“Una noche, luego de cenar en un lugar de moda de la Costanera, me pidió cruzar la avenida para ver el río. Me agarró de la mano y fuimos juntos, siempre rodeados de varios custodios. Frente a la costa, le pregunté por qué había tenido un gesto tan generoso por mí y me respondió: ‘porque vengo del mismo lugar que vos´”.
El que relata la anécdota es Luis Solanas y su coprotagonista es Madonna Louise Ciccone, quien, desde un gesto generoso y desinteresado, logró que el bailarín no perdiera su casa.
Solanas, cuyo apellido real es Labanca, es el responsable de La Viruta Tango AR, la histórica milonga frecuentada por tangueros de ley, público joven, el under porteño, el jet set internacional y no pocos espectadores curiosos. Todos convocados por su ambiente libre de mandatos y protocolos, acompasados por la música y el baile de sabor arrabalero que logró conquistar al mundo.
“Mi idea siempre fue abrir un lugar donde la gente se sintiera libre y eso es lo que logré con La Viruta, por eso se acerca tanta juventud”, reconoce Solanas, de 68 jóvenes años, a quien todos llaman “Luisito”, cuya vida es atípica por donde se la mire. Además de bailarín de tango y creador de la casa de baile más famosa de la noche porteña, es actor y poeta.
El sábado 15 de noviembre, La Viruta Tango Ar -que funciona en un amplio salón del subsuelo de una de las instituciones armenias más importantes de nuestro país- celebrará sus primeros 35 años de existencia con una gran fiesta abierta a todo público.
“Arriba de aquella mesa se puso a bailar Björk”, cuenta el tanguero que continúa dando clases y demostrando sus destrezas en la pista. A la seducción del tango no hay con qué darle. Y si Carlitos Gardel puso a Nueva York a sus pies, La Viruta Tango AR no se anda con firuletes a la hora de convocar fanáticos que hacen de cada madrugada una celebración incuestionable.
En su senda
Luis Solanas entendió como nadie cómo debían reformularse los lugares destinados al tango bailado. Al punto tal que se convirtió en un referente de notable envergadura que hasta la mismísima Madonna pulió su estilo y bailó con él en una emblemática escena del film Evita, dirigido por Alan Parker, en el que la estrella pop interpretó a quien fuera la más trascendente Primera Dama de nuestro país.
-¿Por qué, durante aquella noche en la costanera, tuvo palabras de agradecimiento hacia Madonna?
-Durante el rodaje de la película Evita, me preguntó: “¿Cuánto ganás por día de filmación?”. Cuando le dije la cifra me respondió: “Te contrato para que me des diez clases”. Fue buenísimo, porque estaba pagando las cuotas de un departamento y andaba medio complicado financieramente, así que no iba a poder terminar el plan de pagos y me lo iban a terminar sacando.
-¿Conoció Madonna esta historia?
-Nunca se lo conté, pero gracias a su gesto pude pagar mi casa.
-¿Qué sucedió luego de la frase “vengo del mismo lugar que vos”?
-Le confesé: “Me ayudaste muchísimo, estoy en un momento difícil”.

