Hacía casi dos años que no se tomaban vacaciones. La llegada de su hijo Beltrán (1) y una agenda cargada de compromisos pospuso por un tiempo su primer gran viaje “de a tres”. Sin embargo, unos meses atrás surgió una oportunidad de darse el gusto gracias a la propuesta de unos amigos. “Nos dijeron que se iban en crucero por el Mediterráneo y dijimos que sí”, cuenta entusiasmado Alejandro Fantino (53).
“El barco salía de Civitavecchia y hacía escalas en Rodas, Mikonos, Santorini, Chipre, Estambul, Alejandría…”, explica el periodista mientras su mujer, Constanza “Coni” Mosqueira (30), agrega: “La fecha coincidía con la carrera de Fórmula 1 en Mónaco. Así que después del crucero que terminó en Estambul, nos tomamos un vuelo a Niza y nos quedamos una semana recorriendo la Costa Azul, que yo no conocía”, dice la modelo tras disfrutar de un fabuloso viaje de veintiséis días.
–¿Cuál fue el destino que más les impactó?
Alejandro: Creo que Rodas, por ese color del mar tan profundo… Había puntos donde podías ver cómo el azul del Mediterráneo se fusionaba con el tono turquesa del Egeo. Una locura. Rodas además resultó ser una ciudad hermosa para recorrer, donde la influencia griega se mezcla con lo romano, con lo medieval. Y en el medio, está llena de castillos. Coni, por otro lado, es amante de la playa, por lo que le encantó. Al final, Rodas nos unió en lo que más nos gusta a cada uno. Es una isla absolutamente mágica.
–¿Y qué lugar les resultó más romántico?
Coni: Sin dudas, Santorini. Su atardecer es una de las cosas más románticas para ver juntos. La puesta del sol, sus callecitas, su paz, todo lo convierte en un lugar memorable. Alejandro: Me acuerdo que una tarde Beltru se quedó unos minutos con una pareja amiga y con Coni nos tomamos de la mano y nos sentamos en una escalera. Vimos caer el sol abrazados, disfrutando de ese momento que nos regalaba la vida.
–Recién lo mencionaste a Beltrán, ¿cómo fue la experiencia con él?
Alejandro: La experiencia con Beltrán fue espectacular. No puedo creer todo lo que cambió en este último tiempo. Es otro desde que empezó el viaje. En estos veinte días despegó como nunca; se volvió mucho más activo, comenzó a hablar, a tirar algunas palabras y a caminar.
Coni: Sí, empezó a caminar en pleno viaje. A mí me impresiona lo rápido que crece, todos los días hace alguna cosa nueva. Ahora, por ejemplo, estamos en pleno proceso de pasarlo a dormir en su cama, pero bueno, vamos de a poco. Lo importante es que estamos muy felices.
Alejandro: Otra cosa que nos sorprende de nuestro hijo es su socialización. Es muy amigable con la gente: estamos en un restaurante y abre los brazos a quien sea, quiere besar, quiere jugar con otros chiquitos, quiere salir a caminar.
–¿Cómo es descubrir el mundo a través de los ojos de Beltrán?
Alejandro: [Lo piensa unos segundos]. Es una experiencia maravillosa… Básicamente es descubrir el mundo otra vez. Como todavía Beltru no tiene desarrollado el lenguaje, hoy su lenguaje es la sorpresa. Y presenciar eso es mágico. Se sorprende por los colores, se sorprende por las alturas, se sorprende por los brillos. A veces con Coni caminamos detrás suyo, nos sentamos y nos reímos como tratando de ver el mundo desde su altura. Este viaje estuvo lleno de nuevas experiencias para él y es conmovedor ver cómo descubre la sensación de dejar correr la arena por sus manos, tocar una piedra, tocar el agua del mar, saltar una ola, mirar los pájaros…
Coni: A pesar de haber tenido un embarazo razo complicado, hoy estoy cada vez más relajada con Beltru, lo estoy disfrutando mucho, enamorándome todos los días de este gordito. Estamos embobados.
–¿Qué cosas de ustedes ven reflejadas en su hijo?
Alejandro: Hay algo que le veo que es muy de Coni: su calma. No es un bebé colérico, al contrario, es muy tranquilo. Sí llora y por supuesto se enoja, pero eso dura un minuto. Después corta y se ríe. Es un bebé que sonríe permanentemente. Tiene un hoyito en su mentón que también es de Coni. Físicamente tiene el labio de arriba que es muy mío [se ríe] y las piernas macizas como yo.
Coni: Con Ale nos reímos porque todo el tiempo estamos diciendo “esto es tuyo”, “esto es mío” y así. Tiene una personalidad que a los dos nos fascina. Tranquilo, calmo, es un chiquito muy bueno y sociable.
Alejandro: Hay algo muy gracioso en él y es que le encanta bailar. Lo hace desde chico. Yo le pongo música, se para, mueve los bracitos y baila. Incluso le compramos un parlantito y anda con música en la mano. Y no sólo música infantil, le copa Quincy Jones, Michael Jackson, Spinetta. En el barco, donde siempre había música y baile, se ponía a bailar, se armaba ronda y la gente alrededor bailaba con él.
–¿Qué es lo que más te enamora de él?
Alejandro: Su sonrisa. Beltrán va robando sonrisas permanentemente. No podés no sonreír cuando lo conocés. Es un bombón muy, muy amoroso.
–Ya hace siete años que están juntos. ¿Qué admiran uno del otro?
Coni: Ale me enamora cada día, amo que sea mi gran compañero de vida. Lo que más me gusta de él es su humor, su inteligencia, su simplicidad y, por supuesto, el apoyo incondicional de siempre.
Alejandro: Yo admiro en Coni su capacidad para surfear situaciones. Sabe calmarse cuando hay que calmarse, sabe entender y tiene un don de manejo del silencio. No se le escapan las palabras cuando no tienen que escaparse, sabe decirlas a su debido tiempo y creo que eso es perfecto también para criar a Beltrán, porque lo va a criar con mucho amor, pero también con límites.
–¿Lograron encontrar momentos “de a dos” durante el viaje?
Alejandro: Sí, no es fácil. Todo el que está leyendo la nota sabe que cuando tenés un hijo de esta edad, no podés estar un minuto desconcentrado, un segundo que mirás para otro lado y es un golpe. Así y todo, con ayuda de nuestros amigos, encontramos nuestros momentos con Coni para conectarnos y estar juntos, porque nos amamos profundamente. Siempre dijimos que Beltrán tendría que darnos sus momentos y nosotros buscarlos para que nuestro amor y nuestra relación esté intacta a lo largo de la vida. Y creo que, por ahora, lo estamos logrando.