En los últimos días circularon en redes comentarios que advertían sobre el cierre de más de 100 panaderías en la provincia de Buenos Aires, 1400 a nivel nacional y que una docena de facturas podría llegar a costar unos $25.000, por el aumento de los costos de producción. Incluso algunos aventuraron que podrían dejar de hacer medialunas. La información encendió alarmas en el sector y, en ese marco, referentes clave de la industria panadera hablaron con LA NACION sobre la situación real de la actividad. ¿Hay un escenario de crisis? Por lo pronto, admitieron que el consumo está amesetado y hay cambios de paradigmas a la hora de comprar y alimentarse: mientras los mayores de 35 años son los que compran ese medio kilo de pan diario, la juventud apunta a alternativas diferentes como grisines, marineras, saborizados. Y, en ese sentido, la actividad debe aggiornarse para mantenerse.
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Uno de los que salió a hablar de una presunta situación extrema de la industria fue Martín Pinto, presidente del Centro de Panaderos de Merlo, quien remarcó en declaraciones a LN+ que, de un año y medio atrás a la fecha, ya cerraron unas 1400 panaderías en todo el país y adelantó que en su propio negocio piensa a partir del lunes llevar las facturas de 8000 pesos a $12.000. Aun así, dijo, los números no le cierran.
“Dónde están esas panaderías que venden una docena de facturas a $25.000 y cuáles son esas 100 panaderías que cerraron en toda la provincia de Buenos Aires”, aseguró a LA NACION Raúl Santoandré, presidente de la Federación Industrial Panaderil de la provincia de Buenos Aires (Fippba).
“Los que están diciendo eso deberían explicar a cuántas panaderías representan. Nosotros representamos a 14.000 panaderías en el distrito. El dato hay que sustentarlo con papeles ¿Dónde estarían esas 100 panaderías si yo no las tengo?”, cuestionó.
En esa línea, reconoció que “el consumo está bajo” y que “quizás el poder adquisitivo de la gente no es el mejor”, pero destacó: “La actividad sigue en pie. Con un poco de bajas ventas, seguimos. Esto no es algo inusual para nosotros; siempre hemos tenido temporadas mejores y otras peores”.
El dirigente apuntó a algunos insumos como uno de los factores más críticos. “La margarina hidrogenada subió un 65% de enero a la fecha, y lo mismo ocurrió con la levadura”, explicó. “Hoy una caja de levadura de 20 paquetes de medio kilo no te la pueden cobrar $90.000, es imposible”, añadió.
Cambio en el consumo
En ese contexto, algunas panaderías comenzaron a utilizar alternativas más económicas, como levaduras sin marca, aunque requieren más cantidad para el mismo efecto. En contraste, el valor de la harina, dijo Santoandré, “se mantiene en una meseta estable”.
La diversidad de calidades en los ingredientes también explica la variabilidad de precios. “Una medialuna con manteca va a tener un valor; de margarina premium, otro; y con margarina común, otro diferente. Lo mismo pasa con el dulce de leche o la crema pastelera. Ahí está la gran diferencia de precios que podemos llegar a tener”, detalló.
Sobre los supuestos precios exorbitantes que se difundieron en medios y redes, fue contundente: “Decir que la docena de facturas está a $25.000 no es así, de ninguna manera. Con ese precio hay que llevarlas en remís personalmente. Imaginate que cuatro docenas serían $100.000”. Además, advirtió que este tipo de declaraciones generan desinformación. “Espantan al consumidor, al cliente de todos los días, y terminan beneficiando a la clandestinidad, que no paga impuestos ni nada”, señaló.
Consultado por la situación de los comercios, aclaró: “Alguna que otra panadería se ha cerrado, pero no por crisis generalizada. Muchas son negocios tradicionales, con muchos años de antigüedad y estructuras grandes que ya no son viables en el contexto actual”.
En cuanto a los precios, indicó que el kilo de pan se encuentra entre $2600 y $3400, mientras que la docena de facturas oscila entre $5800 y $10.000. “Hay panaderías que te ponen un packaging especial, con cajas o envoltorios personalizados, y eso también suma al precio final”, aclaró.
También planteó una transformación en el consumo: “Hoy, quien consume pan a diario es la gente de 35 años para arriba. Los jóvenes buscan otras cosas: galletitas, grisines, marineras y saborizados. No compran ese medio kilo de pan por día. El consumo está virando”.
Santoandré se mostró preocupado por el cumplimiento de obligaciones laborales. “¿Cómo hace una panadería familiar y de barrio para afrontar el medio aguinaldo cuando todavía tenemos una gran presión fiscal sobre nuestras espaldas?”, se preguntó. Y advirtió: “Un maestro panadero no se forma de un día para el otro. Lleva años. No es fácil reemplazarlo”.
Desde Mendoza, Miguel Ángel Di Betta, presidente de la Federación Argentina de la Industria del Pan (Faipa), coincidió en que los precios y cifras que circularon son exagerados. “Es una locura decir que la docena de facturas se va a ir a $25.000”, afirmó a LA NACION.
También negó que se hayan cerrado 1400 panaderías en todo el país. “No es la realidad. Ha bajado el consumo, pero baja porque hacen una propaganda que no es verdadera, entonces la gente se asusta. Esto le hace mal a la industria”, sostuvo.
Di Betta apuntó también a la necesidad de aggiornarse. “La panadería debería ser protagonista y ofrecer al cliente distintas variedades. Hay que incorporar nuevas opciones para que los clientes no vean siempre lo mismo”, opinó.
Consultado por los precios, indicó que “la docena de facturas está entre $8500 y $9000, y el kilo de pan entre $2500 y $3000 a nivel nacional”. Aclaró que puede haber diferencias por la existencia de panaderías informales: “Las panaderías clandestinas pueden tener un precio menor. Pero esto es lo que el Gobierno debe terminar. Que todos paguen sus impuestos. Estamos trabajando con el ministro de Industria para que eso se resuelva de una vez”.
Pese al escenario desafiante, en el sector remarcaron que la situación, si bien compleja, como en otros periodos, está lejos de ser terminal. “Seguimos trabajando, enfrentando los aumentos y adaptándonos. Pero con responsabilidad y sin alarmismo”, concluyó Santoandre.