Gallardo y Enzo Pérez, conducción: River se aferra al pasado y se ilusiona a futuro con la misma fórmula del sentimiento

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Enero de 2025. Enzo Pérez, el último ídolo, vuelve a River después de otra aventura exitosa en Estudiantes y, sobre todo, luego de la añeja y conflictiva salida del Monumental. Un mes antes de cumplir 39 años, con Marcelo Gallardo otra vez en casa, sólo bastó un mensaje de texto, dos conceptos y un abrazo.

“Marcelo me dijo lo que quería. Nos dijimos las cosas que nos teníamos que decir, por el bien del club, hablamos, dejamos las cosas en claro y a partir de ahí hablé con la familia. Ellos están muy entusiasmados con mi vuelta. Dije que había que volver y pudimos volver”, decía, desde el lado sentimental.

“Yo vengo a competir, soy uno más. quiero ganarme mi lugar. Si me toca arrancar, bienvenido sea. Me gusta la exigencia, me gusta competir. Soy un apasionado por este deporte”, reflexionaba, desde el lado profesional.

“Más allá de llevar la cinta, lo importante es el grupo, que todos tiremos para el mismo lado, eso es lo más importante. Quien la lleve va a representar de la mejor manera el club”, entendía, bajo el concepto “vino a ordenar el vestuario”, una frase callejera que se extendió como una verdad revelada.

Hacía tiempo que ya no estaba Martín Demichelis, con una primera etapa de galera y bastón (con Enzo como eje central) y una continuidad con conflictos internos exagerados públicamente. El Muñeco ya había tomado las riendas: el equipo era una moneda al aire con figuras con pasado y actualidad de selección.

¿A qué había vuelto el caudillo de la bandera? ¿Verdaderamente iba a ser titular o se trataba de una valiosa pieza de recambio, con el foco principal en las relaciones humanas? Gallardo despejaba las dudas, mientras se seguían sumando figuras de prestigio y hombres surgidos en casa.

Enzo Pérez tuvo la mejor tarea del año contra Gimnasia, en La Plata

“Primero que nada, su actualidad. Tal cual se lo dije bien: no hago obras de beneficencia. Si vos jugaste 48,49 partidos en el año es un montón, sobre todo si entendemos que tiene 38 años. Primero eso”, decía el Muñeco, en su momento.

Y fue enumerando, paso a paso, sus virtudes. “Segundo, porque lo conozco y sé lo que me puede dar. Tercero, por la ascendencia que claramente tiene en el mundo riverplatense, en el cual yo considero que es importante y confío. Él va a competir como todos. Su actualidad fueron los primeros signos de que podía venir y competirle de igual a igual a cualquiera”, sostenía el conductor.

Abril de 2025. Ni el más pesimista habrá imaginado un River tan descolorido a esta altura de la temporada, con la excepción reciente: un furioso 3-0 sobre Gimnasia, en La Plata, con destellos de sus mejores épocas. Enzo, solo en el mediocampo, en una zona mirada de reojo -por su limitado despliegue y su juego en rojo-, cumplió su mejor actuación.

Los números son llamativos: 13 de 14 partidos como titular en el torneo Apertura, tres tarjetas amarillas, una roja (la razón por la que no actuó en todos los partidos), disputó los dos encuentros de la Copa Libertadores y suma, en 2025, 1034 minutos. En la columna del debe en la mayoría de los partidos (más por una cuestión física que futbolera), su crecimiento la da mayor estabilidad a un equipo que sigue en construcción.

Gallardo y Enzo Pérez, la noche en la que el volante se disfrazó de arquero, contra Independiente Santa Fe

El último abrazo, el que el universo riverplatense exagera a puro sentimiento como el comienzo de algo grande, se da con el tercer grito, el de Rodrigo Aliendro. Enzo va en busca del Muñeco, un gesto que encierra miles de interpretaciones.

A los 39, es el DT larga duración dentro de la cancha: todo un riesgo. ¿No hay un intérprete con mejor rendimiento? ¿Galoppo, Kranevitter, Aliendro, Simón? Porque Kevin Castaño juega a otra cosa. Evidentemente, para el Muñeco no se trata de soluciones de camarín, más allá de algunos reproches públicos a Miguel Borja (“¡No te tirés, Miguel”!, le gritó en público en el 0-0 con Barcelona de Guayaquil!”) o recomendaciones tácticas a Mastantuno. “Es un distinto, es un pibe que gambetea, va para adelante, que la pierde y la vuelve a agarrar, que se saca uno o dos jugadores encima. No hay que olvidarse que tiene 17 años y que tiene muchas cosas por aprender. Los más grandes nos tenemos que hacer cargo cuando las cosas se plantean difíciles y que él disfrute”, advierte.

 El futuro es con ellos: Gallardo y Enzo Pérez son una sociedad inquebrantable. River no vive de recuerdos, se trata de actualidad pura. No dosificar su energía puede ser un peligro: este miércoles, River juega con Independiente del Valle, por la Libertadores, en la altura de Quito y el próximo domingo se cita con Boca, en el Monumental, por el torneo Apertura.

“Siempre trato de aportar desde el rol que me toca cumplir. Veníamos de muchos partidos empatando, sin conseguir victorias. Los que llevamos un tiempo, tratamos de transmitir seguridad a los chicos. Ojalá este triunfo sea el puntapié para que todo lo que venga sea positivo para todos”, contó, después de una tarea en el espejo de aquel mediocampista todo terreno de selección.

“Sabía cuál era mi rol, yo siempre trato de aportar y de ayudar sea en donde me toque cumplir. Se habla mucho, pero es la exigencia de River. Tenemos que estar preparados para todo, para lo bueno y lo malo. Los que conocemos un poco este mundo tratamos de transmitir tranquilidad a los más chicos. Cuando pasan estas situaciones es cuando más tenemos que enfocarnos. Que en algún momento se va a dar vuelta la historia”, sostiene.

Los silbidos en continuado habían salpicado al Muñeco. Y los reproches con casos puntuales habían rozado a Enzo, con la espalda desnuda y el equipo partido cuando los rivales se animan a galopar. Ese abrazo, tal vez, le dio fuerza al DT para sacar pecho y decir cosas como estas: “No me molesta la crítica, no me confundo cuando me elogian, y no me molesta que me critiquen cuando la cosa va mal. La llevo bien de las dos maneras porque soy un agradecido. El fútbol me dio muchas más satisfacciones, alegría y amor que la crítica dañina que genera un odio. Eso lo dejo, no lo tomo porque me resbala, por no decir que me chupa un huevo”.

Marzo de 2021, otro abrazo en un viejo festejo millonario

Seguramente, habrá intérpretes repartidos en el choque copero y “lo mejor” en el superclásico. Un cronista, al pasar, le recrimina al Muñeco que al “funcionamiento ideal” le faltan, todavía, algunos casilleros.

“¿Qué significa eso? Es jugar bien y ganar. A veces, es eso. Y no te podés quedar con el vaso medio vacío. Hay algunas cosas que se vienen viendo y ustedes en el análisis personal que hacen no encontraban respuestas, pero había respuestas futbolísticas. Se veían buenas cosas y no terminábamos de finalizar. Esta vez lo hicimos, convertimos goles y eso lo hace redondo, pero el fútbol argentino es difícil”, contesta Gallardo, de frente. Que siempre camina con Enzo Pérez, espalda con espalda.

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