Fitness en casa: ¿Es realmente efectivo el “reto” de la silla?

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La silla tiene mala fama. En una sociedad como la Argentina, donde el 41,6% de los adultos son sedentarios según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), todo lo que colabore con la falta de movilidad es visto con desdén. Sin embargo, la silla se ha convertido en los últimos años en una estrella del fitness de entrecasa, con videos y tutoriales que son furor en las redes sociales.

Rutinas en silla para lograr abdominales o caderas instagrameables; posiciones de yoga y movimientos de pilates en silla; ejercicios de cardio para hacer sentados; rutinas de entre 7 y 30 minutos; “retos” de 14 o 28 días para “quemar grasa abdominal” o “tonificar glúteos”… La oferta online es abrumadora y si bien comenzó a gestarse durante la restricción domiciliaria de la pandemia, explotó en la pospandemia. Lo cierto es que a diferencia de muchas otras modas del mundo del fitness, el ejercicio en silla tiene muchas evidencias científicas a su favor.

Beneficios

La silla es, ante todo, un elemento cotidiano: está presente en la enorme mayoría de los hogares. Los ejercicios que se realizan en ella tienen un elemento en común que los hace especialmente atractivos: son de bajo impacto. De ahí que sean recomendados para adultos mayores, pero también para aquellos principiantes que se asoman al mundo de la actividad física.

“Una silla proporciona un apoyo, un soporte, que es lo que necesitan muchas personas en distintas situciones para hacer ejercicio”, comentó el doctor en medicina del deporte brasileño Marzo Grigoletto, uno de los mayores referentes mundiales en entrenamiento funcional neurocognitivo para adultos mayores. “Como soporte, la silla transmite seguridad a muchas personas, cierta estabilidad, y además es accesible y fácil de utilizar”, agrega.

Grigoletto. que pronto visitará la Argentina para disertar en la edición 2025 de Mercado Fitness (que se realizará en Costa Salguero el 6 y 7 de septiembre), enumeró los casos en que suele emplearse con éxito el ejercicio en silla: “Es muy utilizado en personas de la tercera edad, pero también puede ser útil para alguien con una lesión en proceso de rehabilitación, para una persona con alguna discapacidad o movilidad reducida, para individuos con obesidad o con trastornos neurológicos o cognitivos (como enfermedad de Parkinson, Alzheimer o una demencia ligera), e incluso para personas que tengan kinesiofobia, que es el miedo al movimiento”.

A su vez, existen estudios que han confirmado sus beneficios, en su mayoría realizados en personas mayores. “Nuestra revisión destaca que el ejercicio en silla beneficia varios aspectos de la función física en adultos mayores –puede leerse en las conclusiones de un análisis de la Universidad de Uslter, Reino Unido, que revisó los estudios al respecto–. Se documentó una mejora en el equilibrio, la velocidad de marcha, la fuerza de agarre y otras medidas físicas en personas que realizaron ejercicio en silla. Estos hallazgos se suman a la creciente evidencia que respalda la importancia tanto de la actividad de baja intensidad para la salud como de las actividades de fuerza y equilibrio”.

An elderly woman in an orange shirt and gray leggings sits on a chair, stretching her leg to the side. She reaches toward her foot in a bright living room with plants, promoting senior wellness

Es importante destacar que no todas las sillas son apropiadas para emplearlas como método de apoyo. En general, se recomienda que no tengan apoyabrazos, ya que pueden restringir ciertos movimientos. También hay que fijarse que sean estables (no tener ruedas, sí cuatro patas) y lo suficientemente resistentes para soportar el peso corporar la persona. Su asiento debe estar entre 30 y 60 centímetros del suelo que, por otra parte, no debe ser resbaloso. En algunos casos incluso se recomienda colocar una colchoneta fina o algo que evite desplazamientos al momento de hacer ejercicio.

Un buen complemento

Pero más allá de las personas mayores y de otras que por distintas razones requieren o se ven beneficiadas por el uso de un elemento de apoyo para ejercitarse, quienes recurren a la silla a la hora del fitness lo hacen por muchos otros motivos. Para muchos es un complemento de otra actividad deportiva (running, ciclismo, etcétera), que les permite resolver algunas rutinas que, de lo contrario, tendrían que hacer en el gimnasio.

“Hacer ejercicios en silla me permite reproducir en casa buena parte de mi rutina del gym, utilizando la silla como un elemento de apoyo”, comentó Jorge Maldonado, empleado de 45 años. “Me permite introducir una pequeña rutina de ejercicio cotidiano dentro de mi jornada de home office, sin tener la necedidad salir”, agregó.

Otro público que recurre a los videos y tutoriales que circulan en las redes sociales promoviendo los ejercicios en silla está formado por quienes buscan un camino de salida al sedentarismo y ven en este elemento cotidiano un recurso al alcance de la mano. El plus, además, es que no implica un gastro extra. A ellos, entonces, está dirigida buena parte de los “retos” que prometen abdominales o glúteos perfectos “sin salir de casa”.

Y aunque no siempre la promesa se cumpla, lo cierto es que la silla ofrece una alternativa de ejercicio de bajo impacto muy acorde con las posibilidades de quien busca ponerse en movimiento. Más que suficiente para empezar.

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