Georgina Barbarossa: del éxito de su programa a los duelos inesperados, la vida sin dinero y los cambios físicos

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“La terapia me ayudó mucho para hacer este programa”. Fue una mañana dura, de esas donde la actualidad más cruda golpea fuerte. Desde el vamos, Georgina Barbarossa explica una de sus estrategias para poder afrontar una agenda que no siempre es amable.

Su otro artilugio es estar preparada, informada, para poder desarrollar los temas que la actualidad propone, impone, como contenidos de A la Barbarossa, su espacio matutino que, desde la pantalla de Telefe, lidera la audiencia con amplia diferencia por sobre sus competidores.

LA NACION compartió una mañana en los estudios de Telefe junto al equipo de A la Barbarossa

Llega a la reunión de producción cerca de las 7.30 de la mañana. Allí Roxana Briski y Pablo Nieto, sus productores, le adelantan cómo quedaron definidos los temas a abordar durante el ciclo que comenzará dos horas después. Luego será el momento de maquillarse, peinarse y vestirse para enfrentar las cámaras en un horario que dejó de ser periférico para la televisión.

Roxana Briski y Pablo Nieto son los experimentados profesionales que lideran el equipo de producción del programa

“Cuando sucede algo con humor, lloramos de risa, pero la actualidad suele ser tan dura que tuve que pensar con mi terapeuta cómo afrontar cada programa”, explica la conductora instalada en su camarín, un cómodo “departamento” ubicado a unos cuantos metros de su estudio, y dispuesta a conversar con LA NACION. “Los psicólogos tienen herramientas para afrontar los dramas ajenos, pero yo, ante un tema muy duro, largo el moco, lloro. Sin embargo, mi analista me hizo priorizar el vaso medio lleno”.

-En tu caso, ¿cómo se aplica?

-Me hizo entender que uno puede ser muy útil para la sociedad con este tipo de formatos. Las cámaras llegan a lugares donde otros no llegan. Un fiscal, un juez o la policía, a veces, aparecen después que lo hizo un móvil nuestro. La gente espera a la televisión como si fuese la Virgen de Luján.

El comienzo de un ciclo exitoso

El 13 de junio de 2022 se estrenó A la Barbarossa. El programa, tomando las mediciones de Kantar Ibope- Instar Analytics, cosechó, en términos de promedio en estos tres años de aire, 4,91 puntos de rating y un share [proporción de televisores encendidos en un programa en relación con el total de ese momento] de 44,75 por ciento. Además, lideró el 98 por ciento de las 765 emisiones y, desde el 20 de junio de 2023, se mantiene primero en audiencia en su franja matinal.

Georgina Barbarossa, en su camarín

Actualmente, el panel de colaboradores que acompaña a la conductora está conformado por Pía Shaw, Paulo Kablan, Analía Franchín, Eliana Guercio, Mariana Brey y Nancy Pazos, las coberturas en exteriores están realizadas, en vivo, por el móvil a cargo de Roberto Funes Ugarte y la locución es responsabilidad de Claudia Fasolo. El equipo de producción está conformado por 12 profesionales, mientras que las áreas técnicas, vestuario y maquillaje implica la labor de dos decenas de personas.

“Cuando debuté como conductora, le dije a mi marido ´al tercer mes me van a dar una patada en el cul…´, pero seguí“. Aquella primera vez se dio en 1997, cuando estrenó Movete con Georgina en la pantalla de América.

Georgina Barbarossa reconoce que, en algunas oportunidades, debió

-Siempre se te ha percibido como una figura muy cercana a la gente.

-Me considero una actriz querida por el público.

-Y cercana…

-Si estás deprimido, nada mejor que salir a la calle y recibir como respuesta el amor que te brindan, pero también aparecen los pedidos.

-¿Qué te ha sorprendido especialmente?

-Hay muchos casos de niños perdidos, denuncia de violaciones y ni hablar de la cantidad de gente enferma que consigue mi celular y me llama pidiéndome desde sillas de ruedas hasta medicación.

