“Abuelito, dime tú, qué sonidos son los que oigo yo…” Pocas melodías han logrado instalarse tan profundamente en el imaginario colectivo como esta canción que, durante décadas, sirvió de portal mágico hacia los Alpes suizos. Luego de Astroboy y Meteoro, la serie Heidi llegó como un terremoto en 1975 y confirmó el éxito del animé japonés en Occidente.
Los maestros detrás de la magia
La historia de Heidi reunió a tres figuras que marcarían para siempre la animación mundial. Isao Takahata, quien dirigió la serie, era un visionario que había aprendido el arte de la animación en París y trabajaba en los estudios Toei desde 1959. En 1963 conoció allí a Hayao Miyazaki, un joven animador que se convertiría en su socio creativo de toda la vida y futuro ganador del Oscar por El viaje de Chihiro. El tercero era Yoichi Kotabe, diseñador de personajes y director de animación, quien años más tarde trabajaría para Nintendo rediseñando íconos como Mario, Luigi y la Princesa Peach. Estos genios tuvieron en Heidi su primer gran éxito colaborativo que cambiaría para siempre los estándares de la animación japonesa.
La historia de Heidi comenzó con un rechazo inesperado. Takahata inicialmente quería adaptar Pippi Calzaslargas de la autora sueca Astrid Lindgren, quien rechazó la propuesta de los japoneses porque, según pensó, solo estaban interesados “por el dinero”, reveló Yoichi Kotabe años después. Este rechazo inicial resultó providencial para la historia de la animación.
Obligado a buscar alternativas, el equipo dirigió su atención hacia la novela de la escritora Johanna Spyri, publicada en 1880. Cuando Takahata se propuso adaptar la historia de Heidi, tomó una determinación que cambiaría para siempre los estándares de la animación: viajar a Suiza para investigar los escenarios reales donde transcurría la historia.
En el verano de 1973, Takahata, Miyazaki y Kotabe emprendieron un viaje que los llevaría directamente a Maienfeld, el pequeño pueblo suizo de montaña que había inspirado la novela original. El grupo permaneció dos días en la localidad, pero la investigación completa se extendió por un mes entre Suiza y Alemania.
Para Kotabe, quien nunca había salido de Japón, la experiencia fue transformadora. “Tenía muchísima curiosidad y dibujé todo lo que me llamaba la atención, y a partir de ahí, expandí mi imaginación”, recordó años después.
El diseño que cambió la historia
Una de las anécdotas más reveladoras del proceso creativo involucra el diseño de la protagonista. Kotabe tenía una visión inicial muy diferente de lo que finalmente vimos en pantalla. “Quería una niña kawaii”, explicó el animador: ojos grandes, amplia sonrisa, pero también “dos pequeñas trenzas”.
Sin embargo, cuando Kotabe presentó sus primeros bocetos durante la investigación en Suiza, un especialista de la novela Heidi le señaló que esta pequeña niña “solo tenía cinco años”, vivía en las montañas con su abuelo “no muy amoroso”, y que “seguramente no tendría tiempo para hacerle trenzas por la mañana”. Este intercambio modificó el diseño final: Kotabe modificó completamente el peinado de Heidi, reemplazando las dos trenzas elaboradas por un cabello corto y algo despeinado que reflejaba mejor la vida natural y sin artificio de una niña de montaña.
El diseño del abuelo representó un desafío aún mayor para Kotabe. A diferencia de Heidi, fue mucho más difícil encontrar inspiración para crear al entrañable Alm-Onji. La solución llegó de manera inesperada durante una visita a Jungfraujoch, un glaciar suizo que ahora es una de las atracciones turísticas más populares del país. Según relata Swiss Info, en una tienda de recuerdos local, una figura de madera captó inmediatamente la atención del animador japonés. En lugar de comprarla, Kotabe decidió dibujarla a escondidas, intentando que los comerciantes no lo descubrieran mientras plasmaba cada detalle de la talla en su cuaderno de bocetos.
