NUEVA YORK.- El lunes, el líder israelí obtuvo del presidente Donald Trump un plan de paz que le prometía una victoria total, bajo la forma de un mensaje de “tómalo o déjalo” dirigido a Hamas. El grupo islamista debía liberar a todos los rehenes israelíes que seguían en Gaza en un plazo de 72 horas, deponer las armas y renunciar a cualquier papel en el futuro del territorio, o Israel tendría vía libre para perseguir la destrucción de la organización.
El viernes, en respuesta a un nuevo ultimátum de Trump, Hamas anunció que estaba dispuesto a liberar a todos los rehenes. Pero no dijo cuándo lo haría, eludió comprometerse a entregar las armas y señaló que quería “discutir los detalles” del plan de Trump.
Para el senador Lindsey Graham, cercano aliado de Netanyahu, esto fue “en esencia, un rechazo de Hamas” a la propuesta presidencial, escribió en redes sociales.
Para Michael Herzog, exembajador de Netanyahu en Estados Unidos, se trató de “un ‘no’ disfrazado de ‘sí’, dijo en una entrevista.
Sin embargo, Trump abrazó la declaración de Hamas como un rotundo “sí”. “Con base en el comunicado que acaba de emitir Hamas, creo que están listos para una paz duradera”, escribió en redes sociales. “¡Israel debe detener de inmediato los bombardeos en Gaza para que podamos sacar a los rehenes de forma segura y rápida!”
La oficina de Netanyahu esperó varias horas antes de responder. Pasadas las 3 de la madrugada del sábado, hora de Israel, comunicó que el país estaba listo para la “liberación inmediata de todos los rehenes”. No mencionó las condiciones planteadas por Hamas. En cambio, remitió nuevamente al plan de paz de Trump y afirmó que Israel cooperaría con la Casa Blanca “para terminar la guerra de acuerdo con los principios establecidos por Israel y que son consistentes con la visión del presidente Trump”.
La perspectiva de un regreso de los rehenes y el fin de la guerra avivó el sábado las esperanzas tanto en Israel como en Gaza, después de casi dos años de conflicto brutal y devastación.
Pero Netanyahu se encuentra ahora presionado tanto por sus preocupaciones políticas internas como por la presión geopolítica que ejercen Trump y varios países musulmanes y árabes de Medio Oriente. Naciones de todo el mundo recibieron los acontecimientos del viernes por la noche como si la paz ya hubiera llegado.
“Se encontrará con todo el mundo aplaudiendo y tendrá que explicar por qué está en contra”, señaló Eran Etzion, exsubdirector del Consejo de Seguridad Nacional bajo tres primeros ministros israelíes y alto funcionario de asuntos exteriores en una etapa anterior del propio Netanyahu.
El llamado de Trump a que el ejército israelí cese de inmediato las operaciones -para que luego se negocie entre Israel y Hamas- difícilmente pudo haber sido bien recibido por el primer ministro, según Etzion. “Estas negociaciones se llevarán a cabo bajo las condiciones de un alto el fuego, lo cual es contrario al diseño de Netanyahu”, afirmó. “Netanyahu quería que todo esto ocurriera bajo presión militar israelí”.
El giro de los acontecimientos del viernes por la noche también podría poner en riesgo la coalición de gobierno de Netanyahu. Sus socios de derecha ya habían recibido, a través de la propuesta de Trump del lunes, el mensaje de que debían abandonar sus aspiraciones de expulsar a los palestinos de Gaza para siempre, permitir la colonización israelí y anexar el enclave costero. Ahora, se les dice en la práctica que Hamas no desaparecerá y que tal vez ni siquiera acepte desarmarse.
“No veo cómo sus socios de coalición puedan aceptar eso”, señaló Shira Efron, analista de política israelí en la RAND Corporation, un centro de estudios.
“Si Netanyahu quiere venderlo como un logro, puede hacerlo”, agregó, señalando que el plan de Trump pondría fin a la guerra, devolvería a los rehenes, reemplazaría a Hamas por otra entidad que gobierne Gaza y sumaría a naciones árabes y musulmanas para estabilizar y reconstruir el enclave.
“Pero sus socios esperaban otra historia”, dijo Efron. “Una historia irreal”.
Lo que es realista, sin embargo, está lejos de ser seguro. Aunque las declaraciones iniciales de Hamas e Israel sonaron esperanzadoras para quienes anhelan el fin de la guerra, hay muchos posibles obstáculos, advirtieron analistas, desde tácticas dilatorias hasta nuevos brotes de violencia.
“Aún no ha terminado”, dijo Eyal Hulata, quien fue asesor de seguridad nacional de Israel bajo el exprimer ministro Naftali Bennett y hoy es investigador en la Fundación para la Defensa de las Democracias, un centro de estudios.
Lo que más le preocupa, explicó, es la posibilidad de que tanto Hamas como Netanyahu estén actuando para complacer las demandas de Trump, pero sin intención real de cumplir lo que se requiere.
Aun así, algunos se atreven a tener esperanza -y no solo de poner fin a la guerra en Gaza-.
Etzion argumentó que Netanyahu se ha quedado tan aislado en el escenario internacional que ahora es posible imaginar un Israel posterior a Netanyahu e incluso un renacimiento de un proceso de paz más amplio con los palestinos.
Existe “el clima regional e internacional, incluso potencialmente el clima interno palestino” para retomar un proceso político, dijo. “Nada es fácil, pero es posible, si tenemos un alto el fuego”.