“Ahora sé lo que es estar muerta en vida”, le había dicho a LA NACION en julio de 2006 después de declarar como testigo en el juicio donde fueron juzgados y condenados los secuestradores y asesinos de su único hijo, Axel Blumberg.
María Elena Usonis nunca pudo superar el homicidio de su hijo. Falleció el martes pasado. Tenía 75 años, hablaba seis idiomas y era contadora pública. Hasta su jubilación trabajó en la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), hoy Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA).
“Ahora está con Axel, que es lo que siempre quiso. Nunca pudo superar su muerte”, dijo a LA NACION Juan Carlos Blumberg, padre del joven.
En su perfil de la red social Facebook, el Centro Lituano-Argentinos Lietuviu Centras hizo referencia al fallecimiento de la Usonis.
“Con mucho dolor compartimos la triste noticia de la partida de María Elena Usonis, quien seguramente estará reencontrándose con su querido hijo Axel. Acompañamos a toda la familia Usonis-Blumberg quienes pasan por este lamentable momento”, se sostuvo en la publicación.
La tarde del 23 de marzo de 2004, cuando se encontró el cuerpo de Axel, que tenía 23 años, el homicidio pasó a convertirse en la noticia excluyente de la Argentina. Nueve días después, su padre convocó a más de 100.000 personas en la plaza del Congreso en una manifestación pacífica para exigir a los diputados y senadores leyes más duras para combatir la inseguridad. La mayor parte de su petitorio fue aprobado en tiempo récord. Después, sufriría frenos en la Justicia.
“Axel fue lo más lindo que me pasó en la vida. Le decía que era increíble que fuera hijo mío algo tan maravilloso. Cuando le decía eso, me abrazaba, me besaba, él era muy cariñoso”, había dicho Usonis en la citada entrevista de julio de 2006.
Cuando declaró como testigo ante el Tribunal Oral en lo Federal (TOF) N° 2 de San Martín, a cargo del juicio, Usonis sostuvo: “Soy la madre de Axel Damián Blumberg, vilmente asesinado el 23 de marzo de 2004 por una banda de delincuentes que, al momento del secuestro de mi hijo, en su mayoría debía estar en prisión por delitos cometidos con anterioridad. Por lo cual sostengo que en el asesinato de mi hijo hay muchos más culpables que los imputados aquí presentes”.
Fue un relato conmovedor. “Durante su cautiverio mi hijo fue sometido con saña a torturas físicas y psicológicas. Lo mataron, en primer lugar, porque son [los acusados] psicóticos irrecuperables que no tienen la ley incorporada en sus cabezas. En segundo lugar, porque sus secuestradores y asesinos no son y nunca van a poder ser como Axel: lindo por dentro y fuera, inteligente, con ética, capaz de dar y recibir el amor de todos los que lo queremos y que somos muchos“.
Esa tarde, antes de finalizar su declaración y entre llantos, afirmó: “Hoy, Axel y yo estamos muertos”. Después se sentó y se abrazó con Jennifer, la hija de su amiga Alba Weihl. Su testimonio había sido estremecedor.