Lo confirmó Brad Pitt en Londres cuando desandó la alfombra roja de la premier europea de su nuevo film F1: si no hay tela de excelencia, no hay moda y mucho menos elegancia. Y lo hizo sin siquiera emitir una palabra al respecto, alcanzó con mostrar su vestimenta.
Es que el astro de la pantalla grande apareció enfundado en un saco de solapas puntiagudas, confeccionado por un sastre inglés en el mejor paño verde italiano de la legendaria firma Vitale Barberis Canónico.
Una prueba más de la relevancia que la industria textil tuvo y sigue teniendo en un presente vertiginoso caracterizado por la revolución tecnológica y el advenimiento veloz de la Inteligencia Artificial. Sobre todo, si se tiene en cuenta que, por un lado, se siguen utilizando técnicas de antaño aggiornadas a la producción actual, y al mismo tiempo es cada vez más frecuente que se pongan en valor los saberes ancestrales que están impresos en los tejidos.
En esa tarea, justamente, está la mencionada casa de telas que cuenta con más de 360 años de historia: fue fundada en 1663 por la familia Barberis Canónico, y, a mediados de la década del 30, en el siglo XX, se renominó como Vitale Barberis Canónico (VBC).
Ese resurgimiento se dio tras un panorama poco alentador en coincidencia con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando, entre otras cosas, el nazismo obstaculizó la libertad empresarial, sumado a la escasa electricidad y las complicaciones para la búsqueda de repuestos tanto para las máquinas como los tintes de lana.
Asentada en Pratrivero, Biella, al noroeste de Italia, la compañía no solo sobrevivió a esos embates, sino que, además, entre los años 40 y 60 alcanzó un periodo de auge económico, signado por las exportaciones. Más tarde, los hermanos Alberto y Luciano llevaron al frente la fábrica, transformándola en una empresa que comenzó a cotizar en Bolsa.
El primero se centró en el desarrollo del sector técnico y tecnológico, mientras que el segundo, se dedicó a aumentar el prestigio en el extranjero. Finalmente, en 2018, le llegó el turno a la nueva generación con los primos Alessandro, Francesco y Lucia, quienes comandan el negocio.
Arqueología textil
“El pasado suele ser el mejor recurso para la creatividad futura”, así lo expresa la firma en el racconto que hace de su propia historia. Y no es para nada casual la valoración que se le da al abultado archivo de telas y otros elementos fundamentales a partir de los cuales se entretejen nuevos relatos asociados al devenir de la casa textil más antigua del mundo.
“Quinternetto delle taglie” o “pequeña lista de tallas de cinco páginas” es uno de esos tesoros. Un documento preservado desde 1663 donde se describen las actividades de la compañía en el sector lanero, que, además, da cuenta del know how en el proceso de teñido. Algo preciado que se conservó y se transmitió de padres a hijos.
A su vez, en el amplio caudal de géneros y elementos antiquísimos claves para narrar la historia de la marca, se pueden encontrar referencias a distintos materiales, como la angola de fantasía. Lo mismo las alusiones a los textiles londinenses de tonos nublados, en sintonía con el clima de esa tierra, y al gris típico usado por las tropas, incluso antes de iniciada la Primera Guerra Mundial, que después devino en el color del uniforme italiano.
Es que, en total, el archivo incluye muestras de más de 2000 volúmenes de tejidos antiguos originados en Italia, Reino Unido, Alemania y países de América, entre otros sitios, correspondientes al periodo que va desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad.
Algunas de esas piezas están vinculadas a personajes de la historia no necesariamente textil, sino también social y cultural. Por caso, George Stanhope, sexto conde de Chesterfield, considerado uno de los modelos de elegancia masculina de la época de la Regencia y del período posterior. Es recordado en los registros de VBC por el sastre Henry Poole, pionero en Savile Row, epicentro histórico del buen vestir en el Reino Unido. También, aparecen referenciados los condes rusos Alexander, Pavel y Gregory Stroganov, asiduos compradores de la firma.
Y si se observa desde este lado del mundo, sin dudas sobresale el vínculo que la marca sostuvo con el italiano Antonio Gerli. El empresario milanés que llegó a la Argentina en 1890, fundó su fábrica en la provincia de Buenos Aires y llegó a importar miles de kilos de tela, principalmente de algodón blanco hilado. Tal fue su trascendencia que una localidad del conurbano bonaerense lleva su nombre.
Pro hay otro vínculo con la Argentina, pero más recente. Vitale Barberis Canónico recientemente renovó su desembarco en el país con insumos para que la filial argentina de la marca Rochas desarrolle prendas de alta calidad.
