Festival de Mar del Plata: política, debates y la búsqueda del espectador perdido

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MAR DEL PLATA.- “¡Igual que acá!”, gritó un espectador anónimo, con la sala del Auditorium ya completamente a oscuras, mientras se veía en la pantalla un spot institucional elaborado por los organismos públicos italianos que respaldan la producción cinematográfica de ese país e impulsan su presencia en el mundo. Algún tibio comentario acompañó la queja hasta que se escuchó a alguien en tono crítico mencionando expresamente al presidente Javier Milei. Allí crecieron los murmullos, con algunas voces en contra y algunas más a favor que lograron callar a los más críticos. En ese momento comenzó la película y nadie volvió a hablar.

El hecho ocurrió el viernes por la mañana, en la primera proyección del festival (y de la competencia internacional) con la película italiana La Gioia en pantalla. Habían pasado pocas horas de una ceremonia inaugural que también sumó desde la platea un nuevo aporte a las discusiones políticas de los últimos años en la Argentina: desde algunos abucheos al intendente local Guillermo Montenegro cuando se mencionó su presencia en el acto hasta la dedicatoria a Cristina Kirchner (repartida entre aplausos y cuestionamientos) que hizo Marilina Ross al recibir el premio a la trayectoria. También en varias funciones del fin de semana se escucharon silbidos mientras aparecía en pantalla el spot oficial del festival con la consigna de este año: “El renacer del esplendor”.

Marilina Ross dedica su premio en la ceremonia inaugural a Cristina Kirchner

La primera señal distintiva del festival de este año tuvo esa postal: la convivencia de dos miradas ideológicas opuestas que no superaron el umbral de esas breves y ruidosas manifestaciones. Es la segunda vez que la muestra se lleva adelante desde la gestión de un organismo (el Instituto Nacional de Artes y Ciencias Cinematográficas, Incaa) que expresó como pocos la esencia del discurso mileísta en los términos de una “batalla cultural”, aplicó un ajuste fuertísimo y llevó adelante medidas muy cuestionadas por buena parte de la comunidad audiovisual. “Este gobierno ve al cine argentino como un enemigo”, es una de las frases más escuchadas de los últimos tiempos dicha por el director Mariano Llinás, presente en alguno de los debates marplatenses sobre el presente y el futuro del cine argentino en estos días de festival.

Las divisiones políticas se mantienen, sobre todo desde el activo movimiento del grupo Fuera de campo (anteriormente llamado Contracampo), que volvió a reunir a través de una programación de cine argentino con altísima convocatoria (con funciones realizadas en el Teatro Enrique Carreras), a un público amplio de creadores audiovisuales, estudiantes y cinéfilos identificados con la gestión artística previa del festival, que las actuales autoridades del Incaa reemplazó por la actual.

Mucha convocatoria y largas filas para ver cine argentino en Mar del Plata dentro de la muestra alternativa Fuera de Campo

Pero al mismo tiempo el festival encontró el modo de establecer una amable convivencia entre quienes piensan distinto, ejemplificada por la presencia de figuras muy identificadas con el kirchnerismo como Ross o Cristina Banegas, protagonista de la serie Yiya, que se presentó este fin de semana en el festival con proyecciones en pantalla grande previas al estreno en Netflix y un llamativo stand promocional instalado en el hall de las salas ubicadas en el shopping Paseo Aldrey, uno de los espacios más grandes que tiene el festival marplatense.

A esto se sumó la integración estratégica al festival del gobierno bonaerense de Axel Kicillof, que cedió sin cargo el Teatro Auditorium para las actividades (el año pasado esa operatoria fue arancelada) y participó de la apertura con las principales figuras culturales del gabinete.

Movimiento de público en las funciones del festival realizadas este fin de semana en el Teatro Colón de Mar del Plata

Lo que queda pendiente, resuelta al parecer toda esa cuestión, es la búsqueda por parte del festival del público perdido a lo largo de una extensa transición representada en las dos últimas ediciones. Este año, por ejemplo, se tomó la saludable decisión de concentrar todas las actividades paralelas en un solo lugar céntrico.

Pero no se vislumbra todavía, al igual que en 2024, un compromiso pleno y visible de la propia ciudad con el festival. Uno de los spots institucionales oficiales declara explícitamente que por fin la muestra cinematográfica (que llegó este año a su edición número 40) pertenece a la identidad local. “Marplatense, este festival es tuyo”, se dice allí.

Sin embargo, no se aprecia en la mayoría de los lugares estratégicos y de mayor visibilidad de Mar del Plata una presencia del festival con afiches, menciones o campañas visuales de reconocimiento inmediato. El único cartel bien visible y cercano al epicentro de las actividades permanece sobre la rambla en la amplia plaza seca que separa a los edificios mellizos del Hotel Provincial y el Casino. Allí quedó desde que fue usado en la ceremonia inaugural como acceso al Teatro Auditorium, pero casi inadvertido porque a pocos metros un gigantesco vallado mantiene cerrado gran parte del espacio como parte de las obras de remodelación de la rambla céntrica marplatense.

