?

Jorge Fernández Díaz

Periodista, escritor y académico

Cada vez que leo a Aira pienso en Dalí. No solo por su radical vocación vanguardista y su rescate del surrealismo, sino también por la construcción del personaje público, no como un mero acto de marketing o de malditismo narcisista, sino como una verdadera obra de arte encarnada que le da sentido a su narrativa. Su propósito declarado es esquivar las fórmulas de la literatura convencional, por más prestigiosas que sean, y generar una lógica nueva. Aira mira a Duchamp y es ya un performer literario. Toma, como Picasso, escombros y desechos para resignificarlos en su propia obra; en este caso, formatos populares que encara con prosa automática e improvisada, y remata con desconciertos: sostiene que lo importante no es el producto final sino el proceso, y les recomienda a los escritores jóvenes que prefieran lo nuevo a lo bueno».

Laura Ramos

Escritora y cronista

“Porque nos demostró que después de Borges podía haber literatura”.

Ariel Magnus

Escritor, traductor, autor de Ideario aira

“Por sostener durante décadas un proyecto literario personal, tan lúdico como inteligente, absolutamente único, y por haberle aportado a la literatura y el mundo ideas geniales e imperecederas».

Daniel Link

Escritor y docente

“César Aira merece el Premio Nobel, y todos los premios, porque lo queremos, porque ha cambiado el rumbo de la literatura argentina, porque se ha comportado siempre como una persona íntegra. Sería egoísta que reserváramos a Aira solo para los hispanoparlantes. El mundo sería mejor si lo conociera“.

Mercedes Güiraldes

Editora y escritora

“Cuando entré a trabajar en Emecé en 1992 uno de los primeros libros que me encargaron fue La liebre, de César Aira. No lo había leído todavía y me partió la cabeza. Después lo conocí a él, lo escuché hablar de literatura y sentí algo que me sale decir en inglés: era the real thing. Publicamos varias novelas en Emecé en los años 90 y algunas ya en los 2000, cuando Emecé pasó a pertenecer al Grupo Planeta. Son de las novelas más largas suyas, no las “novelitas”, como él llama a las más cortas: La liebre, Embalse, Los misterios de Rosario, El sueño, La abeja, La Villa. Un seleccionado de lujo. También publicamos, y hace poco reeditamos, su Diccionario de autores latinoamericanos, un libro singular y único, como todo lo que él hace. Pasaron los años, hicimos muchas reediciones y, más tarde, creamos la Biblioteca César Aira en Emecé, que es un orgullo para el sello, como lo fueron antes las obras de Jorge Luis Borges y Silvina Ocampo, por nombrar solo a dos autores entre tantos con los que tuvimos la suerte de trabajar. En lo más personal, publicar a Aira, tratarlo, sigue siendo tan emocionante como el primer día. No creo exagerar si digo que en buena parte justifica mi elección profesional».

Diego Cano

Ensayista, narrador y curador de la muestra de Aira en el Centro Cultural Recoleta

“Aira merece el Nobel porque la suya es una literatura que fuerza los límites de lo existente sin perder lo narrativo. Pocas literaturas actuales fundaron una estética tan rupturista con el sentido que merezcan ser reconocidas. Al contrario, quizás darle el Nobel sería canonizarla, ‘museificarla’, lo que va muy en contra de esa misma estética tan fuerte en construir algo nuevo».

Sandra Contreras

Investigadora y ensayista, autora de Las vueltas de César Aira

“Por muchos motivos. César Aira reinventó la literatura argentina. No me refiero solamente al impacto que supuso, en su emergencia y todavía en las décadas finales del siglo XX, lo inédito de una operación que requería de nuevos protocolos de lectura. Me refiero, sobre todo, a la dimensión de un proyecto que operó, de un modo invisible tal vez (tuvieron que pasar los años para que la contundencia y la radicalidad de esa desmesura se volvieran demoledoramente evidentes), un cambio completo de lo que en la literatura argentina es -era- la percepción estética. Y no es menos interesante la forma en que ese cambio no supuso, en absoluto, una refutación de Borges, sino, en todo caso, su secreta transfiguración: de la ficción en invención, del infinito en multiplicación, del artificio en acción. Hoy esa evidencia es global, y hace tiempo que confirmamos que, más allá de la literatura argentina, esa transformación implicó la creación de un nuevo verosímil literario, de esos que imponen su propio canon y obligan a hablar en su propia lengua. La ejecución de una idea de la literatura como práctica radical y absoluta, como práctica de una extrema libertad, que se realiza siempre, y cada vez, de modo irrepetible. Me gusta pensar en la literatura de Aira como una especie de máquina que se pone en marcha para dar continuidad al relato, solo que fabricando un objeto por vez, y un objeto cada vez inigualable: como si su principio básico fuera la increíble multiplicación de lo único. Ese prodigio es indisociable de lo que tal vez sea su creación más profunda y también más feliz: una lengua nueva en la que los motivos, las imágenes, las palabras, las atmósferas, desaparecen y reaparecen, se transforman, insisten, al modo de pequeñas variaciones, de ritornelos, en el continuo del relato. En la inscripción periódica de esa poesía se funda el misterio que la literatura de Aira reactualiza desde hace cincuenta años y que, por eso mismo, mantiene intacto y vital. Por supuesto, ni la literatura de Aira ni sus lectores necesitamos del Nobel, ni de sus implicancias institucionales, geopolíticas ni publicitarias, para reconfirmar esa experiencia. Lo que no quita que la celebración de esa evidencia nos haría, qué duda cabe, muy felices. Ojalá se lo den»

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