Fábrica Argentina de Alpargatas: los escoceses que revolucionaron el calzado más tradicional argentino y fundaron una empresa icónica

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A mediados del siglo XIX, en un lejano pueblo portuario de Escocia llamado Arbroath, un hombre de apellido Douglas Fraser y sus hijos dirigían una pujante fábrica de lona. A su vez, en el Río de la Plata, los inmigrantes vascos introducían un calzado cómodo y novedoso que pronto se volvería extremadamente popular en la Argentina: la alpargata.

Estos dos hechos, en apariencia inconexos, confluirían en la década de 1880 en Buenos Aires para dar origen, gracias a la inventiva de aquellos escoceses, a una empresa que sería icónica para la historia de la industria nacional: la Fábrica Argentina de Alpargatas.

Los Fraser de Arboath, Escocia, fueron los que iniciaron la historia de la Fábrica Argentina de Alpargatas; de izquierda a derecha: Norman, John, Douglas Jr., Patrick y Robert Fraser, sentadas: Mary Ann Brydon Fraser e Isabella en 1880

La compañía, radicada en principio en Barracas, creció desde su origen y se posicionó como la más importante en su rubro en el siglo XX, introduciendo en el mercado, además de las alpargatas Rueda, marcas inolvidables como Pampero, Flecha, Hawaianas o Far West, entre otras. La empresa también quedó en el imaginario popular a través de sus almanaques con las ilustraciones de Florencio Molina Campos. Y hasta dejó su marca en los planos viales bonaerenses con la rotonda de Alpargatas, en Florencio Varela.

Almanaque de enero de 1931 con la imagen de Florencio Molina Campos, que ilustró los calendarios en dos temporadas de seis años cada una para la Fábrica Argentina de Alpargatas

“Mi abuelo se retiró de Alpargatas cuando yo tenía 12 años. Se hablaba en casa de que la fábrica esto, la fábrica lo otro, pero yo era un nene, estaba en otra cosa”, cuenta Robert Fraser a LA NACION. Su apellido está íntimamente ligado a la Fábrica Argentina de Alpargatas desde los inicios. El abuelo al que él hace mención es Don Roberto Fraser, el último miembro de la familia en el directorio de la compañía, quien se retiró definitivamente en 1974.

Robert Fraser, de 62 años, no solo es descendiente de aquellos hombres que imaginaron, crearon y administraron la emblemática compañía durante décadas, sino que también es autor de Los alpargateros Escoceses: la historia de Alpargatas, un libro monumental que le llevó ocho años de trabajo y que recorre los puntos mas salientes de una compañía que fue sustancial para la economía y también para la cultura popular de la Argentina.

Los alpargateros escoceses, la monumental obra de Robert Fraser que es un meticuloso recorrido por la historia de la Fábrica Argentina de Alpargatas

De los barcos de guerra al calzado

Robert, ¿cómo es que tus antepasados Fraser, que vivían en Escocia, terminan poniendo una fábrica de alpargatas en Buenos Aires?

–En realidad, nace todo por una necesidad de adaptarse al cambio tecnológico. Ellos tenían allá una empresa, Douglas Fraser & Son, que se dedicaba a fabricar lonas y su cliente principal era la Marina de Guerra Británica, que compraba el material para el velamen de sus navíos. Cuando la navegación pasa de vela a vapor, los Fraser encuentran que su negocio empieza a decaer, hasta que cae completamente. Entonces, necesitan salir a buscar nuevas líneas de negocios.

Norman Fraser, el que ideó la máquina para trenzar el yute que dio origen a la fábrica de Alpargatas en el año 1884Trenzadora de cinco hebras y dos almas, fabricado por Douglas Fraser & Sons, en 1887 para producir industrialmente las alpargatas, un producto que solo se hacía de manera artesanal

–¿Y cómo pasan de las velas de barcos a las alpargatas?

–Es que empiezan a ponerse en contacto con todas las personas que les compraban lona en distintos lugares del mundo. Entre ellos, hay un zapatero de origen vasco en Buenos Aires, Juan Etchegaray, al que le preguntan para qué les compraba la lona. Etchegaray les comenta que la usaba para hacer la capellada de las alpargatas. Los Fraser no tenían idea de qué era una alpargata, la desconocían por completo, y le piden una muestra a su cliente. Cuando llegan las muestras, se quedan perplejos: la suela estaba prensada con fibras de yute, un material que en Escocia se trabaja mucho, pero nunca habían escuchado de ese calzado.

