Franco Colapinto nació para manejar. Los autos, las situaciones, los momentos… Por eso, aunque a veces haya intersticios entre lo que puede decir y lo que dice, él se las ingenia para contornear la pista hacia otros temas. Es hábil, talentoso, carismático. Pero también es tenaz, arriesgado y está convencido de lo que quiere. Es rebelde. Y esos son apenas algunos de los atributos que lo llevaron a irrumpir el año pasado en la Fórmula 1 y devolver la presencia de un piloto argentino en el Gran Circo tras 22 años.
Por eso ahora, cuando asume esta entrevista en el marco del lanzamiento de su primer libro oficial “Soy Franco. La Carrera empieza con un sueño” (Publica Penguin Random House; $22.999 -versión adulto- y $19.999 -versión infantil-; preventa por Mercadolibre desde este 23 de octubre y en librerías desde el 1° de noviembre) está relajado y obligado a bajar los tonos. El fin de semana, en el Gran Premio de las Américas de los Estados Unidos, desoyó una orden del jefe de su escudería Alpine, Steve Nielsen, y tomó la decisión que él consideró mejor -pasar en la pista a su compañero Pierre Gasly-, generando un revuelo interno mientras está al caer la definición de su futuro para el año que viene. Pero especialmente en la Argentina, la maniobra se gritó como un gol en un Mundial. Sus fanáticos (y también los especialistas) sintieron esa reacción como un momento bisagra. Fue, ante la mirada de la mayoría, un acto de rebeldía. Como los tenía uno de sus grandes ídolos, Ayrton Senna, tal vez el más rebelde. Ahora, mientras se predispone al mano a mano con LA NACION desde México, antes del inicio de la fecha de la Fórmula 1, sabe que debe respetar la regla que le impusieron: no debe decir ni mu de lo que acaba de pasar. Él, igual, encontrará la manera de burlar elegantemente la restricción. Entonces, acomoda las cortinas traslúcidas del fondo de la casa, del otro lado pregunta si así está bien, si deja de intervenir en la imagen. Y también tira de qué le gustaría hablar (por fuera del libro). Subyace que serían buenos títulos. Se sienta frente a la compu, se ríe y se pasa la mano por los rulos, como siempre. Está cansado. Toma agua y arranca. Riéndose pícaro otra vez.
“No tengo dos caras y al final, digo lo que pienso. Esa virtud o desventaja también la muestro en las carreras“, dice en la conversación vía streaming. Para Franco, ser franco es parte de su esencia, la que mostró siempre, desde chico y la que remarcó, quiere conservar. De todos modos, no desconoce dónde está: ”La Fórmula 1 es difícil y hay momentos en los que hay que ser políticamente correcto». Esa verdad, antes de ser pronunciada, ya sobrevoló la semana. “Estoy seguro a dónde quiero llegar y lo qué quiero conseguir».
–Entre todas las cosas que imaginaste, ¿se te cruzó por la cabeza que alguna vez podría haber un libro sobre tu vida y tan pronto, a los 22 años?
–No, no lo había pensando. Porque nunca me vi como la persona que empecé a ser ahora, que capaz que tantos chicos miran o teniendo una influencia grande sobre algunas personas. Así que para mí es un honor enorme, algo para lo que no estaba preparado hace un tiempo porque en lo único que pensaba era en correr, manejar, en ese sueño que tenía de llegar a la Fórmula 1. Pero cuando vas creciendo y te vas dando cuenta que es una historia para contar que le podría servir a los demás. La gente se interesa mucho en mí, creo que un libro, contando más en profundidad de todo lo que pasó, hablando en primera persona es algo muy especial. Ojalá que les guste, es algo totalmente diferente, algo nuevo.
–¿Tenés registro del primer libro que leíste o el que más te marcó?
–Del primero que leí no me acuerdo porque los primeros no eran libros que yo eligiera, eran libros del colegio que si bien son muy importantes no eran de mi elección, algo que yo quisiera leer o comprar. De los primeros que leí por elección me acuerdo que fue porque tenía ganas y me cambió un poco. Fue “El monje que vendió su Ferrari”, de Robin Sharma, fue uno de los primeros y después de ahí me enganché un poco más. Me empezó a gustar esa sensación de meterte adentro de una historia que no estás viviendo pero que a través de la lectura sentís que sí lo hacés. Tener un libro con mi historia es algo muy lindo, cuando la gente lo lea va a poder sentirse un poco más cerca de mí, me van a conocer un poco más, pero también siento es lo que quiero que pase, es que quien lo lea aprenda de las cosas que yo viví, de los sacrificios que hice. Que sea útil y no sólo sea conocer a Franco Colapinto, sino que le sirva a la gente para su vida personal, a entender lo difícil que fue llegar a donde llegué. Creo que es una historia muy linda.
