PARÍS (Enviado especial).- “Perdón si no tengo muchas ganas de hablar”. Francisco Cerúndolo, uno de los mejores veinte tenistas del ranking mundial, 18° preclasificado en el Abierto de Francia, acababa de recibir un mazazo en el minúsculo Court 13 del Bois de Boulogne y mascullaba bronca en la zona mixta, aunque sin perder los modales. El canadiense Gabriel Diallo, un junco de 2,03 metro y 23 años, dio la sorpresa de la segunda jornada y expulsó al porteño en el debut del segundo grande de la temporada (7-5, 6-3 y 6-4). Justo en el momento más iluminado de Fran, cuando saborea su mejor posición en el tour y se sentía a mucha menos distancia de las raquetas de súper elite del circuito. Un mazazo.
“No tengo ganas de prender el teléfono ni de ver nada que esté relacionado con el tenis y con Roland Garros. Disculpas de nuevo, pero es la verdad”, añade Cerúndolo ante LA NACION, acompañado por Juan Acuña, su manager. Está totalmente decepcionado el jugador sudamericano más destacado del mundo. En medio de un lunes ingrato para el tenis nacional en París (con las derrotas de Sebastián Báez, Tomás Etcheverry, Julia Riera y Camilo Ugo Carabelli), él también vivió una pesadilla. Nunca se sintió cómodo en un court de dimensiones más acotadas. Sólo pudo quebrarle el saque al norteamericano en una oportunidad (en el único break point generado). No estuvo firme en ningún momento, ni con el habitualmente poderoso drive ni con el saque (Diallo se lo rompió cuatro veces). Nicolás Pastor y el uruguayo Pablo Cuevas, sus entrenadores, sentados en el box, no pudieron provocarle un clic diciéndole algo que lo hiciera reaccionar. Nada cambió el rumbo hasta el final, un chato desenlace para alguien que llegó a París con intenciones de pisar fuerte y alcanzar, como mínimo, la segunda semana.
“Obvio que no fue el debut que yo quería; ni cerca. Siento que fue un partido malo de mi parte, tampoco tan malo, pero el rival en esa cancha medio chiquita era muy difícil de jugar. Estaba medio incómodo, no tenía mucho espacio para moverme, para correr, para devolver, para ir probando diferentes cosas desde la devolución y la defensa. Y él no jugó nada mal, sinceramente”, apunta Cerúndolo. Y mientras habla se revuelve el pelo. Está aturdido. No quiere estar allí, no lo oculta y se disculpa constantemente por eso. “No fue el partido deseado. Tuve muy pocas chances, ya sea en el 5-5 del primer set o cuando saqué 2-1 en el segundo, que dentro de lo mal que jugué ese game no lo hice tan mal, pero él jugó puntos muy buenos. Él sacó demasiado bien todo el partido, porque sólo le quebré una vez y después no llegué nunca ni al deuce. La cancha estaba lenta, mi saque tampoco hizo mucho”, analizó Cerúndolo.
Diallo, que había ganado el único enfrentamiento previo entre ambos (en las semifinales del ATP de Almaty 2024, en cancha dura bajo techo) obtuvo el 63% de primeros servicios, ganando el 78% de puntos con el primer saque (46 de 59) y el 60% con el segundo (21 de 35).
Cerúndolo arribó a París despertando una contagiosa expectativa, siendo el líder en victorias sobre polvo de ladrillo en el año (19). Los cuartos de final en los dos primeros Masters 1000 de la temporada (Indian Wells y Miami, sobre superficie dura), además de las semifinales de Madrid (con un triunfo ante el alemán Alexander Zverev incluido) y los octavos de final de Roma en el medio (con un 7-6 perdido frente a Jannik Sinner muy auspicioso), actuaron de impulso.
En Roland Garros había sido dos veces octavofinalista, en 2024 y 2023, es decir que ya conocía lo que era habitar la segunda semana del major francés. Llamó la atención que la semana pasada compitiera en el ATP 500 de Hamburgo, cuando -por lo general- los jugadores top suelen descansar los siete días previos a un Gran Slam. ¿Algo ocurrió en Alemania que lo afectó en Francia? Ante la pregunta de LA NACION, Cerúndolo hizo una pausa y se limitó a decir: “Eh… no, más o menos, no quiero dar muchos detalles. Cuando llegue a Buenos Aires veré qué onda y después les contaré”.
Lo único concreto es que su nombre (sí su apellido, con su hermano Juan Manuel en la segunda ronda), uno de los que provocaba ilusión en el cuadro principal, ya no está. Se esfumaron las especulaciones y el análisis de un potencial camino, con Grigor Dimitrov en un tercer desafío, Zverev en octavos y hasta Novak Djokovic en cuartos. “Yo había generado una gran expectativa, lo tenía claro, pero no es que me generaba una presión extra en la cabeza. Si ganaba ahora y después seguía iba a mirar hacia adelante, pero no se dio”, se lamentó. La película se terminó muy pronto y duele.