–¿Esas suelas se hacían a mano?

–Claro, el trabajo era artesanal, por eso los Fraser, que eran todos ingenieros, se pusieron a pensar si no había una forma de industrializarlo. Norman, que era el hermano menor, era el más inventivo de todos. Desarrolló entonces la trenzadora de yute, que fue el origen de toda la empresa. Esto fue en 1880 e increíblemente es la misma máquina que funciona todavía hoy en la fábrica Alpargatas Textil de Bella Vista, Corrientes. Obviamente, se hicieron mejoras con el paso de los años, pero el funcionamiento es el mismo.

Banco de alpargatero, con el cosido de la suela de la alpargataUna operaria de pie junto a una máquina para cardar llamada Silver Roll Former

La primera fábrica

–¿Continúan en contacto con Etchegaray mientras hacen estas innovaciones?

–Claro. Diseñan la máquina en Escocia, la patentan, logran hacer otra máquina para el cosido lateral, que una la suela con la capellada y logran hacer todo el proceso de fabricación. Le escriben a Etchegaray en Buenos Aires y le dicen: “Acá hay una posibilidad industrial”. Hacen un plan de negocios y se encuentran finalmente con Etchegaray en Escocia. Deciden, con la inversión de ambas partes, armar la primera fábrica que se llamaba originalmente “Etchegaray y Fraser”, que se estableció en Buenos Aires en 1884. La fábrica original se instala en Barracas, en Montes de Oca 165, de la vieja numeración, que hoy sería 1135.

–¿En esa época era mejor producir acá que importar?

–Eso fue una discusión al principio. Pero cuando vieron los costos de importación se dieron cuenta de que iban a ser prohibitivos. Inicialmente, cuando la fábrica recién empezaba, las alpargatas se importaban de allá. Les decían “las alpargatas inglesas”, porque obviamente las sutilezas entre ingleses y escoceses no se conocían seguramente.

La primera versión de la Fábrica Argentina de Alpargatas, en Avenida Montes de Oca 165

–¿Se instalan en Barracas por la proximidad al puerto?

–Y porque allí también vivía la gran mayoría de inmigrantes, en ese entonces, muchos italianos, que recién llegaban al país y que eran la mano de obra que necesitaba la fábrica. Pensemos también lo que era Buenos Aires en ese momento. Barracas era una cosa; el centro, otra; Belgrano, otra… eran barrios que todavía estaban separados, no estaba urbanizada la ciudad.

Una  operaria de la fábrica trabaja en una máquina de punta y talón, diseñada por la Fábrica Argentina de Alpargatas

Nace la Fábrica Argentina de Alpargatas

–Uno relaciona la alpargata con el hombre de campo, ¿ese era el mercado al que apuntaba la fábrica?

–La verdad es que todos los trabajadores usaban alpargatas, no solo en el ámbito rural. En los puertos, en las demás fábricas. Era, casi te diría, la primera opción que tenía el trabajador, por lo baratas que eran. Para que te des una idea. Para 1910 se vendían 4,5 millones de pares al año, la marca de la fábrica era Rueda. En 1954, 15 millones y en el ‘65, 60 millones de pares. Se podía calzar a todo el país…

El viejo alpargatero, de M. Flrs Kaperotxipi

–Pero volvamos a los orígenes, ¿cómo se transforma la compañía “Etchegaray y Fraser” en la ”Fábrica Argentina de Alpargatas“?

–El tema es que la sociedad Etchegaray-Fraser no llega a durar un año. El problema principal fue que el socio vasco no integró su parte del capital, toda la inversión vino del lado escocés y la fábrica se estaba quedando sin capital de trabajo. Se necesitaba imperiosamente capital. Fortuitamente, cuando el hermano mayor de los Fraser, Douglas Jr., viaja de Gran Bretaña a Buenos Aires, traba relación con un inglés que era uno de los especialistas del desarrollo del ferrocarril en la Argentina, Reginald Neild. Neild y Douglas Jr. se tomaron confianza, pensá que el viaje duraba unas cuatro semanas, y ahí surgió la idea de hacer una sociedad anónima. El 7 de enero de 1885 se constituyó la Sociedad Anónima Fábrica Argentina de Alpargatas, donde la mayoría de los accionistas eran ingleses, principalmente relacionados con los ferrocarriles. Y el primer gerente de la fábrica fue Robert Fraser.

