Excrementos fosilizados de hace 300 millones de años han permitido comprender cómo determinados minerales han preservado información biológica a lo largo de la historia de la Tierra.
Publicado en la revista Geobiology, el estudio dirigido por la Universidad de Curtin examinó coprolitos, provenientes principalmente del yacimiento fósil de Mazon Creek, en Estados Unidos.
Ya se sabía que los coprolitos contenían derivados del colesterol, lo cual constituye una sólida evidencia de una dieta basada en carne. Sin embargo, la nueva investigación exploró cómo esos delicados rastros moleculares se conservaron y sobrevivieron al paso del tiempo.
Normalmente, los tejidos blandos se fosilizan debido a los minerales de fosfato, pero el estudio descubrió que las moléculas se preservaron gracias a diminutos granos de carbonato de hierro dispersos por todo el fósil, que actúan como cápsulas microscópicas del tiempo.
NUEVA DIMENSIÓN A LA PRESERVACIÓN MOLECULAR
La Dra. Madison Tripp, líder del estudio e investigadora adjunta de la Facultad de Ciencias de la Tierra y Planetarias de Curtin, afirmó que los hallazgos aportan una nueva dimensión a la comprensión científica de la preservación molecular, crucial para comprender mejor el mundo antiguo.
«Los fósiles no solo preservan las formas de criaturas extintas hace mucho tiempo, sino que también pueden contener rastros químicos de vida», afirmó la Dra. Tripp en un comunicado.
Pero cómo sobreviven esas delicadas moléculas durante cientos de millones de años ha sido un misterio desde hace mucho tiempo: dado que los minerales de fosfato ayudan a preservar la forma y la estructura del fósil, cabría esperar que también ayudaran a preservar las moléculas, pero descubrimos que era el carbonato de hierro el que protegía los rastros moleculares en su interior.
«Es como descubrir un cofre del tesoro -en este caso, fosfato- pero el verdadero oro se esconde en las piedras cercanas.»
Para determinar si esta asociación mineral/molécula era exclusiva del yacimiento de Mazon Creek, los investigadores ampliaron el análisis para incluir una amplia gama de fósiles que abarcan diferentes especies, entornos y períodos de tiempo.
La profesora Kliti Grice, directora fundadora del Centro de Geoquímica Orgánica e Isótopa de Australia Occidental de Curtin, afirmó que esto reveló que los hallazgos eran consistentes en todas las muestras.
«Esto no es solo un hallazgo único ni fortuito: es un patrón que estamos empezando a ver repetido, lo que nos indica que los minerales de carbonato han estado preservando silenciosamente la información biológica a lo largo de la historia de la Tierra», afirmó la profesora Grice afirmó:
«Comprender qué minerales tienen más probabilidades de preservar biomoléculas antiguas nos permite ser mucho más precisos en nuestras búsquedas de fósiles. En lugar de depender del azar, podemos buscar condiciones específicas que nos brinden la mejor oportunidad de descubrir pistas moleculares sobre la vida antigua».
Grice afirmó que, al revelar cómo se preservan las biomoléculas, los científicos obtienen nuevas y poderosas herramientas para reconstruir el mundo de hace cientos de millones de años.
«Esto nos ayuda a construir una imagen mucho más completa de los ecosistemas pasados: no solo cómo eran los animales, sino también cómo vivían, interactuaban y se descomponían», afirmó el profesor Grice.