-¿Te cambió en algo hacer el programa?

-Indudablemente, me modificó. Siendo más joven hubiese sido el doble de llorona, pero, el paso del tiempo te va curtiendo. El poder ayudar te hace sentir bien. Incluso, me gusta hacer un seguimiento de los casos, llamo por teléfono, pregunto. Nuestra actualidad no es la de hace cincuenta años, ahora hay un nivel de violencia muy grande. Basta ver lo que sucede en los colegios. ¿Qué mundo le voy a dejar a mi nieta? Hay una involución de la educación y de la cultura; por otra parte, cada año es más violento que el anterior y cada vez hay más droga.

-En términos de violencia, no hay lugares a salvo.

-No los hay en ningún lugar del planeta. Hace poco, España se quedó sin luz, la realidad supera a la ficción.

-Casi una materialización real de El Eternauta.

-No falta mucho para eso. Cuando tenía quince años adoraba a Ray Bradbury y Las doradas manzanas del sol o Fahrenheit 451.

-Relatos cada vez más cercanos.

-Los leía y me encantaban, eran ciencia ficción, pero hoy está pasando. Hay una crisis muy grande de valores y de fe. A mí la fe me ayuda mucho, no soy una super religiosa, pero tengo fe.

Otro de los temas que la inquietan es el mal uso de la Inteligencia Artificial: “Mañana van a poner un presidente ficticio, creado por Inteligencia artificial, Matrix quedó antiguo”.

¿Una nueva Georgina? En los últimos días se la vio a la actriz en el “abrazo” público realizado al Instituto Nacional del Teatro y no dudó en acercarse hasta las inmediaciones del Congreso Nacional y formar parte de la marcha de los jubilados que coincidió con un aniversario de las movilizaciones de los grupos feministas.

El camarín de la conductora es sumamente cálido, literal y simbólicamente. Retratos de familia y alguna estampita religiosa pueblan el lugar y definen a su huésped. “Medito, rezo y pido en los lugares más insólitos, porque no me gusta nada este mundo que le estoy dejando a Julia”. Se refiere a su primera nieta, hija de su hijo Juan Lecuna y de Lucy, su esposa.

-¿En qué lugares “insólitos” rezás?

-Esperando en un aeropuerto, haciendo bicicleta.

-¿Qué rezás?

-Medito con mantras o digo el Rosario con los dedos. Eso me hace mantener el eje y me corre de la queja permanente.

De mediciones y otras cuestiones

-¿Te preocupa el rating?

-Sí y no.

-Ampliemos.

-Me encanta que nos vaya bien, pero el número no es todo.

-¿Te molesta que tus panelistas discutan acaloradamente al aire?

-No, en nuestra mesa hay un crisol; lo que no me gusta es que se traten mal. En general, hay mucha mística de equipo, nos gusta reunirnos para divertirnos, comer asados. Es un trabajo colectivo.

-Alguna vez, ¿hablaste con algún panelista por algo que no te gustó que saliera al aire o por una discusión demasiado corrida de tono?

-Sí, pero, en tres años, habrá sucedido dos o tres veces. Lo hago después del programa, no genero un conventillo al aire, ahí todos pueden dar su opinión, explayarse y decir lo que piensan, lo que no pueden hacer es matarse.

Momento distendido en un corte del programa

-¿Qué personaje te interesaría tener al aire?

-Me gustaría entrevistar a (Javier) Milei, pero no para hacerlo hablar de política.

-¿Qué le preguntarías?

-Indagaría en su infancia, en qué le sucedió de chico, cómo es la relación con su hermana. Le preguntaría qué le pasa, por qué es tan duro con los viejos. Necesito saber por dónde va su parte humana, porque, de lo contrario, siento que es como un robot que va tratando de salvar al país desde la economía y las finanzas.