Mayoría femenina

Para 1887, tras un comienzo difícil, Alpargatas era una de las tres fábricas más grandes de la ciudad y abastecía una cartera de 260 clientes mayoristas. Empleaba a unos 530 operarios, de los cuales, unas 450 eran mujeres. Fraser explica en su libro el por qué del porcentaje femenino en la factoría: “No solo porque prestaban más atención al detalle, eran más diestras que los varones (…) sino porque las mujeres cobraban salarios más bajos que los varones”.

Proveeduría para empleados de AlpargatasLa banda de mujeres de Alpargatas llegó a tener unas 45 integrantes, aquí tocando en el Colegio Militar de la Nación

“En Escocia también era así –cuenta el entrevistado a LA NACION–, muchas fábricas empleaban mujeres. Acá, en Barracas, lo mismo hacían fábricas como Águila Saint, Canale, Noel… Era todo un polo industrial el barrio en ese momento”.

Como una imagen más del crecimiento empresarial, para 1897 se inaugura la fábrica 2 de la compañía, un colosal edificio ubicado al 1000 de la Avenida Patricios.

–Robert, a fines del siglo XIX y principalmente los primeros años del siglo XX en aquella Buenos Aires había mucha conflictividad obrera: huelgas, manifestaciones, incluso con muertos, como en la Semana Trágica de 1919, también en Barracas. ¿Cómo se manejaba la empresa con su personal en este contexto?

–Ahí es donde surge una de las características más llamativas de Alpargatas, que es el concepto que los Fraser tienen de la persona humana. Porque en Escocia se sufrió mucha persecución de parte de Inglaterra, entonces estaba muy metido en ellos el tema del respeto al prójimo y esto se traducía en cómo se comportaban con los empleados.

Función de cine en el comedor de la fábrica de Alpargatas de la calle Azara, en Barracas

“Saludar a cada obrero”

–¿Cómo era ese comportamiento?

–Desde el comienzo en Alpargatas se preocupaba por el bienestar de los obreros. Al punto que fueron pioneros en ofrecer una serie de beneficios mucho antes de que hubiera una legislación al respecto. Tenían médicos, tenían dentistas, se pagaban aguinaldos desde la década del 30, que llegaba a ser entre tres y cinco veces el sueldo.

–¿Había buen trato de la patronal?

–Sí, siempre se buscó tener contacto directo entre el patrón y el obrero. Muchísima gente que entrevisté recuerda la costumbre de mi abuelo, que él a la vez copió de su padre y de su abuelo, que era recorrer toda la fábrica, saludar a cada obrero, preguntar por su familia, si necesitaba algo. Él iba con una secretaria que tomaba nota si alguien tenía una necesidad para ver la forma de solucionar el tema. No digo que no hubiera conflictos, pero siempre hubo una cuestión de diálogo, cooperación, algo inusitado. Con decirte que al subgerente en la época de mi bisabuelo los trabajadores le decían, cariñosamente, “el socialista”, por su actitud con los trabajadores.

Cuatro generaciones Fraser en la gerencia de la fábrica 1 de Alpargatas: Robert en el retrato de la pared, Bert, Bob y RobinEl campo de deportes de la Fábrica Argentina de Alpargatas estaba ubicado sobre la calle Pavón, en Avellaneda

–Leí que también había un campo de deportes para los empleados

–Sí, estaba en Avellaneda. También tenían un equipo de fútbol, igual que en la fábrica de Montevideo, jugaban con equipos de otras fábricas, como los ferrocarriles, y se formaba una especie de liga. También había una orquesta de mujeres, que llegó a tener 45 integrantes, un conjunto folklórico, uno de tango… Para el que trabajaba en Alpargatas era mucho más que un empleo. Involucraba toda su vida y toda su familia. Cuando construyeron otro edificio, en Azara y Lamadrid, en el último piso estaba el comedor y eso se usaba como cinematógrafo. Todos los sábados se abría y venían los trabajador con su familia a ver cine en la empresa. Una cosa de locos.