Esta pieza artesanal suiza, con sus rasgos marcados por la vida en las montañas y su expresión sabia pero severa, se convirtió en la base visual del icónico personaje del abuelo.
Una historia que conquistó corazones
La serie, que constó de 52 episodios, narra las aventuras de Heidi, una niña huérfana de cinco años que es llevada por su tía Dete a vivir con su abuelo Alm-Onji, conocido como el Viejo de los Alpes, en las montañas suizas. A pesar de la reputación huraña del anciano, Heidi conquista su corazón con su alegría y espontaneidad.
En los Alpes, la pequeña entabla amistad con Pedro, un joven pastor, y disfruta de la libertad de la vida montañesa junto al perro Josef (Niebla), la cabra Copo de Nieve y el pájaro Pichi. Sin embargo, su felicidad se ve interrumpida cuando Dete regresa para llevarla a Frankfurt, donde debe acompañar a Clara Sesemann, una niña rica que está postrada en una silla de ruedas.
La serie que se estrenó el 6 de enero de 1974 en Japón. El programa sentó las bases para el futuro Studio Ghibli, que Takahata y Miyazaki fundaron en 1985. Miyazaki posteriormente dirigió obras maestras como El viaje de Chihiro, Mi vecino Totoro, La princesa Mononoke y El castillo vagabundo. Takahata creó La tumba de las luciérnagas y El cuento de la princesa Kaguya.
La conquista de Argentina
A nuestro país, Heidi llegó en 1978 y se convirtió en un fenómeno cultural que marcó a toda una generación. La serie se emitió en ATC, con el doblaje en español neutro realizado en México.
La voz de Heidi fue interpretada por la actriz mexicana Cristina Camargo, quien también se encargó de cantar los temas musicales de la serie, incluyendo la inolvidable “Abuelito, dime tú”. El doblaje contó además con la narración de María Santander, quien aportó calidez y familiaridad a la presentación de cada episodio. La calidad del doblaje mexicano fue tal que logró conservar la esencia emocional de los personajes originales, adaptándose perfectamente al público latinoamericano.
En 1978, RCA Records lanzó un álbum bajo el sello RCA Victor, seguido por una edición especial en 1979 con tres discos LP que incluía el Cuento Completo de Heidi, con las voces originales de la serie, convirtiendo las interpretaciones vocales en un producto cultural codiciado que trascendió la pantalla televisiva.
Tras el éxito de Heidi, Nippon Animation continuó con adaptaciones de clásicos literarios. Su tercera producción fue Marco, de los Apeninos a los Andes, basada en la novela Corazón, de Edmundo D’Amicis, que transcurría íntegramente en Argentina. Paradójicamente, mientras la serie incluía referencias detalladas a Buenos Aires, Tucumán, Córdoba, gauchos, mate y empanadas, pasó prácticamente desapercibida cuando se emitió a principios de los 80 por ATC.
Nostalgia que trasciende generaciones
Cincuenta años después de su estreno, Heidi mantiene su poder de convocatoria. La serie se convirtió en un fenómeno mundial doblada a unos veinte idiomas. “En Maienfeld, en la época de la exploración, me sorprendí al ver que casi no había ningún rastro visible de Heidi. Pero hoy en este pueblo, todo está vinculado con ella”, observó Kotabe décadas después.
Maienfeld se transformó en un destino turístico que recibe más de 150.000 visitantes anuales. La localidad suiza creó Heididorf, la Villa de Heidi, donde los fanáticos pueden visitar una réplica de la casa de la protagonista, la vivienda de Pedro y otros atractivos.
El lugar incluye la fuente donde bebían agua y las cabras, incluyendo la favorita de Heidi, Copo de Nieve. Los visitantes más aventureros pueden recorrer el sendero de las aventuras de Heidi, una caminata de noventa minutos que conduce hasta la auténtica cabaña que inspiró la historia, ahora convertida en restaurante que conserva la estructura y los colores que millones vieron en televisión.