Guau, ahora también nos ladra Trump

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Recórcholis (diría mi abuela): hemos pasado de Javi, un presidente que ama con locura a los perros, a Donald, un presidente que nos ladra. “Si Milei pierde, no seremos generosos con la Argentina”. En buen romance (diría mi abuelo): o votan bien, o a llorar a la iglesia. Guau. O wow. En qué compromiso nos metió el guachito. Me imagino yendo a votar en cuatro patas y con el rabo entre las piernas. Porque si erramos el tiro, a cantarle a Gardel. Pero resulta que un amigo filólogo se puso a desentrañar la polémica frase de Donald; al terminar, me llamó exaltado: “Che, ojo, la cosa tiene sus bemoles”. Ni “che” ni “la cosa” me parecen propios de un lingüista, pero lo dejé seguir: “Más allá del inequívoco sesgo imperialista, sus palabras tienen dos interpretaciones posibles, y temo que los medios solo vieron una: la amenaza a los electores. Si votan al kirchnerismo y no a Milei, no se merecen a Milei, y por tanto tampoco a mí. Que Dios los ampare. Es una lectura lineal y, a mi juicio, errónea. Entiendo que en realidad quiso expresar algo diametralmente distinto: Si Milei no gana después del plan platita de 40.000 millones de dólares que pusimos a su disposición, el problema es Milei, en cuyo caso no merece ni mi apoyo ni mi generosidad. ¡La cabeza del misil apunta al Presidente, no a nosotros! Como si, hablando en modo porteño de los suburbios, le dijera: Hermano, no hay guita que te alcance para ganarle a los kukas”. Cuando mi amigo hubo de terminar de exponer su teoría, que encontré verosímil, saqué mis conclusiones. Pobre Javi, apretado por los argentinos y por Trump. Otra vez jamoncito.

La reflexión filológica me predispuso a mirar los acontecimientos de estos días con mayor serenidad, atendiendo los datos, no el fragor de la batalla. Gracias a esa actitud percibí algo en lo que tampoco se ha reparado lo suficiente. Estamos ante otro Javi. Lógico. Quién puede ser el mismo después de perder por catástrofe con un “enano inútil”, de que los mercados te zamarreen y de tener que pasar pordioseramente la gorra a los gringos para llegar al fin de semana. Una maravilla la forma en que el Presi asimiló los golpes y fue por la reinvención. ¿Muestras? El botón más notorio: los ajustes capilares. Se presentó ante Trump con el pelo peinado y de menor densidad, verdadera metamorfosis en la región más trabajada de su geografía. Ni Moria se ha animado a una transfiguración tan radical. Raro emprolijarse para ir a ver a un tipo esencialmente caótico, ¿no? Es cierto que Trump te somete al rigor del imperio y de su más cruel emperador, hasta hacerte sentir la nada misma. Igual, ya antes Javi se había convencido de que en la segunda temporada a su personaje le había pasado un camión por encima y debía cambiar. Como es un hueso duro de roer –nos salió testarudo el hombre, poco dado a entrar en razones–, el cambio vino de afuera, del norte: con los dólares llegaron la tercerización de la gestión y las imposiciones: “¡Voten bien, sudacas!”, “Game over, Javier”. Hoy el Pelu acepta renovar el gabinete, dialogar con la oposición, negociar leyes. ¿Acepta también la virulenta oxidación del “triángulo de hierro”? ¿Acepta que un gobierno componedor no rima con el estilo brujeril de Kari? ¿Está dispuesto a poner orden en sus filas? ¿Y a ordenarse él? Ta tan ta tan… Cuánto suspenso. No nos alcanzaban los ojos para seguir lo de acá y ahora resulta que también hay que estar atentos a Washington. Milei y Trump en el mismo paquete. Si de esto se trataban las “fuerzas del cielo”, qué tal si empezamos a probar con las del otro bando.

Cierre del blue el lunes, 1420; el miércoles, 1460; ayer, 1480. Culpa de los gringos, que no nos ayudan

Porque ayer leí la columna de Claudio Jacquelin y todos los esfuerzos que hago para que la gente tenga un placentero weekend él los tira por la borda. Qué manera brutal de contarnos, con pelos y señales, el internismo salvaje en el que están enfrascados los libertarios. Por suerte, tiendo a no creerle del todo; si le creyera, ya hubiese anunciado en las redes mi pase a la clandestinidad. Describe ahí, presuntamente dateado por los protagonistas, desembozadas guerras intestinas que involucran a Santi Caputo, Caputín, el más activo contendiente; a Kari, ayer armadora política estrella, hoy (esto es mío, no de Claudio) figureti, presencia fotográfica en actividades de su hermano; al sufrido jefe de Gabinete, Guille Francos, que tendría un pie afuera; al canciller Werthein… La nota pone en boca de Caputín una frase que, admito, no entendí. En una referencia que parece destinada a Martín y Lule Menem, el gurú dice que el problema de algunos es la “voracidad por satisfacer consumos postergados”. ¿Dos Menem con consumos postergados? Sigo sin entender.

El Pelu vendría a ser un espectador VIP del feroz bolonqui en la granja. Hasta que se canse y opte por replicar el método trumpiano de solución de conflictos: pegar cuatro ladridos.

Cierre del dólar blue el lunes, 1420; martes, 1430; miércoles, 1460; jueves, 1465; ayer, 1480. La asistencia del Tesoro de EE.UU. primero fue de 20.000 millones y después de otros 20.000. Donald, dejá de jugar con monedas y mandá guita en serio.

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