Guerras y prosperidad

–Con la fábrica ya establecida y en crecimiento llegó la Primera Guerra Mundial, ¿cómo afectó a la empresa?

–Lo principal fue la imposibilidad de importar yute y lo que fue cobrando importancia más adelante, la goma. La experiencia de la primera guerra hizo que la fábrica empiece a stockearse de materia prima y se incrementó la investigación para buscar fibras alternativas al yute. En principio fue el cáñamo, que se abrió una fábrica 4 en Villa Domínico y después, en los 60, se abre en Córdoba la fábrica de Fibrapalma, que es una fibra sustituta del yute.

La patente de la costura de puntos de cadena de la alpargata, registrada en 1908 por la Fábrica Argentina de AlpargatasLa Fábrica Argentina de Alpargatas, luego de la ampliación del año 1897

–Teniendo en cuenta el origen británico de la empresa, ¿hubo trabajadores que se enlistaron para pelear en la Primera Guerra?

-Sí. Tanto en la Primera como en la Segunda Guerra hubo voluntarios, siempre del lado de los aliados. La empresa entonces no solo les guardó el trabajo, sino que después de las guerras había una política para favorecer a los compatriotas que fueron a la guerra, para volver a insertarlos en la rutina.

–Mencionó la fábrica 4. Por lo que se ve, la empresa no dejaba de crecer.

–Es así. Después de la primera guerra hubo un período de gran prosperidad. Para el año 40 Alpargatas fabricaba toda la gama de calzado, pantuflas, alpargatas, zapatos de cuero, botas; y desde la lona también, se fabricaba desde la más pesada hasta los paños más finos. Entre los 30 y 40 hubo una gran diversificación de productos, lo que la convirtió en la textil y fábrica de calzado líder en la Argentina y también en Uruguay y Brasil.

El comedor de los trabajadores de Alpargatas, en el piso más alto de la calle AzaraPublicidad de los productos de Alpargatas, en el año 1928

–Sin dejar de ser una empresa familiar.

–Eso es lo notorio. El carácter familiar siguió hasta fines de los años ‘60. La historia de la familia Fraser está íntimamente ligada a la historia de la fábrica. Y desde la década del ‘20 la empresa argentina toma el timón de los negocios ya sin la interferencia de la familia escocesa.

El logo y los almanaques, emblemas de una época

–En la década del 30, la empresa impacta de lleno en la cultura popular con su logo. ¿Cómo surgió?

–En esa época todas las empresas buscaban tener algún tipo de identidad corporativa. Ahí se desarrollan la mayoría de los logos. Aunque los productos de Alpargatas tenían nombre, –alpargatas Rueda, calzado Víctor, lonas Cardo– había necesidad de identificar que todo eso era producido por una empresa. Así aparece el logotipo histórico, en letras de bloque negra en perspectiva de tres dimensiones en rojo. La idea era transmitir solidez, durabilidad, industria, tamaño e innovación.

Los almanaques con las ilustraciones de Florencio Molina Campos eran una joya artística que estaba al alcance de todos y que marcó una época

–Otro de los hitos que quedaron en la memoria son los calendarios de Alpargatas ilustrados por Florencio Molina Campos. ¿Cuál es su origen?

–Lo de Molina Campos es un hito publicitario que no se da en otros casos, una cooperación de un artista que daba sus primeros pasos y una empresa. Los nombres de los productos siempre estaban relacionados a lo folklórico, a los gauchos, entonces casi como que era natural identificarse con el hombre de campo, el motivo preferido del artista. Empezó todo con unos pedidos a Molina Campos para que hiciera unas láminas publicitarias. Gustaron y salió la idea de hacer un calendario ¡Fue un éxito! Se hicieron dos temporadas de almanaques de seis años cada una.

