Estudiante colombiano en Corea del Sur se arriesgó a abrir emprendimiento típico: así le fue vendiendo dulces a sus compañeros

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Gabriel grabó los momentos en que los coreanos se acercaban a su emprendimiento - crédito @gabofifas08/Instagram

El ingenio y el ‘rebusque’ de los colombianos sigue dando la vuelta al mundo, después de que se conociera la historia de Gabriel, un joven estudiante colombiano que se ganó el cariño en la red Tiktok, después de compartir su experiencia vendiendo dulces en una universidad en Corea del Sur, donde actualmente reside y cursa estudios.

Según los videos publicados en su cuenta de Tiktok, donde aparece como @gabofifas, Gabriel se encuentra radicado en Corea del Sur desde hace un tiempo, país donde no solo estudia, sino que explora nuevas formas de adaptarse cultural y socialmente.

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En uno de sus contenidos más recientes, titulado Un día vendiendo dulces en mi universidad de Corea del Sur, mostró cómo decidió emprender en un entorno poco habitual para este tipo de actividad.

De acuerdo con el propio Gabriel, la idea de vender dulces surgió de la observación de que no existía competencia dentro del campus universitario.

Este loco que están viendo está vendiendo dulces en su universidad de Corea. Se me ocurrió la maravillosa idea de vender dulces donde no hay competencia y este es el lugar perfecto”, explicó en uno de sus videos. La ocurrencia, que inicialmente parecía descabellada, resultó ser un éxito inesperado.

Gabriel cursa estudios en la Universidad de Keimyung, institución que acoge a estudiantes de diferentes nacionalidades. Este contexto multicultural jugó a su favor, ya que tanto alumnos coreanos como extranjeros se mostraron curiosos y solidarios con su propuesta. Para llevarla a cabo, primero compró los dulces y una taza donde pudiera almacenarlos, y luego recorrió el campus ofreciendo su mercancía.

Pese al nerviosismo inicial, el joven colombiano destacó que se sentía motivado por hacer algo poco común. “Se me ocurrió la idea de vender dulce en mi universidad, porque nadie me conoce y tampoco nadie lo ha hecho. Estoy algo nervioso, pero es algo diferente y espero que me vaya bien”, comentó en la grabación.

Al concluir su primer día de ventas, Gabriel expresó su sorpresa por la buena acogida: “Al final me fue bastante bien, me colaboraron muchas personas coreanas y extranjeras de varias partes del mundo. Eso me pareció algo muy genial”, afirmó.

El video no solo acumuló visualizaciones rápidamente, sino que generó una ola de comentarios celebrando la iniciativa. Frases como “Un colombiano nunca se vara”, “Que la tradición no se pierda en ningún país” y “Hubieras llevado dulces colombianos” fueron algunos de los mensajes de apoyo que recibió.

El auge de su primer video lo llevó a compartir a través de TikTok una segunda parte de su experiencia vendiendo dulces tradicionales en el campus universitario donde estudia. En su video, narró cómo ha aplicado lo aprendido en clase para emprender, llevando productos colombianos y coreanos a sus compañeros y transeúntes del lugar.

Primero fuimos a clase para llenarnos de conocimiento para después ponerlo en práctica”, comentó Gabriel, mientras mostraba su puesto improvisado y parte del dinero que ha logrado recaudar. En el video también se observa que utiliza la moneda local, los wones, hecho que le resultó “bien curioso”.

Entre los productos que ofreció se encuentran gomitas coreanas, con precios que oscilan entre los 500 y 2.000 wones, equivalentes a unos 1.500 a 6.000 pesos colombianos. Según sus propias palabras, se trata de precios “muy económicos para que me compren”.

Sin embargo, en su segundo día como emprendedor, Gabriel narró un hecho que lo dejó atónico al acercarse a un joven coreano para ofrecerle sus productos. “Él solamente cogió la maleta y corrió… yo quedé así como parce, ¿qué hice de malo?”.

El incidente llamó la atención de varias personas presentes, aunque algunas chicas que presenciaron lo ocurrido lo tranquilizaron diciéndole que ese tipo de reacciones son parte de las costumbres locales.

Posteriormente, tuvo una experiencia similar con una joven coreana, lo que lo llevó a reflexionar: “Es otra cultura, también respetable. Y las personas no quieren comprarte, es normal”. Para superar la barrera del idioma, Gabriel explicó que ideó una estrategia práctica: usar capturas de pantalla con traducciones al coreano de lo que está vendiendo, lo que ha facilitado la comunicación y las ventas.

Además, detalló aspectos del sistema monetario coreano y las conversiones con el peso colombiano, destacando que “100 pesos acá son muy valorizados, así que trato de cuidarlos muchísimo”.

Finalmente, el joven relató que cuando le preguntaron por qué vendía dulces, respondió con naturalidad: “Eso es tradición de mi país”, añadiendo con humor que “papi, toca hacer parloncito un poquito acá… porque necesito el dinerito”.

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