La clave para mantener la casa limpia y ordenada a diario no requiere grandes sacrificios ni herramientas especiales: simplemente consiste en incorporar cinco rutinas fáciles y rápidas en el día a día. Cuando se van aplazando las tareas, dejando que la suciedad se vaya acumulando, poco a poco pero inevitablemente, al final siempre requiere mucho más esfuerzo que si se dedican unos minutos por la mañana a cumplir una serie de objetivos sencillos antes de salir de casa.
Los cinco pasos para mantener tu casa limpia sin esfuerzo
El primer paso recomendando es ventilar un poco el dormitorio y dejar la cama hecha cada mañana. Después de dormir unas siete u ocho horas, la habitación acumula olores y humedad, así que abrir las ventanas durante al menos quince o veinte minutos ayuda a renovar el ambiente. Es importante también deshacer por completo la cama y retirar las sábanas y mantas para ventilar el colchón antes de volver a hacerla. Recoger el pijama o la ropa que se utilice para dormir, doblarla y colocarla bien favorece también una sensación de orden.
Con la casa ventilada, es el turno de la lucha contra el polvo. Este enemigo silencioso se deposita en suelos y muebles, sobre todo en las estancias donde más tiempo se pasa, como el salón o la cocina integrada en espacios abiertos. Basta usar un aspirador, un robot o un simple paño atrapapolvo para evitar que la suciedad se acumule. El contacto con el exterior, abriendo puertas o balcones, facilita la entrada de polvo y obliga a incorporar estos pequeños gestos a la rutina.
La siguiente parada está en el cuarto de baño, uno de los espacios del hogar en que la suciedad aparece más rápido. Una vez terminada la higiene personal matutina, resulta efectivo pasar un paño de microfibra humedecido con espray limpiador, preferiblemente antical, por toda superficie. Una simple pasada sobre el lavabo, el inodoro y el bidé basta para restaurar el aspecto fresco. El espejo también es importante: el retirar las marcas de agua o pasta de dientes siempre le dará un mejor aspecto.
Otra rutina con impacto inmediato: lavar los platos. El fregadero ordenado da mucha tranquilidad. Después de cada comida, se lavan tazas, cubiertos y platos o se colocan directamente en el lavavajillas. Evitar los restos de comida en la cocina mantiene los olores a raya.
El último gesto, según quienes sistematizan estas tareas, se centra en la zona de fuego, los fogones o la vitrocerámica. Limpiar el área después de cada uso es ideal, pero si no se dispone de tiempo, un repaso rápido con un paño húmedo y otro seco cada mañana deja listas las superficies para el día. De este modo, la grasa y los restos no se acumulan.
Dependiendo de las circunstancias y la urgencia, hay quienes incluyen una sexta rutina a la lista básica: poner la lavadora. Un ciclo programado a última hora puede encajar perfectamente en la dinámica del hogar y contribuir a que el orden se mantenga cada día.