En marzo de 1930 se firmó el primer contrato entre el artista y la empresa. De acuerdo con Los alpargateros escoceses, dicho acuerdo fue por $6000, un interesante número para un pintor que entonces vendía sus obras por entre $50 y $100. Los almanaques se convirtieron en un fenómeno popular sin desmerecer sus virtudes artísticas. Alguien llamó a la colección de calendarios como “la pinacoteca de los pobres”. En 1935, en el sobre en el que se entregaban, se podía leer: “Este calendario es una obra de arte y por lo tanto será de aquí a algunos años de mucho valor. Cuídelo no doblándolo de ningún modo”.

Oficina de ventas de Alpargatas sobre Avenida de Mayo al 900Fachada de la Fabrica Argentina de Alpargatas,  la factoría 2, sbre la avenida Patricios, con los camiones de reparto de los productos ostentando las ilustraciones de Florencio Molina Campos

El enojo de Eva Perón

–¿Cómo fue la relación entre Alpargatas y los dos primeros gobiernos peronistas?

–Fue una época particular. Por un lado, se quiso cooptar el movimiento obrero, pero la actitud de la fábrica se mantuvo a pesar de eso, siempre cumpliendo con lo que pedía la ley. Por otra parte, el Estado buscaba cada vez más meterse con la actividad privada y ahí es donde se preocupa mucho el directorio, porque de esta manera el Gobierno termina siendo el principal accionista dentro de la empresa pudiendo tener el control completo. Hubo amenazas de expropiar la empresa, que nunca se llegaron a materializar, creo que por el buen trato que logró la empresa con los sindicatos.

Entre mediados de 1946 y principios de 1947, el presidente Juan Domingo Perón y su esposa Eva Duarte visitaron la fábrica 6 de Alpargatas, la de la calle Azara, en Barracas. La primera dama quería hablar a los trabajadores y le ofrecieron el salón comedor. Había varios obreros dispuestos a escucharla, pero ella insistió en que hubiera más. Dice el libro de Fraser: “El resultado fue que el salón quedó abarrotado de trabajadores y algunas obreras se desvanecían por los apretones. En medio de esa situación, algunos llegaron a abuchear a la esposa del presidente antes del inicio de su discurso. Cuando tomó la palabra, estaba furiosa”.

Publicidad de los vaqueros Far WestVista aérea de los distintos establecimientos de Alpargatas, en Barracas

Fraser recuerda que, en ocasiones, había colaboración de la empresa con el Gobierno de Perón. “Cuando hubo falta de yute, uno de los directivos de la fábrica viajó a la India y Pakistán para negociar el envío de esa fibra a todo el país, no solo a Alpargatas”. De inmediato, el autor de Los alpargateros escoceses añade: “La empresa siempre que podía daba asistencia. Cuando fue el famoso terremoto de San Juan, en 1944, fue la compañía que más donó para las víctimas. Siempre hubo conciencia social a nivel país, no solo de sus empleados”.

–¿En ese tiempo nace la planta de Florencio Varela?

–Abre en el año ‘50. Originalmente estaba destinada a ser una hilandería y tejeduría de algodón, pero se decidieron a hacer una planta modelo de calzado de goma que fue todo un éxito. Nace la marca Pampero. Era una planta gigantesca para la época.

–Hoy esa zona se conoce como Rotonda de Alpargatas, y por allí convergen varias rutas importantes de la provincia, ¿pero cómo era el lugar en los 50?

–No había nada. Era todo campo. No había tendido eléctrico, la fábrica tuvo que construirse su propia usina para proveerse de energía.

Vista aérea de la planta de Alpargatas en Florencio Varela

Marcas icónicas

–Mencionó el calzado Pampero: ¿qué otros productos o marcas producía Alpargatas?

Alpargatas tenía una cartera de marcas apabullante. En las décadas del 60, especialmente, se hace un nuevo impulso en el desarrollo de nuevos productos: Flecha –la marca existía en la década del 20, pero la zapatilla como la conocemos aparece en los ‘60–, los botines Sacachispas, que en su momento eran muy importantes, Far West, que era el único vaquero que se conseguía en la Argentina, Indiana, Sorpasso, Hawaianas

Las Hawaianas, antes de ser Havaianas, fueron una creación ideada en Brasil pero que se desarrolló en Alpargatas de la Argentina, en especial, para encontrar la composición justa de la goma

–¿Las Havaianas también son de Alpargatas?