–¿Cómo las que buscaba el Franco Colapinto de 9 años con la bibliotecaria de la escuela?
–Sí, creo que ella es la bibliotecaria más fierrera que existe en el mundo y yo tuve la suerte de tenerla, así que gracias a eso los días de colegio eran mucho más cortos. En los recreos, cuando me aburría de jugar con mis amigos o me peleaba con algunos me iba a la biblioteca con Male. Son momentos que uno, al final, cuando vas creciendo y tu vida va evolucionando y sigue adelante con metas nuevas y objetivos diferentes uno se va olvidando a veces. Y tenerlo escrito, en el recuerdo, y cada tanto ir para atrás y tenerlos en la memoria es muy lindo. A mí me encanta recordarlo y últimamente lo estuve haciendo mucho más. Cuando caés hasta dónde llegaste y el sueño que tenías desde muy chico, todo eso es una linda forma de reflexión: cómo fue, los momentos que más te marcaron. Plasmarlo en la escritura es una forma distinta y a mí al menos me sirve mucho.
–Ahí te sumergías en el mundo de Juan Manuel Fangio y mencionás mucho en tu libro también a Ayrton Senna. ¿Cuánto de tu personalidad de hoy tiene que ver con lo que te inspiraron esos ídolos y cuánto es de Franco Colapinto?
–Yo creo que en gran parte me inspiraron cuando era chico, a tomar una ruta que fue difícil pero la elegí también gracias a conocer las historias de otros, por eso para mí es tan importante que se conozca la mía, porque no quiero ser el único piloto argentino. Quiero que haya muchos más con este sueño de llegar a la F1 que es un camino muy difícil. Y no solamente en el automovilismo, sino también en otros deportes. Puede servir para cualquier trabajo en general. Obviamente yo me inspiré con Fangio y con Senna, con sus historias, sus libros, sus películas y si bien no viví cuando estaban corriendo, el hecho de conocer cómo llegaron siendo latinoamericanos a los que les costó mucho, que también sufrían altibajos, fue un impulso. Es una forma de darte cuenta que ese sueño que tenés, que parece tan lejano, capaz que está un poquito más cerca de lo que pensabas. Esa inspiración de leer de chico me ayudó a ponerme a escribir este libro cuando fui creciendo y fui tomando un poco más de dimensión de dónde estaba llegando. Ojalá sirva como me sirvió a mi leer de mis ídolos.
–¿Y cuánto queda hoy de ese nene tan chico que tenía la determinación de querer ser piloto de F1? Cuánto de ese nene se sube con vos, si es que sube, al auto en cada carrera.
–Sí, sí, sube… Yo creo que uno adentro siempre tiene esa esencia de cuando era chico, de cómo creciste junto a tu familia, tus amigos y yo siempre siento que llevo esa esencia que no quiero perder nunca. Es una de las cosas más importantes que trabajé para nunca perder. Cada piloto, cada deportista en su vida personal a veces es de una manera y en la vida profesional es de otra. Yo soy muy parecido en las dos, no tengo esas dos caras, en mi vida privada y en la deportiva y siempre soy muy franco. Y al final digo lo que pienso, esas desventajas o virtudes también las muestro en el día a día, en las carreras. Capaz está bien, capaz está mal, pero es como soy.
–Te adelantaste, porque te iba a preguntar cuán franco sos en el día a día.
–Soy Franco y soy bastante franco, las dos. Uno cuando es chico vive muchas cosas y eso te marca un poco cómo evolucionás, cómo seguís creciendo. Porque uno también puede cambiar y si tenés una fiel creencia de por dónde querés ir, por dónde tenés que encarar tu camino, tu sueño, ese camino, por más que muchas personas se van uniendo, uno lo arranca, es el que decide comenzar. Creo que eso es muy importante, hay que tener el valor para hacerlo y después ser fiel y seguir luchando. No darse por vencido en los momentos difíciles es muy importante también. Yo siempre soy así, me gusta que la gente me vea como soy, no mostrar una faceta que sea distinta a lo que soy en lo personal.