Uno de los directores artísticos del festival, Jorge Stamadianos, le dijo a LA NACION este domingo que estaba “muy satisfecho” con el primer balance provisional. Todavía sin números de concurrencia destacó la convocatoria de muchas funciones y habló sobre todo del éxito de algunas actividades paralelas y de lo bien que se sintieron los principales invitados internacionales llegados hasta ahora: los estadounidenses Bill Condon y Tonatiuh, director y protagonista, respectivamente, de El beso de la mujer araña, el actor italiano Saul Nanni y la actriz española (de origen vasco) Itziar Ituño.

Una imagen de la muy concurrida ceremonia inaugural del festival en el hall del Teatro Auditorium

Mientras tanto, Mar del Plata sigue en la búsqueda del espectador perdido. No falta aquí esa concurrencia curiosa y ávida de novedades que caracteriza a los grandes festivales. A la vez, los títulos más atendibles de una programación amplia y variopinta, pero todavía carente de un perfil totalmente definido, encuentran respuesta entre la gente. Hubo muchos aplausos al término de algunas películas que reflejaron esa amplia paleta expresiva.

Sin embargo, todavía está lejos de esa corriente masiva que se concentraba a toda hora frente a las salas y agotaba funciones enteras, una tras otra. LA NACION comprobó en su recorrida que sobraban lugares libres en algunas proyecciones que en otro tiempo se hubiesen quedado sin butacas. Y algunos títulos programados en horarios marginales pasaron directamente inadvertidos.

Una imagen de Nouvelle Vague, la película de Richard Linklater que fue muy bien recibida en el festival de Mar del Plata este fin de semana

El mejor momento del fin de semana se vivió en la última función del domingo. A la medianoche, al cierre de una espléndida función, la sala prácticamente llena del Auditorium (casi 1000 butacas) aplaudió con entusiasmo la primera proyección en la Argentina de Nouvelle Vague, la película de Richard Linklater que sin dudas es la joya de la programación del festival de este año.

Tal vez el deseo de la nueva conducción pase por recuperar a aquel espectador habituado en el pasado a ir al cine con frecuencia y encontrarse con un cine internacional de autor o de calidad con distintos grados de exigencia artística, más amables o más arriesgadas. Es el público que renunció en masa a esa costumbre por culpa de la pandemia y cuando se recuperó la normalidad no volvió más y cuesta devolverle el antiguo incentivo. En ese sentido las plataformas de streaming hicieron lo suyo.

Movimiento de gente en las salas del Paseo Aldrey, donde se concentra buena parte de la programación del festival

Desde otro lugar, el espectador más joven, curioso y cinéfilo que se identificó hasta 2023 con este festival y no lo hace con el modelo actual ratificó su apoyo a Fuera de Campo como un espacio de encuentro y reconocimiento. En varias funciones del excelente ciclo de cine argentino programado este año en el Teatro Enrique Carreras, la capacidad de esa pequeña sala quedó desbordada. Para ver Las corrientes, de Milagros Mumenthaler y Pin de Fartie, de Alejo Moguillansky, por ejemplo, hubo filas de una cuadra y media de largo. Lo mismo pasó con algunos clásicos presentados por el ex director artístico del festival Fernando Martín Peña.

Ese espíritu se extendió a una serie de debates abiertos y muy convocantes realizados durante el fin de semana, como en 2024, en una librería céntrica, también dentro de este espacio alternativo. En la mañana del domingo se abrió la conversación más atrayente alrededor de una pregunta: ¿de qué manera las películas que se identifican que esta mirada convocan a los espectadores?

Un momento del debate organizado este domingo por el espacio Fuera de Campo

Compartiendo la mesa con la cineasta Cecilia Kang y el guionista y ensayista Fran Guerrero, Llinás fue contundente: “La lógica cuantitativa no sirve. Los números les interesan solo a los productores”. Consideró inclusive que aplicando esa perspectiva numérica a Homo Argentum “le fue mal” porque pese al despliegue publicitario y de difusión aplicado a la película no se llegó a los dos millones de tickets vendidos.

“Es el momento de empezar de nuevo”, agregó el director de Historias extraordinarias después de recordar el fracaso de un sistema vigente en el cine argentino durante los últimos 20 años que garantizaba incentivos para el trabajo de los técnicos y sobre todo la financiación del 100% para los productores inclusive antes del estreno de una película. En esa lógica quien perdía era el cineasta y no parecía haber tampoco demasiado interés por crear audiencias.

En ese sentido se retomó una pregunta que todo el mundo se hace después de la repercusión que obtiene el cine argentino más independiente, radical y audaz en festivales locales o internacionales y esa convocatoria luego no se repite cuando las mismas películas consiguen estrenarse. “El cine en esencia y por definición es un hecho popular, se conecta directamente con las emociones. No hay que romantizar el fracaso o la indiferencia del público”, se escuchó también durante la charla. En Mar del Plata, unos y otros siguen buscando al espectador perdido.

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