Solanas se encontraba bailando en París cuando le llegó la propuesta para bailar junto a Madonna en la realización de Alan Parker estrenada en 1996 y coprotagonizada por Antonio Banderas, quien le dio vida a “El Che”, y Jonathan Pryce, quien personificó a Juan Domingo Perón. “Me llegó un fax de los productores de la película donde me explicaban que me querían conocer”.
A fuerza de talento
El bailarín es un hombre de suerte. No solo por las oportunidades que se le presentaron para deslumbrar con su arte -ganadas a puro talento-, sino porque también siempre hubo una mano atenta a rescatarlo del naufragio. Así como sucedió con la intérprete de “La isla bonita”, un empresario -que le debía el favor de haber bailado gratis para su esposa en el aeropuerto Charles de Gaulle de París- le pagó el pasaje que lo traería de regreso a Ezeiza.
“Bajé del avión y me fui directamente a Puerto Madero para firmar el contrato. Ahí mismo me cortaron el pelo”, recuerda el bailarín y coreógrafo, quien al recuperar aquellos tiempos pareciera tomar distancia y hasta sorprenderse con su propia aventura.
-¿Cómo fue el primer encuentro con Madonna?
-Me citaron en el hotel donde ella estaba alojada. Cuando llegué, me tantearon, me dijeron lo que tenía que hacer y me llevaron a una sala para esperarla.
Cuando la celebridad, nacida hace 67 años en Bay City, Michigan, apareció en el amplio y señorial salón que balconeaba a la Avenida 9 de Julio, Luis Solanas improvisó de la mejor forma posible un recibimiento cordial. No todos los días se tiene al alcance de la mano a Madonna, pensó. “Llegó, me saludó muy formal. Sólo atiné a decirle ´Bienvenida a Argentina´, pero mucho no le importó, así que rápidamente le propuse bailar”.
Ya le habían anticipado las características de la escena, así que no hubo demasiado preámbulo para el inicio del ensayo: “Ella ya sabía bailar tango”.
Rápidamente, la estrella internacional encontró en su partenaire a un hombre prudente, sobrio, que no buscó entrar en confianza a cualquier precio y que sólo se disponía a hacer su trabajo con excelencia. Esa actitud fue esencial a la hora de ganarse el respeto y la cercanía de la actriz. “Fue muy agradable trabajar con ella”.
-Más allá del baile y el rodaje del film, ¿qué otros momentos compartieron?
-Íbamos a comer, recuerdo que ella era vegetariana, pero algún bifecito probó.

-¿Cómo fue su vínculo con Alan Parker?
-Muy bueno. Cuando le pregunté si estaba bien lo que hacía o si debía modificar algo, me respondió “haga lo que sabe”.
En los ratos libres que les dejaba el rodaje, Solanas cumplió con las diez clases que le había pagado Madonna y que lo ayudaron en su endeble equilibrio financiero. “Esos encuentros siempre fueron en el hotel”.
Tal fue la empatía de la cantante con el bailarín que hasta se ofreció a contactarlo con el director Francis Ford Coppola, pero el maestro de tango prefirió no avanzar con esa posibilidad “por no saber hablar inglés”.
Milonga sentimental
Cada noche, más de 300 personas pueden darse cita en La Viruta Tango Ar. “La pista del tango es mi territorio, me siento seguro, sé que ahí no me puede pasar nada malo”. A confesión de partes…
Luis Solanas no se anda con vueltas a la hora de explicitar eso que siente por la sensual danza del dos por cuatro y que contara con parejas excelsas como Virulazo y Elvira, Juan Carlos Copes y María Nieves, Gloria y Eduardo, Mayoral y Elsa María y Johanna Copes, entre tantos otros que también pisaron la pista de la milonga de Palermo.

“Siempre admiré a Miguel Ángel Zotto y Milena Plebs. Cuando vi Tango x 2 me impulsó a ser bailarín de tango profesional. Era un dilema que hablaba en terapia, no podía entender qué era lo que me sucedía”.
Aquel entrevero de su mente tenía que ver con su pasado artístico, quien ya había desarrollado una nutrida carrera como actor, formado con maestros como Ricardo Bartís, Alejandra Boero, Beatriz Matar y Alberto Félix Alberto.
Nacido en Vicente López y criado en un conventillo del barrio porteño de Saavedra, fueron sus padres, María y Blas, los que le enseñaron a bailar. Eran milongueros de ley y un primer impulso para la vocación de ese hijo que despertaría mucho más tarde. “Era chico y el Polaco Goyeneche pasaba y me tocaba la cabecita», recuerda el bailarín sobre el vecino más famoso de su barrio de infancia.
-¿Quiénes más fueron influencia en el arte del baile en pareja?
-El bailarín Pepe Avellaneda me enseñó a marcar y a llevar a la mujer. Me acuerdo que, cuando ya me había largado solo, Virulazo me decía “cuántos pasos más vas a dar”.
Aquellos “firuletes” iniciales sorprendían al gran maestro.