–¿Hasta dónde un mundo tan grande como el de la Fórmula 1 te permite eso, mantenerte en tus convicciones, ser rebelde…?
–(Se sonríe) La Fórmula 1 es difícil, hay momentos en los que uno tiene que tomar la decisión de ser políticamente correcto y hace lo que es bueno. Cuando vas a la prensa decís lo que quieren que digas, hacés escuchar a la gente lo que al final está un poquito doblado, una realidad un poco alterada. La F1 es un deporte muy político. Si ves a algunos pilotos en la rueda de prensa, con los periodistas hablan de una forma en la que no son así en la vida real. Yo soy así, pero hay veces en las que también tengo que ser políticamente correcto, tomar medidas y no hablar de más. Lo estoy haciendo un poco más este año. Al principio me costó pero estuve aprendiendo a ir por un camino que no perjudique a nadie.
–¿Aprendés de los errores, de las cosas que te marcan, estés de acuerdo o no? ¿Cómo sos recibiendo eso?
–A mí me gusta aprender de los momentos complicados. Cuando ganás todas las carreras o te va muy bien en el trabajo mucho no aprendés, vas con ese flow, con esas victorias, ese momento positivo, pero cuando caés es difícil salir de ahí. En los momentos difíciles es cuando más fuerte te hacés, cuando tenés un año difícil y yo tuve algunos muy complicados y sé que esos años son los que me hicieron bien fuerte como piloto y como persona. Siento que de los errores hay que aprender, volver atrás ese momento y entender qué hiciste mal. Lo más importante es que no vuelvan a cometer. A mí me pasó que cometí el mismo error alguna vez y me costó, son momentos de la vida. Todos nos quivocamos, somos humanos. Y si no te equivocás es porque no intentaste. En mi caso, siempre tuve la suerte de tener mucha gente alrededor que me ayudó a ver mis errores, porque si bien soy autocrítico a veces uno trata de buscar excusas o una vía de escape a eso. Sin ese aprendizaje no hubiese llegado a donde estoy hoy.
–Contás en el libro que la fama no es algo con lo que te sentís muy cómodo ¿Qué de lo que se dice de vos te gusta y qué se transforma en un ancla que pesa y que sobreviene de la mirada externa?
–Me pesa cada vez menos, es algo que también fui aprendiendo y manejando un poquito mejor con el tiempo. Al principio me costó y lo dije varias veces: uno cuando es chiquito sueña con llegar a la F1, manejar un auto de estos, pero no sabés todo lo que trae alrededor. Una persona que tal vez quiere ser famosa desde muy chica sabe todo lo que viene con eso, que es lo que esperás. Yo eso no lo pensé, mi sueño era llegar a la F1 y manejar un auto de estos y después todo lo que vino, desde la prensa, los fanáticos, el marketing, vino sumado a mi sueño. Obviamente, después soy el primer agradecido de que me haya pasado, tener tantos fanáticos argentinos que me dan tanto cariño es muy especial para mí, mucho más en todas las carreras de América de ahora, un momento del año que disfruto mucho. Así que comparado con otros pilotos creo que soy del que más fanáticos tiene o que tiene fanáticos con más pasión. En los europeos se ve esa pasión pero no tanto. La pasión de los nuestros es algo único, soy un agradecido por haber vivido esto.
–El libro se llama “Soy Franco. La carrera comienza con un sueño”. Ya contestaste cuán Franco sos. Ahora que la carrera empezó, ¿a dónde va?
–Hay que ver, la carrera al final sigue a donde te va llevando año tras año. Y yo estoy seguro a dónde quiero llegar y lo qué quiero conseguir. Cuando llegás a la Fórmula 1 automáticamente es como que tu objetivo cambia y pasa a ser otro. Y ese sueño que era llegar a la F1 por ahí ahora es hacer podio, volver a sumar puntos o ganar. Eso va cambiando año tras año, yo creo que quiero seguir acá, trabajando con mi equipo, vinculados en lo que queremos hacer. Estoy muy contento con lo que conseguimos, pero hay mucho más por conseguir, tengo solamente 22 años y queda muchísima carrera por delante. Esta es una historia que recién empezó y estoy seguro que le quedan muchas más páginas por contar y que va a haber más de un libro, de eso estoy seguro.