–Claro. Y la mezcla de goma original se desarrolló en la Argentina. Brasil estaba recién levantando su fábrica de calzado de goma y no tenía elementos para probar los distintos tipos de mezcla justa para que no raspe, no se rompa, no se despedace. En la Argentina estuvieron casi un año haciendo pruebas hasta que lograron la composición de la goma. Acá inicialmente no funcionó, pero en Brasil tuvo un éxito tremendo.

–¿O sea que uno de los productos más famosos de Brasil se originó en la Argentina?

–Exactamente. La idea vino de Brasil, pero el desarrollo del producto se hace en la Argentina. Y en los años ‘70 la estrella es Topper, con un gran lanzamiento y los sponsors que tenía, que eran (Guillermo) Vilas, (José Luis) Clerc, (Gabriela) Sabatini, (Carlos Alberto) Reutemann

Publicidad de las zapatillas Flecha, otra marca que se instaló en la memoria colectiva de los argentinos, creada por la Fábrica Argentina de AlpargatasLogo de Alpargatas creado en 1965

–Las marcas que mencionó son muy icónicas para los argentinos.

–Exactamente. Creo que ese es el logro más grande de la época de Don Alberto, mi bisabuelo, buscar que sea una empresa argentina desligándose de la parte escocesa.

–Pero los orígenes siempre están presentes.

Escocia nunca desaparece del mapa. De allá proveyeron maquinaria para la fábrica de Fibrapalma de Córdoba. Y, como dato de color, algo que tiene que ver es la donación que hacen de una campana desde Escocia, que era la que llamaba a los obreros al trabajo en Douglas Fraser & sons hace cien años. En Argentina la ponen acá en el edificio de Parque Patricios en 1968, en el centenario de la muerte de Douglas Fraser. Hoy la campana está en la fábrica de Topper en Aguilares, provincia de Tucumán.

Publicidad de Pampero Infantil con Marcelo Marcote, del año 1972Los botines Sacachispas, una icónica marca de Alpargatas

–¿Cuándo se retira el último Fraser de la Fábrica Argentina de Alpargatas?

–Mi abuelo, Don Roberto Fraser, se retiró de la gerencia de la empresa en 1971. Un cargo que había ocupado durante 25 años. Toma la posta otro histórico de Alpargatas que era Eduardo Oxenford. Y el 21 de mayo de 1974 mi abuelo se retiró del directorio de la compañía.

–¿Qué quedó hoy de aquellos edificios de Barracas?

–En Barracas quedan los edificios solamente. Lo que era fábrica 2, sobre Avenida de los Patricios, se ha reconvertido en el complejo Molinos Ciudad. El de la fábrica 1 está completamente abandonado, lo que es una enorme lástima. Está la fachada, que cuenta con protección patrimonial, pero está abandonado y cada día que pasa está en peor estado. Lo que era fábrica 3 son oficinas del gobierno, y el depósito de Azara es un edificio con oficinas de otras empresas.

Don Roberto Martín Fraser, el último de la familia original de Escocia en ocupar un lugar en la gerencia de la Fábrica Argentina de Alpargatas

–¿Y qué queda hoy de la empresa Alpargatas?

–La fábrica de calzado de Tucumán que hoy está en manos de Topper argentina y también la fábrica de Bella Vista, en Corrientes, es lo que hoy se llama Alpargatas Textil, son capitales nacionales que compraron Fibra Malva, o sea la desmontadora de algodón de alpargatas y le hilandería y tejeduría de algodón y es la principal productora de denim del país hoy. Es que en el año 2000 Alpargatas llega a un punto de quiebre bastante importante, con convocatoria de acreedores, que se da una serie de compras y ventas de distintas empresas hasta esta configuración actual que son estas dos empresas que quedan hoy.

–Ya no es la empresa familiar.

–No, pero lo interesante es que tanto Topper como Alpargatas textil son líderes en sus mercados y que esta última haya vuelto a fabricar las históricas alpargatas Rueda con las máquinas originales es todo un hito en sí mismo.

Robert Fraser, autor del libro Los Alpargateros escoceses: la historia de Alpargatas

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