La negativa del presidente Javier Milei a bajar inmediatamente los Derechos de Exportación (DEX) a los granos gruesos (soja, maíz, girasol y sorgo) pone en un cono de sombras el aporte de divisas del agro a la economía argentina para 2026.
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Aunque las más de 33 millones de hectáreas que se siembran con esos y otros cultivos (trigo y cebada) no dejarán de sembrarse, lo cierto es que aumentará la dependencia de las condiciones climáticas para obtener un buen volumen de cosecha.
Hasta el momento, en promedio, el tiempo juega a favor . Las lluvias de otoño impulsaron una buena siembra de trigo. Y las proyecciones climáticas para la próxima campaña de granos gruesos, que comienza en septiembre, dan cuenta de un evento Niño neutro, lo que podría traer lluvias promedio. Pero los climatólogos aclaran que es muy temprano como para brindar pronósticos certeros. La evidencia de la historia reciente demuestra que confiar en el clima no es una buena estrategia. En 2018 y en 2023 hubo sequías feroces que golpearon la economía argentina durante los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández, respectivamente, y terminaron sellando la suerte de sus gobiernos.
Hasta tanto no maduren las exportaciones de la energía y de la minería, el campo seguirá siendo el principal generador de dólares genuinos. En 2024, según datos de la consultora DataMiazzo, la agroindustria aportó el 86% de las divisas que ingresaron al país, por US$30.487 millones. El resto vino de la minería (9%), servicios informáticos (3%) y energía (2%).
El riesgo a una caída en la entrada de divisas se presenta por la elevada presión impositiva, con las retenciones como bandera y los bajos precios internacionales de los granos. Cuando eso ocurre, como ahora, la reacción de los productores es la de ajustar la inversión. En el caso de la agricultura, eso significa gastar menos en fertilizantes o semillas de calidad para obtener el máximo de rendimientos de los cultivos. En otras palabras, para utilizar una metáfora deportiva, se juega al 0 a 0. En algunos casos, para peor, hay quienes ni siquiera salen a la cancha.
“El maíz es el único cultivo que da un poco de rentabilidad”, dice Néstor Roulet, productor, exdirigente rural y exsubsecretario de Alimentos en la gestión Macri. “Hay un combo por el cual se va a seguir produciendo lo mismo o menos, cuando lo que la Argentina necesita es producir más y crecer”, señala.
“En vez de aplicar 200 kilos de nitrógeno (fertilizante) se aplica 100 o en vez de invertir en una semilla US$190 se compra una de US$130”, explica. De esa forma, el volumen de la cosecha es menor respecto del potencial productivo. Es lo que los especialistas llaman el deterioro de la relación insumo-producto: cada vez se necesita producir más para comprar la misma cantidad de fitosanitarios, fertilizantes o maquinaria agrícola. Y cuando se trata de zonas más alejadas de los puertos de exportación, donde el peso relativo de los fletes es mayor, la ecuación es peor. Así, zonas del país que podrían sumar a la agricultura como opción para la generación de divisas y empleo, como la Patagonia, el NOA y el NEA, se mantienen con poca actividad. De eso se trata cuando los ruralistas intentan discutir con números en la mano el impacto de los DEX (mal llamados retenciones). No es solo una cuestión de ingresos de los productores, es también por el desarrollo del interior.
Contexto desfavorable
Es cierto, que el contexto internacional por los bajos precios de los granos y el clima de volatilidad que se disparó por la guerra comercial no es favorable para la producción agrícola. El gobierno de Javier Milei, claramente, tiene viento en contra. Desde que el libertario llegó a la Casa Rosada, el precio de la soja se redujo en términos nominales un 25,4 % en el mercado de Chicago, principal referencia mundial de los commodities agrícolas (pasó de US$490,15 a US$365,59). Y el complejo oleaginoso (que incluye al poroto, a la harina y al aceite de soja) es el número uno de los complejos exportadores del país.
Así, parece que deja de ser mito la frase que dice que la soja es peronista, en referencia a que la cotización de la oleaginosa es más alta cuando gobierna el partido fundado por Juan Domingo Perón que cuando lo hace la oposición. En los últimos 22 años esa premisa se comprobó en los dos mandatos de Cristina Kirchner (con un promedio de US$465 y un pico de más de US$600) y en el de Alberto Fernández (US$464, también con picos de US$600). No así en la gestión de Néstor Kirchner que el promedio fue de US$258. Durante el gobierno de Macri, el promedio fue de US$330. Todos, en valores nominales y en el mercado de Chicago.
Político
Además del económico, el otro desafío que se le abre al gobierno de Milei es el político. Aunque la Mesa de Enlace haya valorado la predisposición al diálogo de parte del Presidente, lo cierto es que en los productores hay un ánimo de malestar. Siendo candidato, Milei catalogó a las retenciones como “un robo” y mencionó la posibilidad de instrumentar un mecanismo de compensación tributaria para el pago de las retenciones hasta que la situación fiscal del país permitiera llevar los DEX a cero. Desde que asumió, no volvió a hablar del tema en público.
Aunque nunca dio una fecha precisa sobre cuándo eliminaría las retenciones, no pocos productores interpretaron que esa decisión iba a ser una de las primeras medidas de su gobierno. Por el contrario, en el primer paquete impositivo enviado por el ministro de Economía, Luis Caputo, al Congreso en enero de 2024 se promovía el aumento de los DEX, lo que fue frenado por los gobernadores y legisladores de la oposición, a los que hoy se los acusa de desestabilizadores.
La incógnita, además, es si ese malestar de los productores tiene algún correlato en forma de protesta. Por el momento, apenas hay convocatorias de Federación Agraria y Carbap a consultas. En lo inmediato, el apoyo al rumbo general del Gobierno contra la inflación y la desregulación de la economía por el momento parece tener más peso que el ánimo de expresar públicamente el descontento. Esto se verá el sábado 26 de este mes si Milei confirma su presencia en el acto central de la Exposición Rural. Otra incógnita por develar.