Hay 70.000 hectáreas: contundente reconfiguración del negocio de un producto donde la Argentina es top ten mundial

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La olivicultura argentina atraviesa un momento particular: mientras se consolida como un actor de peso en el mercado mundial de aceite de oliva, también enfrenta desafíos estructurales que amenazan su competitividad. Con una producción que supera las 30.000 toneladas anuales, la Argentina aporta entre el 1 y el 2% del total global y se posiciona entre los diez principales productores del mundo.

Según detallaron referentes del sector, las provincias de La Rioja, San Juan, Catamarca y Mendoza concentran más del 90% de la superficie cultivada, que supera las 70.000 hectáreas productivas.

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En el análisis del consumo, explicaron que el mercado interno se mantiene entre las 7500 y 8500 toneladas por año, un nivel aún bajo frente a países mediterráneos con fuerte cultura olivícola. Sin embargo, la performance exportadora se mantiene sólida: la Argentina envía al exterior entre 22.000 y 24.000 toneladas anuales, lo que “consolida su rol como proveedor confiable de aceites vírgenes extra de alta calidad”, destacaron.

Destacaron que la Argentina envía al exterior entre 22.000 y 24.000 toneladas anuales, lo que “consolida su rol como proveedor confiable de aceites vírgenes extra de alta calidad”

A este contexto se suma un escenario internacional favorable. “La escasez global derivada de la sequía en España, principal productor mundial, ha impulsado el valor del aceite de oliva a niveles históricos, superando los US$8000 por tonelada”, describieron.

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En este escenario, Julián Clusellas, vicepresidente de la Federación Olivícola Argentina, explicó que el país se encamina hacia una mejor campaña. “Venimos de una muy mala cosecha en 2024-2025, pero este 2025-2026 va a ser de una buena producción”, dijo a LA NACION. Y señaló que, pese a que los precios internacionales bajaron desde los máximos recientes, todavía se mantienen altos en términos históricos.

“El precio ha descendido, porque en la temporada anterior estuvo muy influenciado por la sequía en Europa, pero en 2024/2025 ya tuvo un descenso importante, aunque manteniéndose en niveles altos, la tonelada hoy está en el orden de los 4500 euros”, sostuvo Clusellas. Para la Argentina, que opera en un nicho pequeño, estos valores conservan atractivo.

Sin embargo, el dirigente advirtió que la rentabilidad está en jaque. “El mayor inconveniente que tiene la Argentina es el alto costo argentino en dólares que hace que las actividades no tengan la rentabilidad necesaria. Fundamentalmente el mayor problema que tiene el sector olivícola es que es un sector regante, electrodependiente”, afirmó.

Según explicó, el riego demanda alrededor de 7000 Kw por hectárea al año, y la quita de subsidios modificó por completo la ecuación de costos: “Un 250% en dólares se incrementó el costo de la energía desde fines del 2023 y pasamos de 0,35, 0,38 el kilowatt a 0,80, y eso directamente cambió la ecuación”.

Clusellas contó el impacto de la quita de subsidios y la manera que modificó la ecuación de costos: “En mi caso pagaba US$400.000 por año y ahora pago US$1 millón, sin IVA”

Clusellas ejemplificó el impacto: “En mi caso pagaba US$400.000 por año y ahora pago US$1 millón, sin IVA”. Frente a esta situación, algunos productores comenzaron a invertir en reconversión energética. “Instalé energía fotovoltaica, eso me va a dar energía durante 8 horas y en tres y medio años recupero la inversión de US$1,5 millones que traje de China”, contó.

No obstante, alertó que la transición está limitada por la falta de financiamiento: “No hay créditos en la Argentina adecuados para esto ni hay líneas internacionales de reconversión energética”, dijo. Y remarcó que en la Federación apoyan la quita de subsidios, pero con una condición: “Como contrapartida nos tienen que dar la posibilidad de convertirnos en energías renovables, que haya créditos”.

El otro gran problema, explicó, es el costo laboral. “Estamos castigados por el alto costo de la mano de obra”, afirmó y recordó que la actividad es intensiva en tareas de cosecha y manejo.

Frente a estos desafíos, el sector avanza en procesos de reconversión productiva para reducir costos

La mala campaña 2024/25 agravó la situación: “Igual hay que regar, igual hay que fertilizar, igual hay que sostener… cuando no tienen cosecha, se complica la vida mucho, se pone en una situación de quebranto”, indicó. La buena producción esperada para 2025/26 podría aliviar en parte ese impacto, aunque “cuando hay buena cosecha los industriales bajan los precios”.

Frente a estos desafíos, el sector avanza en procesos de reconversión productiva para reducir costos. “Lo que está haciendo el sector es reconvertirse, plantando olivos superintensivos, pasando de 300 árboles por hectárea a un promedio de 1500 árboles por hectárea”, explicó Clusellas. Esta modalidad permite mecanizar la cosecha y “bajar el costo casi 10 centavos de dólar por kilo”.

En una campaña de 10.000 kilos por hectárea, según el dirigente, el ahorro puede superar los US$1000 por hectárea, lo que mejora la eficiencia y competitividad frente a otros países productores.

Día Mundial del Olivo

Una de las empresas del sector es Solfrut, la mayor productora de aceite de oliva del país con un modelo de cadena integrada. Su presidente, José Chediack, destacó el rol institucional del sector: “Hoy, 26 de noviembre, en el Día Mundial del Olivo, es una ocasión para celebrar el valor de esta cadena que combina trabajo, innovación y sustentabilidad”. Y añadió: “En Solfrut, cada inversión representa una apuesta por el futuro de nuestras comunidades y por el crecimiento de la olivicultura argentina”.

Según detallaron, la compañía opera tres fincas al pie de la Cordillera de los Andes —dos en San Juan y una en La Rioja— donde cultiva más de 3000 hectáreas entre pistachos, olivos y vides. Produce más de 3000 toneladas anuales y cuenta con modernas plantas de elaboración, fraccionado y envasado.

Destacaron que su planta de aceite en El Principio (Sarmiento) tiene capacidad para procesar más de 40 millones de kilos por campaña y envasar unas 500.000 cajas anuales de aceite de oliva virgen extra. Además, produce para 14 marcas de terceros, incluidas las principales cadenas de supermercados del país, y avanza en la construcción de una nueva planta de pistachos.

En este escenario, Clusellas concluyó que la olivicultura argentina enfrenta una paradoja: posee una oportunidad histórica por precios y demanda internacional, pero debe resolver dos obstáculos estructurales —energía y mano de obra— para consolidarse como un motor de desarrollo en las economías regionales.

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