10 de septiembre de 2023, una vida atrás.
La Federación Alemana de Fútbol (DFB) destituye a Hans-Dieter ‘Hansi’ Flick como entrenador de la selección, debido a “los decepcionantes resultados recientes”, a solo un año de que el país germano organizara la Eurocopa 2024.
Alemania perdió por 4-1 ante Japón, en un amistoso disputado en Wolfsburgo, donde hubo silbidos y reproches para el equipo. El conjunto que conducía el frío hombre ya había caído ante el seleccionado nipón en su debut en el Mundial de Qatar, donde quedó eliminado en la etapa de grupos, en un inesperado fracaso. Flick cobraba seis millones de euros brutos anuales, el salario más alto en ese momento para un conductor de un seleccionado.
“Tras una recomendación del presidente de la DFB, Bernd Neuendorf, la junta presidencial de la DFB decidió relevar de sus funciones al técnico alemán Hansi Flick y a sus asistentes Marcus Sorg y Danny Röhl con efecto inmediato”, fue el informe de la Federación en su página web.
El director deportivo de la DFB, Rudi Völler, también explicaba la decisión: “Hansi Flick ha trabajado increíblemente duro durante los últimos meses con su equipo técnico para intentar cambiar las cosas después del Mundial. Desgraciadamente, no ha podido hacerlo. El partido contra Japón lo demostró claramente”.
En el nivel de clubes, Flick (“todo esto es una brutal decepción”, advertía) es el último entrenador en obtener el Sextete de títulos en una temporada. Con Bayern Munich, en 2020/21, ganó la Bundesliga, Copa y Supercopa de Alemania, Champions League, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. Con ese crédito llegó al seleccionado como sucesor de Joachim Low. Lo hizo trizas.
El golazo de Yamal para la consagración
Con esos antecedentes, se presentó en Barcelona, el 29 de mayo de 2024, con la nostalgia de Leo Messi en cada esquina, suerte de eterno gigante dormido a la sombra de Real Madrid. Xavi Hernández había sido una bonita y frustrante declaración de principios durante algo más de dos temporadas.
“Culers és el nostre moment. Força Barça (Culés es nuestro momento. Força Barça)”, dijo Flick en un video publicado en las redes sociales. Su trabajo, evidentemente, vale: un sueldo de 3 millones de euros fijos en el que las bonificaciones por premios serían claves. Un millón de euros por conquistar la Champions League y 750.000 por levantar el título de liga.
Lo primero, lo más valioso, lo perdió por esas cosas del destino. Se quedó con la Liga (este jueves, se impuso en el clásico contra el Espanyol por 2 a 0, con una obra de arte de Lamine Yamal, el genio de 17) y se quedó con la Copa del Rey, con una final de fantasía ante la Casa Blanca. Y algo más: la Supercopa local, con otro baile sobre el Madrid.
Gran victoria ante el Real
A los 60 años, Flick tiene el perfil de entrenador capaz de ganar en tiempos difíciles. Reconstruyó Barcelona con la escuela de toda su vida. Y lo hizo al trote de los pequeños gigantes: Yamal, Pedri (22), Cubarsí (18), entre tantos otros.
De pantalones cortos, actuó en el Muckenloch, Neckargemund, Sandhausen, Bayern, Colonia y Vitoria Bammental; comenzó su carrera como entrenador en Hoffenheim en la tercera división, luego fue asistente en Salzburgo y en la Mannschaft con Joachim Low. Como su ayudante, Flick se ganó la fama de ser “el alma táctica y estratégica” del equipo alemán.
Admirador de Marcelo Bielsa (“es uno de los mejores”), en una entrevista en ‘Barça One’ el técnico destacó la importancia de la posesión, de la presión. De la belleza. “Lo único que puedo decir es que queremos ser un equipo activo. Tenemos que ser activos con el balón y sin el balón. Depende de nosotros. Podemos conseguir que el oponente se dirija en la dirección que a nosotros nos interesa y poder recuperar la pelota cuanto antes”, comentaba.
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— FC Barcelona (@FCBarcelona_es) May 15, 2025
Y lanzó una declaración de principios. “Me gusta que mis equipos presionen al rival en el momento adecuado, y a veces, más arriba”. Raphinha, Lewandowski y Lamine hicieron recordar a la mítica MSN, el tridente ofensivo del Barcelona conformado por Messi, Suárez y Neymar.
Primero, se trabajó en el rendimiento físico. La masa muscular engrosada por jugadores como Pedri, Gavi, Frenkie de Jong, Jules Koundé, Ferran Torres, Ronald Araújo y hasta Lamine, apenas es una muestra.
El buen hombre nacido en Heidelberg (una ciudad famosa por su castillo), tiene como recurso la disciplina. Supo aprovechar el cambio generacional del plantel para ser estricto con sus normas. El entrenador exige a sus jugadores llegar al día del partido con la ropa oficial del club, cuidar su nutrición y someterse a un monitoreo de sueño, e incluso de la respiración, durante los entrenamientos.
Controles de peso diarios (al estilo Fernando Gago) y constantes chequeos médicos, con especial atención al descanso para la recuperación, sobre todo luego de cada batalla. Aunque Flick realiza constantes rotaciones, es capaz de dejar en el banco a figuras como Robert Lewandowski. “Flick es una persona muy amable, con la que puedes hablar. Te pregunta cómo estás, te enseña mucho. He aprendido mucho con él”, advierte cada vez que puede Lamine, para muchos algo más que el sucesor de Messi.
“Es estricto, pero a la vez sabe entender lo que necesita cada jugador en cada momento”, agrega.
El DT campeón de la liga completa su idea. “Con la pelota, todos los jugadores tienen que tener máxima libertad posible. Así lo veo yo desde el punto de vista técnico. Hay que saber ocupar las posiciones en el campo. Y tener una visión global que te permita ganar el primer contacto”, comenta.
Y asume: “Es muy importante cubrir todos los espacios y cada zona. Me gusta tener a los extremos abiertos y lo que digo es que tienen que estar activos. Ellos quieren jugar y jugar, pero a mi me gusta que estén más focalizados en marcar goles. Si tenemos las oportunidades, hay que marcar un gol directamente”. Un tiki-tiki prudente, en la duodécima liga catalana en los últimos 20 años.
Festeja con serenidad, sin estridencias. El campeón que le devolvió el alma al cuerpo a Barcelona, en la cúspide mundial sin la necesidad de ganar la Champions. “Al final, lo que tenés que hacer es ganar. Todo pasa por ganar partidos, pero en el Barça, además, tenés que jugar bien”, cuenta. Y vaya que lo hizo.