Dolores

A lo largo de su vida, Georgina Barbarossa sufrió dos pérdidas abruptas que la atravesaron intempestivamente. Esas que irrumpen para transformarlo todo. Las que son más difíciles de transitar su duelo.

A diferencia de lo que le sucedió con Susana, su madre, a quien cuidó hasta el final, las partidas de Aníbal, su padre, y de Miguel “Vasco” Lecuna, su esposo y padre de sus hijos mellizos Juan y Tomás, asesinado en 2001, fueron sorpresivas, traumáticas. “Es horrible no despedirte del ser querido, por eso es tan dolorosa la tarea de las madres y abuelas que buscan a sus hijos y nietos”.

Cicatrizó algunas heridas, pero, como tales, dejaron su marca: “Es la cosa más horrible no poder decir al que se va, ´te quiero´ ´perdoname´”.

-Con tu madre fue diferente.

-Se murió de viejita a los 92 años, era esperado, nos dijimos todo. Murió en 2020, pero no tuvo nada que ver con el Covid, ya no daba más de dolores.

Susana, la madre de la conductora, padeció una ceguera total durante los años de su vida

“Tuvo hidalguía, templanza. Ella sabía que, cuando fuera al sanatorio, sería para que le dieran morfina y finalizar su vida. Siempre me pidió esa forma de morir y es lo mismo que yo les pido a mis chicos”.

-¿Qué les pedís?

-Les ruego que no me hagan sufrir, que cuando sea el final sea el final. Con mamá, vino la ambulancia tres veces y, cuando le decía “¿vamos?”, ella me respondía que no, hasta que, la tercera vez, me dijo que sí.

-Ya estaba preparada.

-Me acuerdo que, cuando la doctora me habló de darle morfina, yo dudaba. “¿Estás segura que no estoy matando a mi mamá?” y, ella, una santa, me decía “quédate tranquila, Georgina, es lo que hay que hacer”. Llamé a mis hermanos, uno en Córdoba y otra en España, y me decían “está bien lo que estás haciendo, no tengas culpa”. Creo que me até a la cama, porque nadie se podía quedar acompañando en una clínica en la época de la pandemia.

-¿Hasta dónde estuvo consciente tu mamá?

-Hasta último momento, habló con todos los nietos, nos reímos hasta el final y hasta un cura le leyó una parte del Evangelio; luego se fue durmiendo por la morfina. Fue una santa, decidió todo con templanza, paciencia. Yo, que soy arrebatada, cuando me veo en una situación de templanza le hablo y le agradezco, “mirá vieja, me bajó tu educación”.

-En cambio, tu padre falleció sorpresivamente en Uruguay.

-Le decían “el loco Barbarossa”, salgo mucho a él. Era divertidísimo.

-¿Cuándo lo viste por última vez?

Falleció en 1992 y nos despedimos en aeroparque, subí a la terraza para saludarlo cuando entraba a un avión de Pluna para volar a Montevideo.

-¿Cómo era?

-Disfrutaba de todo, desde tomar un café en un aeropuerto hasta de los duraznos de Uruguay. Para él era lo mismo ir a Europa que a un mercado. No despedirme de ese hombre fue tremendo.

Su padre falleció por un paro cardíaco en Uruguay, de manera sorpresiva, sin síntomas previos. El fallecimiento del esposo de la actriz, en cambio, se dio por un hecho policial que conmocionó a la opinión pública.

El 2 de noviembre de 2001, Miguel “Vasco” Lecuna tomó un taxi y, cuando circulaba por la calle Mario Bravo, fue interceptado por una camioneta de la que descendieron maleantes para robarle. Forcejearon, lo acuchillaron. El empresario sobrevivió unas horas hasta que falleció en el Hospital Rivadavia. Barbarossa, en ese momento, era la conductora de Venite con Georgina, el magazine que se emitía por Azul Televisión (hoy elnueve). “Fue una tragedia”.

-Así fue, fue una cosa indescriptible.