Hay otros artefactos que, aunque no son propios de esta industria, si están relacionados a la misma, como las copias de cartas en papel de seda de principios del siglo XX que dan cuenta de, por ejemplo, la relación comercial con las sastrerías del Golfo de Nápoles. Además del Gran libro de diseños textiles, así se llama el diccionario versionado en alemán, francés e inglés de autoría de Franz Donat.
Saberes
“Es más que un tejido, se trata de ideas, industria e inversión”, expresa Marco Schiavone, director comercial para Europa y América del Sur de Vitale Barberis Canónico, la empresa que produce 5000 variaciones exportadas a alrededor de 90 países para ser usadas por los sastres más exquisitos del mundo.
La compañía que ya va por la generación número trece y está a punto de recibir a la catorce, trabaja con materia prima de altísima calidad como la lana merino, originada en Australia y Nueva Zelanda; el cachemir proveniente de China y el mohair de Sudáfrica.
Desarrolla cinco gamas de telas donde se destaca la denominada Vintage, con géneros como la franela estampada o la lana de abrigo Melton, destinada, claro, a prendas de invierno. Otra gama es la llamada Offlimits que, tal como lo indica su nombre, va más allá de la formalidad con materiales renovados para adquirir nuevas funcionalidades.
Además, está la línea Clásica que comprende una franela de alrededor de 350 gramos, en diseños tradicionales como Pied de Poule, Príncipe de Gales, cuadros y rayas. En ese grupo está el emblemático tejido Greenhills, surgido de la lana merino, obtenida de una granja de Nueva Gales del Sur en Australia, ideal para trajes formales.
Este último, en su versión Super 180’s, caracterizado por ser suave, ligero y por lograr una caída perfecta, es utilizado en las prendas de la colaboración Rochas x Vitale Barberis, presentadas en el Museo de Arte Decorativo de Buenos Aires a instancias de la muestra del artista Nahuel Vecino.
Así como en 2013 VBC pasó a ser reconocida como miembro de Les Hénokiens, la asociación internacional que reúne a empresas familiares con al menos dos siglos de actividad, al año siguiente fundó Fabric Academy, el programa didáctico y experiencial orientado a profesionales del sector textil y a todos aquellos apasionados por la moda. ¿El propósito? Compartir las habilidades ancestrales y promover la cultura de las telas de excelencia. ¿Qué aprenden? Desde los aspectos más básicos del tratamiento de la lana hasta la historia de los tejidos y las últimas tendencias.
Relacionado a la transmisión de conocimientos está el proyecto que presentó en conjunto con la sastrería Caruso, ambos referentes del Made in Italy. Nous es el nombre de la mentoría destinada a jóvenes talentos, liderados por el arquitecto y diseñador Gio Pagani. En el contexto de la Semana del Diseño de Milán de este año, tuvieron como meta desarrollar objetos vinculados al mundo de la elegancia sartorial.
Es, sin dudas, en una época de proliferación de la moda rápida, que los desarrollos basados en el oficio se vuelven una referencia ineludible en términos de sustentabilidad. Por un lado, al generar productos que perduran en el tiempo, con técnicas de antaño mixturadas con recursos innovadores y, por el otro, al maximizar cuestiones operativas, como la del uso de una planta depuradora de agua.
“Las revoluciones de este momento se dan en torno a la sustentabilidad y a lo deportivo”, confirma Schiavone cuando repasa las transformaciones del aquí y ahora, en contraste con los momentos de cambio que tuvo que transitar la empresa en más de tres siglos y medio de existencia.
En ese sentido y respecto al primer punto, el de la perspectiva sostenible, es que la marca lanzó un pasaporte digital de transparencia donde los compradores encuentran detallada la información sobre cómo está conformado cada tejido y su cadena de valor. A su vez, pueden solicitar un código QR de cada lote de producción para luego incluirlo en las prendas terminadas. Esto último está destinado a que los usuarios puedan revisitar el recorrido desde el momento en el que se adquieren las materias primas y cómo luego se transforman en textiles en la fábrica.
“La moda es diferente a la de hace veinte o treinta años”, reflexiona Schiavone cuando se le consulta sobre los hábitos del vestir actuales. En ese aspecto explica cómo el privilegio a la comodidad y el estilo deportivo fueron ganando terreno en esta era. De hecho y a partir de esta tendencia reconoce que las inversiones apuntan a maquinarias que le den más elasticidad a los tejidos a tono con las necesidades de los clientes.
Otro de los tópicos claves para este tiempo de la industria de la vestimenta es que, si bien VBC se enfocó históricamente en el diseño de indumentaria para hombres, en los últimos años y de acuerdo a las pasarelas de la moda internacional, la firma abrió su panorama hacia las marcas de ropa para mujeres. “Los mejores tejidos que vendemos al mundo de la moda masculina también los vendemos a la femenina”, concluye.