-Bailar tango, ¿es para todos?
–Cualquiera puede bailar tango, no hay pataduras, hay que empezar y entender qué se quiere hacer, si ser profesional, bailar en milongas o divertirse.
En él se dio todo. Incluso, fundar una de las milongas más famosas del mundo. La Viruta nació en 1990, mientras estaba de gira en Milán, formando parte del elenco de la obra Tango varsoviano. Su compañera de elenco Adriana Díaz fue quien lo estimuló a tal cuestión. Él ya tenía la idea en mente y hasta el nombre de su proyecto.
“Solía ir a milongas y notaba que la gente estaba muy expuesta, se ponía nerviosa al salir a bailar, por eso, de movida, me interesaba hacer otra cosa, buscar otro espíritu”.
La primera sede de La Viruta se emplazaba sobre la calle Fray Santa María de Oro, en corazón del barrio de Palermo, donde levantó la persiana el 28 septiembre de 1994. “Venía siempre Charly García, porque decía que las empanadas de ahí eran las más ricas. Se quedaba parado y disfrutaba observando bailar a la gente”. Famosos como Horacio Fontova, artistas plásticos y nombres ilustres del tango eran habitués.

En 1997 llegó la mudanza al actual espacio de la calle Armenia. “Por este lugar llegaron a pasar 800 personas por noche”. Entre esa multitud, se abrieron paso, celebridades como Willem Dafoe, Robert Duvall –“se tomó un pomelo”- y Liza Minnelli, quien, sotto voce, rompió con la regla de la prohibición de fumar.
Prácticamente no hay registros de la presencia de esas estrellas: “Las celebridades no quieren que les saquen fotos y nosotros respetamos eso a rajatabla”.
Entre las personalidades argentinas, que se cuentan por decenas, se destacan algunos habitués. Patricio Contreras ha sido visitante regular, al igual que Luis Brandoni: “Beto viene siempre y se enoja cuando no ponemos nada de Juan D´Arienzo”.
-¿Hay mucha competencia entre los bailarines?
-En una época, sí, ahora no. Las redes sociales rompieron con eso.
-¿Sigue dando clases?
-Sí y también ofrezco exhibiciones.
-¿Cuál es su máxima como docente?
-Trato de encontrar y explotar las habilidades del alumno, más allá de las reglas del juego del tango que no se pueden pasar por alto.
-¿Quiénes toman clases? ¿Se puede trazar un perfil del alumnado?
-Es una mezcla de saberes y oficios, y eso es lo interesante. En el tango, lo único que hace falta es saber bailar, nadie pregunta al otro qué hace, si tiene plata o no.
Comienzan a llegar los alumnos. La música amenaza con tapar las voces. En un rincón, una chica jovencísima se saca sus zapatillas de running y se monta en el taco aguja. Un hombre que peina canas ata los cordones de su charol.
Solanas, que fue parte del elenco de Tanguera, el show encabezado por Mora Godoy, sostiene que “lo que seduce del tango es la conexión, el abrazo. Cuando uno recorre el mundo, se da cuenta que el contacto con el otro, cuesta y que las redes sociales ayudan a ese alejamiento. En cambio, el tango contiene y es, además, muy teatral; cuando la gente empieza a bailar se transforma en un personaje”.
La Viruta Tango AR funciona los lunes, martes y sábados. Cada fin de semana, una orquesta recrea el espíritu de una milonga de la década del cincuenta. “Mucha gente viene a ver el espectáculo sin necesidad de tener que bailar”.
Este sábado 15 de noviembre, la fiesta aniversario se encenderá con dos orquestas en vivo y hasta se anticipa el apagado de las velas de una gran torta de cumpleaños. “Tocarán el Quinteto Galván y la Juan D´Arienzo y habrá una performance de tango teatro”.
Con orgullo, Luis Solanas reconoce un mérito no menor de La Viruta Tango AR: “Vienen los hijos de parejas que se conocieron acá y me dicen ´quiero aprender tango solo con usted, porque usted hizo conocer y les enseñó a bailar mis viejos´”.
Antes de la despedida, el actor y bailarín, más campechano que compadrito, quién llegó a compartir escenario con Susana Rinaldi, Rubén Juárez y Rodolfo Bebán, derrama su propia máxima: “Como dice el tango, voy a bailar mientras me den las tabas”.
Para agendar
La Viruta Tango AR, fiesta 45° aniversario. Sábado 15 de noviembre, desde las 21 (Armenia 1366, Palermo)