En su intervención, el secretario general adjunto de Hezbolá, Naim Qasem, advirtió que aceptar reclamos de Israel equivale a «perforar el casco de un barco» y pretender que no se hunda. Según publicó L’Orient-Le Jour, Qasem mantuvo que la decisión del Gobierno de Líbano de incluir en el mecanismo internacional de supervisión del alto el fuego a un representante civil constituye, en sus palabras, una «concesión gratuita” que no traerá cambios respecto a las posturas ni la ocupación israelí. En ese contexto, Hezbolá renovó su acusación contra el Ejecutivo libanés por lo que considera una apertura ante las demandas de Tel Aviv, y subrayó que dicha medida contradice los acuerdos previos sobre la participación civil en este tipo de iniciativas.
De acuerdo con L’Orient-Le Jour, el dirigente de Hezbolá calificó la medida como un “error más” del Gobierno, remarcando que se suma a otras acciones como la de intentar “recuperar el monopolio de las armas”, en alusión al proceso de desarme impulsado por Estados Unidos. Para Qasem, incorporar un civil en el diálogo —en este caso, el exembajador Simon Karam— supone una infracción a los comunicados que descartaban la presencia de civiles en el trabajo de la comisión de supervisión. El dirigente recalcó que “nadie en el mundo puede impedir que el partido posea capacidades defensivas”, en referencia al rechazo de Hezbolá a cualquier iniciativa orientada a reducir su arsenal, y defendió el derecho del grupo a mantener su capacidad de respuesta armada.
El presidente libanés, Joseph Aoun, respondió a las críticas tras reunirse con una delegación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Reportó L’Orient-Le Jour que Aoun defendió el proceso de diálogo, aclarando que el propósito de estas negociaciones no es “complacer a la comunidad internacional” sino salvaguardar el interés nacional. Sostuvo que las conversaciones buscan frenar las hostilidades emprendidas por Israel en suelo libanés, así como garantizar la liberación de prisioneros, fijar un cronograma para la retirada israelí de territorios ocupados y resolver asuntos pendientes en la llamada ‘Línea Azul’, la frontera supervisada por Naciones Unidas.
La designación de Simon Karam como líder de la delegación civil libanesa marcó, según Aoun, la apertura de un “nuevo capítulo” en las relaciones entre ambas partes involucradas. El presidente expresó expectativas favorables respecto a los resultados de las negociaciones e hizo hincapié en la implicación de las Fuerzas Armadas libanesas en el sur del país desde que se firmó el alto el fuego. El jefe de Estado valoró el papel de los militares en operaciones como la incautación de armamento, la inspección de túneles y el retiro de municiones peligrosas. Argumentó además que, aunque la ocupación israelí sigue limitando el despliegue total del Ejército al sur del río Litani, esto no ha detenido el cumplimiento de las tareas dispuestas en la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU. Aoun detalló que muchas zonas bajo control militar presentan acceso complicado, lo que dificulta y retrasa las labores en el terreno.
El medio L’Orient-Le Jour detalló que, en vísperas de estas declaraciones, el ministro de Información libanés, Paul Morcos, confirmó la realización de una ronda adicional de contactos directos entre representantes libaneses e israelíes, fijada para el 19 de diciembre en el contexto del mecanismo de supervisión trinacional. El primer encuentro tuvo lugar en Naqura, localidad libanesa que alberga el cuartel general de la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (FINUL). En esa ocasión, la delegación israelí estuvo encabezada por Uri Resnick, director de política exterior del Consejo de Seguridad, mientras que el grupo libanés estuvo liderado por Karam. La sesión contó además con la presencia de Morgan Ortagus, enviada especial adjunta de Estados Unidos para Oriente Próximo.
La FINUL ha presentado reportes recientes sobre más de 10.000 incidentes atribuidos a Israel como violaciones del alto el fuego pactado en noviembre de 2024. Según consignó L’Orient-Le Jour, estas infracciones han elevado la tensión en la franja limítrofe y han nutrido el escepticismo sobre la efectividad de los esfuerzos diplomáticos sostenidos por las partes y los intermediarios internacionales. Los reportes de FINUL documentan que las hostilidades persisten en varias áreas cercanas a la frontera sur de Líbano, pese a los compromisos anunciados para poner fin a los enfrentamientos armados.
Los distintos posicionamientos revelados por los actores libaneses reflejan la profundidad del debate sobre el rumbo del diálogo con Israel y el alcance de los acuerdos logrados con mediación internacional. Hezbolá insiste en la defensa de sus prerrogativas armadas y objeta cualquier modificación del statu quo que facilite la intervención de actores civiles o el desarme de la organización. El ejecutivo libanés, por su parte, asegura que prioriza los beneficios nacionales y la reducción de la violencia en las zonas de frontera. El enfrentamiento discursivo se produce en un contexto de continuas denuncias por parte de las fuerzas de paz de Naciones Unidas acerca de repetidas violaciones al alto el fuego, lo que complica las gestiones diplomáticas orientadas a la estabilidad en la región.
