El entorno empresarial en la Argentina está experimentando una transformación radical. Con un mundo en impensada volatilidad, y un Gobierno enfocado en estabilizar la macroeconomía y desregular el mercado, las organizaciones se encuentran en un escenario donde la responsabilidad de la competitividad es central, y recae enteramente en sus hombros. Este nuevo marco, con reglas de juego distintas, exige una reevaluación profunda de las estrategias corporativas. Ya no basta con gestionar la coyuntura financiera; ahora, la clave está en la capacidad para competir en este nuevo contexto.
Las autoridades han dejado en claro que su prioridad es el contexto macroeconómico: controlar la inflación, estabilizar el tipo de cambio, reducir el riesgo país y bajar las tasas de interés. En ese sentido, la salida del cepo (para personas, y para flujos futuros de compañías) es un gran paso adelante para la normalización. En paralelo, el Gobierno avanza en una desregulación que busca más mercado y menos Estado. Este enfoque implica que los actores privados no pueden esperar regulaciones sectoriales que los protejan o guíen. La responsabilidad de prosperar es exclusivamente suya.
En este contexto, las estrategias financieras, que en el pasado eran lo más importante, pierden relevancia. Lo que importa ahora es la habilidad para redefinir el posicionamiento competitivo, ajustar los modelos de negocios y fortalecer las capacidades internas. ¿Qué hacer en este nuevo escenario?
El primer paso es entender cómo este entorno está cambiando. Algunos jugadores se adaptarán mejor que otros, y es probable que veamos la entrada de nuevos competidores, tanto locales como internacionales, gracias a una mayor apertura comercial y a la posible llegada de inversión extranjera directa. Las compañías deben decidir dónde competir y dónde no, con decisiones significativas y audaces, estirando su frontera de actuación y permitiéndose salir de algunos sectores o mercados. Esto puede implicar consolidarse en el sector o, en algunos casos, retirarse de mercados donde no se pueda ser competitivo. Quedarse en el medio puede ser muy peligroso
Un análisis de la consultora McKinsey señala que aproximadamente el 80% del poder competitivo de una organización está determinado por la industria en la que elige operar, mientras que 20% por la estrategia que ejecuta. Por lo tanto, elegir bien el campo de batalla es crucial. Esto puede llevar a movimientos drásticos, como la compra o venta de unidades de negocio. Más que nunca, las fusiones y adquisiciones (M&A) deben ser vistas como una estrategia central, no como un evento esporádico.
El segundo eje implica repensar la empresa y su portafolio de oportunidades, y animarse a reevaluar los modelos de negocios. Las empresas deben verse cada vez más como un conjunto de proyectos y unidades de negocios, reasignando recursos de manera estratégica y no lineal. No se trata de hacer ajustes superficiales, destinando recursos de manera relativa al tamaño de todos los negocios, sino de tomar decisiones discretas y materiales. Es fundamental definir cuáles serán los negocios del futuro y cómo la innovación jugará un papel clave en esa transición.
El modelo de negocios debe ser repensado en términos de su oferta de valor: qué set de productos y servicios estoy acercando a qué nicho de mercado. Para ello, es crucial reevaluar los segmentos de clientes y nichos de oportunidad, ajustando la propuesta de valor para los nuevos escenarios.
El tercer eje se centra en las capacidades internas. Para competir, las corporaciones deben lograr la excelencia en el entendimiento de los economics del negocio. Esto incluye comprender la rentabilidad por unidad y el punto de equilibrio en diferentes escenarios. La solvencia financiera y la búsqueda de liquidez también son clave.
Además, atraer y retener a los mejores talentos es crucial. El enfoque tradicional de motivar con premios y castigos debe evolucionar hacia un modelo que inspire y sea aspiracional. Las organizaciones deben repensar su modelo de gobernanza para tomar decisiones de manera ágil y eficiente.
El nuevo marco en la Argentina presenta desafíos, pero también muchas posibilidades. Quienes logren reevaluar su entorno competitivo, ajustar sus portafolios y modelos de negocios, y fortalecer sus capacidades internas estarán mejor posicionados para competir y prosperar en este escenario. Como dijo Charles Darwin, “no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta al cambio”.