Los neumáticos nuevos presentan una información en sus laterales que, generalmente, no es atendida por los usuarios. Conocerla, por ejemplo, la que ofrece los puntos rojos y amarillos, ayudará a la extensión de la vida útil de los mismos.
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Aunque a simple vista tengan una apariencia de fabricación perfecta, la mayoría de los neumáticos no son idénticos en diámetro y peso. Esto no se presenta como un error de fabricación o producción, ya que, la normativa internacional acepta variaciones mínimas como desniveles ligeros o pequeñas diferencias en la distribución de peso o en la circunferencia.
Según la Federación Europea de Fabricantes de Neumáticos (ETRMA, por sus siglas en inglés), los puntos rojos y amarillos se necesitan para ajustar de manera exacta cada cubierta en la llanta, ese es su propósito y es recomendable no ignorarlo, para prevenir un desgaste acelerado.
Los puntos rojos y amarillos en el neumático ayudan a equilibrar las ruedas y garantizan una conducción segura. No son ubicados de manera arbitraria sino tras un análisis en fábrica que mide con precisión cuál es la parte más liviana, la más pesada o la que presenta mayor deformación.
¿Cómo se usan?
A partir de estas señales, será el mecánico o instalador del neumático el que las usará como guías para situarlo en la posición correcta respecto de la válvula o a la marca equivalente de la llanta.
En cuanto al punto rojo, que está en la parte interior del flanco del neumático, señala la parte más alta del mismo o “la máxima variación de fuerza radial” (RFV, por sus siglas en Inglés). Esto indica la desviación que experimenta la cubierta al rotar sobre el eje y se mide con instrumentos específicos.
El punto rojo ayuda al balanceo del neumático, así, al montarlo en la rueda, este punto se alinea con la parte más pesada de la misma (es la más hundida, generalmente, cercana a la válvula) que suele estar marcada con un adhesivo en el interior para minimizar el desequilibrio y reducir la necesidad de agregar pesos de balanceo.
Si el neumático presenta un punto rojo y uno amarillo o blanco, se debe priorizar el rojo. Porque corregir la deformación física trae más beneficios que equilibrar el peso.
En cuanto punto amarillo, (o blanco, según el fabricante) indica el área más ligera de la cubierta (RFV mínimo), es decir, donde está el área con menor masa. Se ubica en el costado del neumático y coincide con la válvula por donde se comprueba la presión del inflado. Es otra referencia usada para hacer el equilibrado del neumático.
Qué le ocurre a los neumáticos con el tiempo
Con el tiempo, los neumáticos pueden desequilibrarse por el desgaste normal o a factores ambientales y esto, trae consecuencias como:
- Generar un desgaste desparejo del neumático donde tienen mayor contacto con el suelo, ahí, sufre un daño desigual y se acorta su vida útil. También, si los neumáticos no apoyan de manera regular, afecta el sistema de amortiguación desgastando algunos de sus componentes.
- Vibraciones que se reflejan en el volante y dentro del auto, más, si se superan los 90 kilómetros por hora cuando el neumático sufre mayores inercias y deformaciones. Se reduce el confort de marcha.
- Mayor consumo de combustible porque el neumático aumenta la resistencia a la rodadura.
- Peligro en la conducción porque las maniobras de emergencia se ven comprometidas ante un desequilibrio que afecte la estabilidad en curvas, maniobras de esquive o frenadas.
- Acelera el desgaste de otros sistemas del vehículo como los rodamientos y la suspensión.
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Equilibrar las ruedas consiste en hacer coincidir el centro geométrico de la rueda con su centro de gravedad cuando está girando. Es recomendable, cada vez que se cambien los neumáticos (un par o el juego completo), realizar el equilibrado de estos repuestos en un taller especializado.