El cordón policial y el auto incrustado en una panadería, en la esquina de la avenida Cobo y Púan, señalizaron la gravedad de la situación vivida esta mañana en el barrio porteño de Parque Chacabuco. El conductor herido de muerte por una puñalada aceleró su vehículo en busca de llegar a un centro de asistencia médica, pero solo pudo recorrer 300 metros desde Castañares y Corea hasta perder el control del rodado, arrollar mortalmente a una mujer que esperaba un colectivo, y romper la fachada del comercio, que en ese momento, algunos minutos después de las 7, se encontraba cerrado. Fueron dos muertes que conmocionaron a vecinos, que se mostraron preocupados por las condiciones de seguridad de la zona.
Las víctimas mortales fueron identificadas como Leandro Daniel Camarena, de 44 años, y Alcira Maldonado Paniagua, de 35. La esposa del hombre que conducía el vehículo fue trasladada a un hospital por los golpes sufridos al impactar el automóvil en la panadería y por la descompensación padecida frente a la muerte de su pareja.
Todo empezó cuando dos jóvenes apedrearon a corta distancia al vehículo, cuyo conductor retrocedió en una fuerte maniobra y bajó del auto para enfrentar a los agresores. Recibió una puñalada en el tórax. Uno de los atacantes fue detenido y trascendió que había sido arrestado numerosas veces en los últimos meses. El sospechoso del homicidio fue identificado por fuentes oficiales como Matías Nahuel Pérez, de 27 años.
Trascendió que ese joven vive en la villa 1-11-14 y que fue arrestado seis veces en los últimos ocho meses. La última vez que había sido detenido, el pasado 17 de marzo, por la Policía de la Ciudad, quedó acusado de robo, pero fue liberado pocas horas después por decisión judicial.
“Hay que terminar con la Justicia garantista”, señaló el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, al detallar los antecedentes del detenido.
“Lo detuvimos seis veces en ocho meses. La última, hace menos de un mes, y fue liberado en 48 horas. Hoy (por ayer) tenemos que lamentar la muerte de dos personas en Parque Chacabuco. Muertes que si la Justicia hubiera hecho su trabajo no deberían haber ocurrido. La Policía de la Ciudad arriesga la vida todos los días. Pero la Justicia garantista, cómplice de los delincuentes, los suelta. ¿Hasta cuándo vamos a seguir viendo morir inocentes por jueces que amparan delincuentes?”, dijo Macri.
Antes de ser capturado hace menos de un mes, el ahora detenido por homicidio había sido atrapado tras un robo el 13 de febrero, pero también quedó excarcelado. Prácticamente cada mes visitaba durante algunas horas calabozos de comisarías. Eso pasó el 17 de enero y el 22 de diciembre, en ambos casos por portación “de armas no convencionales”. Así se define a elementos con filo o punta que no tienen características de cuchillos o navajas. Hierros afilados, facas, como se las denomina en las prisiones. Nada de eso hizo que los jueces optasen por una medida de privación de la libertad. Incluso, tenía antecedentes similares registrados el 27 de septiembre y el 1° de agosto pasados.
Cada una de esas causas es tramitada con el acusado en libertad. Así estaba en las calles. Ahora es señalado como el asesino de Camarena y, en consecuencia, responsable de la muerte de Maldonado Paniagua por su acto previo.
“Nos alertaron sobre un siniestro vial, a las 7.25 arribaron las dos ambulancias con base en el Hospital Piñero y se encontraron con una mujer tendida en el pavimento, con heridas incompatibles con la vida. Lamentablemente murió en el acto, no se pudo hacer nada por ella, porque el auto la arrastró casi 15 metros”, indicó el titular del SAME, Alberto Crescenti.
“Al hombre –agregó– se lo encontró dentro del auto, con la mujer, estaba con una herida punzocortante a nivel torácico, heridas en las dos orejas y heridas defensivas en uno de sus miembros superiores. El puntazo le provocó –por eso el trayecto que hizo con el auto– una efracción en el pericardio, se llenó de sangre, taponó el corazón y ahí el hombre perdió el conocimiento. Se lo reanimó durante varios minutos con los equipos del SAME, llegamos con cinco ambulancias al lugar, pero lamentablemente falleció”.
Los vecinos no se sorprenden por la violencia en su barrio, hablan de “fisuras” para referirse a jóvenes de similares características al sospechoso del crimen y a los que nadie quiere cruzar en las calles.
“El problema son los fisuras que andan dando vuelta, es una zona liberada”, comentaron a LA NACION los empleados de una pinturería cercana a la zona del hecho.
Una vecina de 40 años, embarazada, seguía nerviosa en las calles algunas horas después del asesinato de Leandro Daniel Camarena, de 44 años, y la muerte de Alcira Maldonado Paniagua: “Yo estaba llevando a mi nene a la escuela y vi de lejos que pasaba algo, después me acerqué. La mujer que murió es conocida del barrio, estaba esperando el 133 para ir a trabajar. Salía temprano, como todo trabajador. Era una persona alegre, social, buena persona. Es terrible lo que le pasó. Desde que sacaron la Gendarmería de acá, esto es tierra de nadie, no tendría que estar pasando esto. Una sale y no sabe si va a llegar sana a la casa”.
La zona es cercana a la villa 1-11-14 y lo vecinos reiteran su convencimiento de que la presencia de la Gendarmería marcaba diferencia en las calles. “Acá es común escuchar tiroteos”, comentó Eduardo, jubilado y de 68 años. “Hay mucho fisura que anda en la droga y esto aumentó cuando se fue Gendarmería. Ellos tenían sus puestos fijos y ahora la policía recorre, pero pasa de largo y los delincuentes esperan a que se vayan para robar”, remarcó.
“A mi me robaron dos veces. Me robaron el celular, la mochila, las llaves de mi trabajo, todo. Me asaltaron una vez con un cuchillo y otra, con armas. El barrio está totalmente desprotegido. Antes había delincuentes pero robaban afuera, no acá en el barrio, ahora lo hacen a cualquier vecino, aunque te conozcan, te roban igual”, concluyó.
Beatriz, una ama de casa de 76 años, que vive en la zona hace cinco décadas, aseguró: “Enrejamos todo, ya no sabemos qué hacer, cada edificio está con rejas, las cocheras tienen rejas. En mi edificio entraron a robar”.
También se mostró preocupada frente al delito una almacenera, de 65 años: “El barrio es demasiado inseguro ya no se puede hacer nada, estoy acá parada y se llevan cosas del local, me roban hasta los huevos. A la tarde cierro porque se pone peor”.
En esa línea también aportó su testimonio un vecino que hacía compras en ese comercio. “A las 7 de la tarde ya no podes salir más. Los fisuras te roban todo, hasta los espejitos de los autos, cualquier cosa les viene bien”.