Dean Braxton, un hombre de 68 años del estado de Washington, Estados Unidos, relató su extraordinaria experiencia de haber estado clínicamente muerto durante 105 minutos y su posterior retorno a la vida. Según su testimonio al portal de Daily Mail, un procedimiento hospitalario rutinario para extirpar cálculos renales en 2006 se complicó gravemente, lo que derivó en una infección masiva que detuvo su corazón.
Los médicos intentaron reanimar a Braxton sin éxito e incluso ya habían comenzado los trámites para enviar su cuerpo a la morgue cuando, contra todo pronóstico, despertó. El personal del hospital lo apodó el “Hombre Milagro” después de que los informes médicos confirmaran que no sufrió daño cerebral y se recuperó en perfecto estado, a pesar de que su cuerpo estuvo inactivo durante una hora y 45 minutos. Este hecho fue descrito como “notable”, ya que el cerebro humano suele sufrir daños irreversibles entre cinco y diez minutos sin oxígeno.
Braxton describió su experiencia cercana a la muerte no con temor, sino con una abrumadora sensación de alegría, paz y consuelo. Esta revelación, según él, transformó su perspectiva de la vida y le otorgó una visión “eterna”. Incluso, afirmó haber sido llevado a un reino que identificó como el cielo, donde se encontró con familiares ya fallecidos, ángeles, Jesús y Dios.

En este reino, el pastor relató que todo lo que encontró, a lo que se refirió como “creaciones”, le hizo sentir bienvenido, incluso los árboles y los animales. “Sentí que todo estaba vivo, nada estaba muerto, y no me refiero solo a estar vivo en el sentido de que es como el césped que tengo en mi jardín. Quiero decir, estaban vivos donde eran inteligentes”, reveló. Al mismo tiempo, añadió que “parecía que todo tenía una actitud —buena, no mala— y se alegraron de que hubiera ido”.
Fue recibido por sus familiares fallecidos, encabezados por su abuela Mary. Esta bienvenida se extendió a generaciones de ancestros que Braxton nunca conoció en vida. Este encuentro, según sus palabras, le cambió la vida y le reveló la importancia de la familia para Dios, demostrándole que las familias individuales son tan significativas como la “familia de Dios” en general. “No sabía lo importante que era hasta que llegué allí. Así que eso realmente cambió mi perspectiva sobre mi propia familia”, puntualizó.
Una de las revelaciones más singulares de Braxton fue la forma de comunicación en el más allá. Aunque las personas podían hablar verbalmente, la principal interacción era de “pensamiento a pensamiento”, mediante “imágenes instantáneas” en lugar de palabras. Explicó al Daily Mail que si alguien quería hablar de una mesa, por ejemplo, le transmitían directamente la imagen completa de esa mesa a su mente. Este método, comentó, era ideal porque proporcionaba la plenitud del pensamiento al instante, sin malentendidos ni necesidad de largas explicaciones, lo que hacía que cada conversación sea profundamente íntima.

Finalmente, Dean Braxton se acercó a lo que denominó “el borde del cielo”, un lugar que no podía describir físicamente, pero que sentía que significaría abandonar la realidad terrenal si lo cruzaba. En ese punto, detalló que Jesús se comunicó con él con pocas palabras: “No es tu hora, regresa”. Como muchas personas con una experiencia cercana a la muerte expresaron, él tampoco quería irse del cielo, pero Jesús le repitió la instrucción tres veces.
El pastor aún recuerda haber visto su cuerpo sin vida y a su familia y las enfermeras reunidas alrededor en el hospital antes de volver al mundo de los vivos. “Solo recuerdo que mi corazón empezó a latir de nuevo, y los médicos vinieron corriendo y empezaron a hacer todo lo que tenían que hacer. No esperaban que viviera ni siquiera después de mi regreso”, recordó.
La experiencia no alteró su cuerpo físico, pero sí transformó por completo su perspectiva del mundo y el mensaje de su ministerio. “Regresé siendo una persona distinta, y mi esposa tuvo que adaptarse porque tenía un esposo completamente diferente”, afirmó. Antes de la experiencia cercana a la muerte, tomaba decisiones basándose en lo que le parecía correcto o práctico, mientras que ahora, su pregunta es: “¿Cómo impacta esto la eternidad?”. Se dio cuenta de que casi todo en la Tierra es transitorio, por lo que invierte su tiempo y energía en lo que perdura: las relaciones personales y ayudar a otros a conectar con Dios. “Deseo desesperadamente que la gente conozca a Jesús por mi encuentro con él. Mis palabras no te hacen entrar, Jesús sí”, concluyó Braxton.
