La fiebre amarilla es una enfermedad transmitida por la picadura de mosquitos infectados de los géneros Aedes y Haemagogus. Aunque su incidencia global ha bajado en las últimas décadas, principalmente gracias a la vacunación, sigue siendo un problema de salud pública en zonas tropicales de África y América Latina.
Algunas de las consecuencias, en casos graves, pueden ser insuficiencia hepática, renal y hemorragias internas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que, en su forma más tóxica, la enfermedad puede causar la muerte en un plazo de siete a diez días. El periodo de incubación de esta enfermedad oscila entre tres y seis días, y sus primeros síntomas, fiebre, dolor de cabeza, vómitos, pérdida de apetito y dolores musculares pueden confundirse con un resfriado o una gastroenteritis, según informa la OMS.
La mayoría de los pacientes se recuperan, pero un pequeño porcentaje desarrolla una segunda fase más grave, con ictericia, síntoma referido al color amarillento de piel y ojos, hemorragias y daño multiorgánico. No existe tratamiento específico. Las indicaciones médicas se centran en el reposo, hidratación y control de síntomas. El diagnóstico se realiza mediante una prueba de PCR, igual que en el caso de la Covid-19, aunque en casos graves puede confundirse con enfermedades como el paludismo, la leptospirosis o la hepatitis vírica.
Vacuna recomendada para viajeros a zonas de riesgo
La vacuna contra la fiebre amarilla es muy eficaz y una sola dosis puede proporcionar inmunidad de por vida. La OMS y los ministerios de sanidad nacionales recomiendan ponérselas a todas las personas mayores de 9 meses que viajen a regiones con posibilidades de transmisión del virus. Además, numerosos países exigen el Certificado Internacional de Vacunación como requisito para entrar, con el objetivo de prevenir la propagación del virus.
Según el Ministerio de Sanidad de España, esta medida se aplica en gran parte de África, incluyendo países como Nigeria, Ghana, Angola, Chad, Sudán o República Democrática del Congo, y en varios países sudamericanos, entre ellos Brasil, Perú, Colombia y Bolivia. La vacuna debe aplicarse al menos 10 días antes del viaje y queda registrada en una cartilla oficial, válida internacionalmente.
América Latina en alerta por aumento de casos
En lo que va de 2025, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha confirmado 131 casos de fiebre amarilla y 53 fallecimientos, un aumento significativo respecto a la cifra registrada en 2024. El virus ha aparecido incluso fuera de su área habitual, afectando zonas rurales y periurbanas. Los países más afectados son Brasil, Bolivia, Perú y Colombia.
Ante esta situación, la OPS ha emitido una nueva alerta epidemiológica y ha insistido a los gobiernos a intensificar la vacunación y vigilar la circulación del virus. También ha reforzado los protocolos de entrada internacional para viajeros no vacunados procedentes de zonas de riesgo.
El aumento de casos en 2025 plantea que, a pesar de contar con una vacuna eficaz, la fiebre amarilla sigue es una amenaza para la salud global, especialmente en contextos donde la cobertura de vacunación es insuficiente.