María López
Madrid, 3 feb (EFE).- Los líderes de PP y Vox han endurecido en las últimas horas su enfrentamiento, con Alberto Núñez Feijóo pasando al ataque contra la formación de Santiago Abascal, que lleva meses sin cejar en sus críticas contra el principal partido de la oposición.
El último choque entre ambos se ha desencadenado por el giro dado por Feijóo al pasar de rechazar a apoyar el decreto ómnibus del Gobierno, que incluye la revalorización de las pensiones. El movimiento ha dejado solo Vox en la oposición al nuevo texto pactado por el Ejecutivo y Junts.
A este viraje reaccionó Abascal acusando una vez más al PP de ser «comparsa» del Gobierno y apuntando sus críticas directamente contra Feijóo, de quien vio demostrada su «incapacidad» para ejercer una oposición «como Dios manda».
Como réplica, Feijóo rechazó las presiones y lecciones de Vox, al que ve más ocupado en criticar al PP que en hacer oposición al Gobierno.
Este lunes, ante la Junta Directiva Nacional de su partido, Feijóo ha dado un paso más allá y ha cuestionado la «política barata» de Vox, contra el que ha lanzado un dardo de inspiración playera.
«No nos vamos a quedar mirando cómo caen, esperando quietos mientras los problemas de los españoles se agigantan. La oposición de tumbona, de sarao y de dedito levantado que se la queden otros», ha afirmado.
Al discurso de Feijóo, ha contraatacado Abascal a través de X, donde ha reivindicado su «dedo levantado» para señalar al PP porque, a su juicio, sostiene al Gobierno y ha subrayado que se echará en una tumbona «solo después de recorrer España y el resto del mundo para que sepan que PP y PSOE han traicionado y estafado a los españoles».
«Otros solo viajan a Bruselas a recibir instrucciones», ha apostillado además el líder de Vox, que acusa al PP de forzar la ruptura de los gobiernos regionales obedeciendo a Bruselas, pese a que fue su formación la que rompió sus acuerdos con el PP en seis autonomías el pasado verano.
Porque en su condición de competidores, PP y Vox han tenido altibajos en su relación, que se normalizó con la llegada de Feijóo a Génova, dio un paso adelante con gobiernos autonómicos y locales en coalición y descalabró el pasado mes de julio, cuando Vox rompió cinco gobiernos de coalición y un pacto de investidura en Baleares por la acogida de menores extranjeros no acompañados.
Medio año después el PP sigue gobernando en solitario en todas estas autonomías, sin aprobar presupuestos en ninguna de ellas, y en Vox se ha vivido este lunes la despedida de Juan García-Gallardo, quien, como vicepresidente de Castilla y León, fue el primer cargo de Vox en un Gobierno y que ha dejado su partido por discrepancias con la dirección.
A raíz de su dimisión el PP ha lanzado otra pulla a Vox. «Están a medio tuit de decir que la dimisión de Gallardo también ha sido cosa nuestra», ha escrito el PP en su perfil oficial de X, haciéndose eco de las críticas de Abascal.
PP y Vox han vuelto a exhibir así la complejidad de su relación, que despierta diferentes lecturas. En el PP hay quienes consideran que ambos partidos están condenados a entenderse y dirigentes que sin embargo culpan al miedo que Vox despierta en parte del electorado de no haber logrado el Gobierno en las últimas generales.
El enfrentamiento tiene además una derivada internacional porque Abascal se ha erigido en representante del trumpismo en España, mientras que la dirección nacional del PP se ha limitado a expresar su respeto por Estados Unidos y se ha desvinculado de las críticas vertidas por el dirigente popular Esteban González Pons, que llamó «ogro naranja» a Donald Trump.
Todo ello mientras que los barómetros arrojan un momento dulce para Vox, al que Génova resta importancia con el argumento de que también los populares crecen y de que la suma de ambos partidos dibuja en todo caso un cambio de Gobierno. EFE