A menudo, no reparamos en que nuestros hábitos de vida tienen un impacto directo en nuestra salud, concretamente en la salud de nuestra vejiga. Este órgano, ubicado en la parte baja del tracto urinario y cuya función esencial consiste en almacenar y liberar la orina, puede sufrir complicaciones o molestias si no lo cuidamos como es debido.
Dipa Kamdar, profesora de Práctica Farmacéutica en Kingston University (Londres), revela en declaraciones a The Conversation que el bienestar de nuestra vejiga depende en gran medida de rutinas diarias que, de ser descuidadas, pueden derivar en infecciones, incontinencia o incluso cáncer.
Aguantar las ganas de orinar
Entre los factores que más afectan a la vejiga, la retención prolongada de orina ocupa un lugar destacado. Retrasar la visita al baño hace que la orina se acumule y que los músculos de la vejiga se estiren, lo que, con el tiempo, puede debilitar su capacidad para contraerse y vaciarse por completo. Esta situación favorece la retención urinaria y, en casos graves, puede dañar los riñones. Además, Kamdar señala que “retener la orina da más tiempo a las bacterias para multiplicarse, aumentando el riesgo de infecciones urinarias”.
Para evitar estos problemas, los especialistas recomiendan vaciar la vejiga cada tres o cuatro horas y, en el caso de las mujeres, sentarse completamente en el inodoro para facilitar la relajación de los músculos pélvicos. Una técnica útil es la “doble micción”, que consiste en esperar entre 10 y 20 segundos tras orinar y volver a intentarlo para asegurar un vaciado completo.
No beber suficiente agua
La deshidratación representa otro riesgo relevante. Cuando la ingesta de líquidos es insuficiente, la orina se concentra, lo que irrita la mucosa vesical y eleva la probabilidad de infecciones. La recomendación general es consumir entre 1,5 y 2 litros de agua al día (seis a ocho vasos), incrementando la cantidad en caso de actividad física intensa o temperaturas elevadas. Además, la falta de líquidos puede provocar estreñimiento, lo que a su vez ejerce presión sobre la vejiga y dificulta su control.
Beber excesiva cafeína y alcohol
El consumo excesivo de cafeína y alcohol también puede perjudicar la salud vesical. Ambas sustancias actúan como diuréticos suaves y pueden irritar la vejiga. “Las personas que consumen más de 450 mg de cafeína al día (aproximadamente cuatro tazas de café) tienen más probabilidades de experimentar incontinencia que quienes ingieren menos de 150 mg”.
En cuanto al alcohol, otra investigación mostró que los hombres que beben entre seis y diez tragos semanales presentan mayor incidencia de síntomas urinarios bajos en comparación con los abstemios. El abuso de alcohol podría incluso incrementar el riesgo de cáncer de vejiga, aunque la evidencia al respecto es variable.
Fumar
El tabaquismo constituye uno de los principales factores de riesgo para el cáncer de vejiga, responsable de aproximadamente la mitad de los casos. Los fumadores tienen hasta cuatro veces más probabilidades de desarrollar esta enfermedad que los no fumadores, especialmente si comenzaron a fumar a una edad temprana o mantuvieron el hábito durante años, incluyendo el uso de cigarros y pipas. Los compuestos químicos del tabaco, como las arilaminas, se filtran en la sangre, son procesados por los riñones y almacenados en la orina, donde pueden dañar el revestimiento vesical.
Higiene deficiente
La higiene inadecuada puede facilitar la entrada de bacterias en el tracto urinario. Algunas prácticas como limpiarse de atrás hacia adelante, el uso de jabones agresivos o la omisión del lavado de manos alteran el equilibrio natural de la microbiota y aumentan el riesgo de infecciones. La actividad sexual también puede transferir bacterias desde el área intestinal o vaginal a la uretra, por lo que orinar después de las relaciones sexuales ayuda a reducir la probabilidad de infecciones tanto en hombres como en mujeres.
Mala alimentación y falta de ejercicio
La alimentación y el nivel de actividad física influyen de manera significativa en la función vesical. El exceso de peso ejerce presión sobre la vejiga y favorece las pérdidas de orina, mientras que el ejercicio regular contribuye a mantener un peso saludable y previene el estreñimiento, que de otro modo incrementaría la presión sobre el órgano.
Ciertos alimentos y bebidas, como los refrescos, comidas picantes, cítricos y edulcorantes artificiales, pueden irritar la vejiga y agravar los síntomas en personas predispuestas. Una dieta rica en fibra, con abundancia de cereales integrales, frutas y verduras, protege tanto la salud digestiva como la urinaria.