-Si alguien que atraviesa un momento muy duro, trágico, te pregunta cómo se sale, ¿qué le respondés?

-Le diría que cuesta muchísimo, pero que se puede. Volverme a reír me tomó tres años. La primera vez que pude fue con Marley.

-¿Por qué?

-Lo adoro a Ale (Wiebe), me llevó a Costa Rica y, metidos en el mar, comentó una pavada y me sacó una carcajada. En ese momento, le dije “es la primera vez que me rio así”.

-Habrá sido muy complejo contener a tus hijos.

-Fue muy duro; cuando me dicen que fui madre y padre digo que no es así, yo fui madre, al padre se los mataron. Hicimos terapias, viajes, de todo. Lo han sufrido y lo sufren mucho, aunque nos reímos de las cosas divertidas.

-Ver hoy a tu nieta Julia es una recompensa inmensa de la vida.

-Es la revancha de la vida. Para Juan, tener a una criatura divina que le diga “papá” es muy fuerte.

-Volvió la palabra “papá” a la familia.

-Es eso, muy emocionante. Juan es un super papá, lo pienso y me emociono, cocina, le canta, hace de todo. Lucy, mi nuera, también es una gran mamá.

-Y lavan pañales de tela.

-Sí, porque son super ecológicos. Vas a la casa y ves los pañales colgados al sol.

-Una postal de hace cuarenta años.

-En 1987, cuando nacieron los chicos, no teníamos un mango, habíamos hecho un negocio pésimo en Brasil, nos terminó estafando un amigo. “Vasco” me lo había anticipado y no lo quise escuchar. Ya entendí que no puedo hacer un negocio porque me va mal, lo único que sé hacer es mi trabajo.

-Estafados y con mellizos.

-Volví de Brasil embarazada y sin un peso. Nos fuimos a vivir a la casa de papá y mamá, porque, además, tuve un embarazo complicado. Cuando me preguntaban qué me podían regalar, siempre contestaba “pañales, traigan pañales”. Valían una fortuna. Me tomaba un colectivo hasta un lugar que quedaba muy lejos para poder comprar pañales fallados.

-El outlet de los pañales.

-Compraba los pañales y cinta de pintor para poder pegarlos.

“No me asusta no tener dinero”

-Hoy, ¿qué rol juega el dinero?

-Me da alegría, pero no me asusta no tenerlo. Muchas veces no tuve plata y, sin embargo, me arreglé, nunca me quedé paralizada. Siempre tengo en carpeta un espectáculo para hacer gira y me siento muy feliz. Además, llegás a un pueblo y te hacen sentir Lali Espósito, la gente es muy afectuosa.

-¿Y el amor?

-En este momento, mi amor es por Julia, mi nieta. El amor es la familia. Cuando cumplí 70 junté a casi todos en Córdoba para festejar. Tengo una familia ecléctica, porque, también está Lucrecia, la hija de “Vasco”, que viene con su marido y sus hijos.

-Además, tenés relación con la primera esposa de tu marido.

-Claro, con Blanca me llevo brutal. Nos juntamos, nos queremos y nos cuidamos.

-¿Y el amor de pareja?

-No tengo.

-¿Puede suceder?

-¿En qué momento? Los fines de semana voy a Córdoba a ver a mi hijo, mi nuera y mi nieta o me quedo en Buenos Aires para ir al teatro con amigos.

A los 70 años, Georgina se ve espléndida y sumamente activa

Las mil y una Barbarossa

En Barbarossa jamás dejó de habitar la artista. Lúdica, histriónica, como un bufón de la Comedia del Arte. Siempre enalteció esa posibilidad de despertar una sonrisa en los demás. La máscara más amena que define al teatro. Insoslayable, imprescindible, y tan compleja de hacer.

