Estados Unidos y Rusia regresan el manual realista: mala noticia para Beijing

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Putin y Trump mantuvieron un encuentro el pasado 15 de agosto en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson en Anchorage, Alaska (REUTERS/Kevin Lamarque)

En los últimos días ha comenzado a circular un borrador de 28 puntos elaborado bajo total sigilo por los negociadores de Trump y Putin. Todo indica que los países europeos de la OTAN y de la Unión Europea no fueron consultados. Claramente la Casa Blanca ha actuado como suelen hacerlo las grandes potencias frente a temas sensibles y de alta relevancia, o sea de manera directa y bilateral con la contraparte con la cual busca dirimir un conflicto.

La prensa progresista de los EEUU y Europa a los pocos minutos de conocerse el documento, anunciaron de manera dramática que era el abandono de Ucrania por parte de Washington. Condimentado todo ello con el recurrente cliché de la muy buena predisposición que tendría Trump para pactar con dictadores poderosos en general y con Putin en particular.

Los Demócratas de los EEUU siguen orbitando en torno a uno de sus principales lugares comunes en la batalla con Trump desde la derrota de H. Clinton en noviembre de 2016. O sea, Moscú es un aliado sigiloso y todo poderoso del actual residente en la Casa Blanca. En otras palabras, desde hace 9 años, Putin y sus huestes manipulan a voluntad la dinámica política estadounidense.

Con un PBI más de 12 veces más pequeño que los EEUU y un tercio de su población, los rusos lograrían sus objetivos dentro de la política doméstica americana. La victoria de Biden en 2020 complica el relato, pero recurrir al supuesto mal manejo de Trump de la pandemia china en ese año, les sirve de variable explicativa. De más está decir que si uno mira los indicadores de poder económico, tecnológico, demográfico y cultural, el único rival estratégico de envergadura y por el tiempo por venir que tienen los EEUU pos el fin del momento unipolar iniciado con el colapso de la URSS, es China y su partido marxista leninista. Por lo tanto, el trauma Demócrata con Rusia no ha hecho mas que facilitarle las cosas a Beijing.

El serio error de calculo de Putin en febrero de 2022, generando una guerra que fue pensada para 3 o 4 semanas y que ya lleva casi 4 años, terminó de afectar masivamente los vínculos diplomáticos y económicos comerciales de Moscú con los EEUU, Europa y Japón. Todo lo cual facilitó y facilita las cosas para los mandos de China comunista.

Desde su regreso al poder, Trump tiene muy claro ese tablero estratégico y viene buscando una solución que permita a Rusia cierto margen de maniobra para no ser lentamente fagocitado por el gigante asiático. La diplomacia rusa tiene muy en claro que quedar a merced de Beijing no es una opción segura. Estos dos Estados ha tenido siglos de desavenencias y conflictos, tanto en los períodos monárquicos como durante las décadas en que ambos fueron regidos por el comunismo. Cabe recordar las duras acusaciones cruzadas entre Krushev y Mao desde fines de los años 50 y comienzos de los 60, el violento choque militar en 1969 y, finalmente, el acercamiento chino a los EEUU de Nixon y Kissinger en 1972.

La historia oficial del régimen chino nunca deja de recordar la amputación que sufrió el país en manos rusas de zonas de la actual Siberia a mediados del siglo XIX. En la frontera en común, por cada ciudadano ruso, del otro lado hay 20 o más.

Zelensky tiene tiempo hasta el próximo jueves para responder al plan de paz presentado por Trump para Ucrania (REUTERS/Valentyn Ogirenko)

Volviendo a los 28 puntos presentados por Washington y Moscú a Kiev, una lectura mas atenta y desapasionada nos muestra algo más equilibrado y realista que una sencilla rendición incondicional. Veamos. Ucrania podría mantener fuerzas militares de un tamaño de la mitad de las actuales. O sea, igual o poco más de la que tenía en 2022. No deberá desarmarse ni mucho menos. Sí se reduciría la capacidad de atacar a Rusia en profundidades de 100 km o más. Como era de esperar, no sería miembro formal de la OTAN. No obstante, pocas dudas caben sobre la intensa cooperación que seguirá existiendo entre la Alianza Atlántica y Kiev en materia de inteligencia, logística y tecnología militar. El ingreso a la Unión Europa no es vetado, lo cual es una gran noticia para los esfuerzos de reconstrucción pos guerra. Las zonas del Donbás que entregaría Ucrania serán parte de una franja desmilitarizada entre ambos.

Asimismo, Kiev tendrá acceso a los principales ríos así como a rutas seguras para sus exportaciones vía el Mar Negro. También se establece la convocatoria a elecciones en Ucrania dentro de los primeros 100 días de la firma del acuerdo y suspender la prohibición del ruso como segunda lengua. Tanto los EEUU como la Unión Europa se comprometen a aportar 100 mil millones de dólares cada uno. En el primer caso, a cambio de recursos naturales estratégicos. En materias de sanciones económicas contra Rusia, se irán levantando gradualmente. En caso de violación por parte de Moscú, las mismas serían activada todas juntas y de manera inmediata.

Por último, pero no menos importante, Washington se compromete a dar garantías de seguridad a Ucrania si se comprueban agresiones rusas. Si las hostilidad fuese iniciada por Kiev, la Casa Blanca no participaría y cortaría toda asistencia.

Esta breve síntesis, refleja dos claras realidades. En el terreno táctico Rusia gana día a día algo más de territorio. Teniendo la ventaja en cantidad de hombres, artillería y poder aéreo. Existiendo la posibilidad cierta que en algún momento del año que viene, pueda existir algún modo de colapso parcial o aún mayor de las líneas ucranianas. En el caso de Rusia, su brete estratégico se refleja en una creciente y riesgosa dependencia de manos de China, su dependencia del precio internacional del petróleo y gas y la fuga de capital humano valioso.

Habrá que estar atentos a los próximos días y semanas, donde, no de manera casual, se combinarán horas decisivas para la dictadura venezolana y su mandante Cuba, y la respuesta de Kiev a los 28 puntos. Cabe recordar que la Cumbre de Trump y Putin en Alaska de meses atrás fue descalificada y criticada por muchos de los principales medios de prensa y analistas del mundo. Ahora queda más claro que ahí comenzó a tomar forma un diálogo estratégico que va mucho más allá de Ucrania y del corto plazo por parte de los EEUU y Rusia. De avanzar en este sentido, China deberá asumir que los buenos tiempos de las fobias y descarriamiento del diálogo entre la Casa Blanca y el Kremlin van quedando atrás. Fue bueno mientras duró para las amplias ambiciones globales de Beijing y su gobernante eterno Xi Jinping.

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