Hizo de todo, desde formar parte de ciclos de humor como Matrimonios y algo más hasta el recordado espacio Su comedia favorita, junto a Germán Kraus. En teatro se inició junto a Pepe Cibrián, protagonizó musicales, piezas de texto como El último de los amantes ardientes y hasta se dio el lujo de encabezar Doña Disparate y Bambuco, de la excelsa María Elena Walsh. También para las infancias, un invierno fue parte de la compañía del Circo de Moscú.

Antonio Gasalla la llevó a hacer revista al Maipo y Juan Carlos Mesa la convocó para Mesa de noticias. Pocas actrices de su generación pueden esgrimir una versatilidad tal. Sin personaje de por medio, fue parte del programa Cantando por un sueño, conducido y producido por Marcelo Tinelli, y no se privó de competir en MasterChef Celebrity.

-¿Extrañás a la actriz?

-Soy un animal de teatro, me formé, estudié para eso. Incluso, el teatro me ayudó para convertirme en conductora. El haber hecho unipersonales me sirvió para hoy poder salir y decir cosas.

-Hace mucho que no hacés teatro.

-No tengo tiempo. Para hacer el programa tan temprano necesito dormir y estar muy informada, no me puedo distraer con otras cosas. Si no duermo bien, no tengo buen humor y si no estoy de bueno humor, no solo que se me nota mucho, sino que no me sale nada.

-Alguna vez, estarás de mal humor. ¿Cómo salís al aire?

-Rezo antes del programa y cuando entro al estudio hago un clic. Más allá del humor, todos los días, en el camarín, le pido a Diosito que me ilumine para hacer un programa brutal.

Cuando no se da

-¿Qué es el fracaso?

-No arriesgarse. Creo que lo más importante de la vida es atreverse. Hice millones de éxitos y de fracasos. A comienzos de los noventa, protagonizaba una obra que se llamaba El mejor país del mundo en el primer piso del Maipo. Una noche, llego al teatro y el boletero me dice “hay tres entradas vendidas”.

-Entonces.

-No lo dudé, le dije a todo el equipo “hacemos función”. Me acuerdo que los boleteros salieron corriendo a la vereda a buscar gente para sentarla en la platea y que todo fuera menos deshonroso.

El camarín de la conductora es cálido, poblado de flores, buena iluminación y retratos de sus seres queridos

-Te referías a tu celebración de 70 años. ¿Qué valor tiene y qué relevancia le das al paso del tiempo?

-A veces, me miro al espejo y protesto con mi papada, por suerte, tengo buena piel, algo que heredé de mi mamá. Estoy más grandota, matrona, y eso me molesta. No me gusta verme gorda. Me tengo que acostumbrar a este cuerpo nuevo que es el de una señora. En la papada me puedo hacer un pinchacito, pero ya no me quiero operar más.

-Hablamos sobre eso.

-No me he operado tanto, mi nariz es la de siempre.

-¿Qué te operaste?

-Me hice lifting y, luego de enviudar, como había llorado tanto, me tuve que operar los párpados y las bolsas porque ya no tenía forma de encontrarme el ojo.

-Más allá de lo físico, te vuelvo a preguntar por el paso del tiempo.

-En esta etapa, siento que la vida transcurre demasiado rápido.

-Sin embargo…

El tiempo es maravilloso, es sabiduría pura, te da revancha. Cuando creés que todo es negro, que no podrás salir de un pozo profundo, hay que esperar. Mi vieja me decía “tiempo y solo tiempo”. Silvia, una querida amiga que fue compañera mía del colegio, quedó cuadripléjica por una mala praxis. Cuando el marido se enteró de este diagnóstico, se compró una escopeta y se pegó un tiro. La dejó a Silvia y a sus tres hijitas. Sin embargo, Silvia es la persona más alegre y feliz que yo conozco. La vi llorar solo una vez. Cuando me pasa algo que me angustia, pienso en ella. El tiempo siempre te da revancha, es sabio.

-La muerte, ¿es un tema a pensar?

-Pienso que me voy a morir arriba de un escenario o en mi casa de Córdoba. No le temo a la muerte, pero sí a la enfermedad.

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