En agosto de 1970, plena dictadura y caído Onganía, los partidos políticos inspirados y convocados por Ricardo Balbín proclamaron la Hora del Pueblo, que llevaría a la concordia interpartidaria y desembocaría en las elecciones de 1973 con el aporte inestimable de Arturo Mor Roig.
En plena crisis de 2001, por la determinación de Estanislao Karlic , arzobispo de Paraná y Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, en el gobierno de Eduardo Duhalde , luego de la crisis provocada por el desastre dejado por el gobierno de Carlos Menem, la impotencia del de la Rúa y la crisis de 2001, se convocó al Diálogo Argentino, interesantísima iniciativa que alumbró un encuentro de políticos, administradores , representantes de las universidades (lo hice por la Universidad Nacional de Luján en la Comisión sobre “Tensiones entre los poderes”) y de otros sectores sociales , del trabajo y del capital.
Ambas experiencias fueron necesarias para eliminar o disminuir los desencuentros argentinos.
Imbuídos de lo conceptual de esas experiencias , entendemos con los amigos de Encuentro Radical que es imprescindible, superadas las elecciones de octubre, convocar a la Hora del Diálogo y del Reencuentro entre los argentinos, de una buena vez y antes que sea tarde. Nuestra experiencia indica lo terrible que han sido las etapas sangrientas en las que palabras de agravio, odio y violencia fueron reemplazadas por las armas y la sangre de compatriotas, o el obligado exilio.
Dialogar significa escuchar , atender a las razones de los otros y exponer las propias dentro de un marco de respeto. No implica de ninguna manera transigir con lo que fue justamente condenado, sino el lograr acuerdos mínimos indispensables para que se desarrolle el sistema democrático y participativo de gobierno.
La conducta ética deberá reemplazar a la larga corrupción institucional y endémica que infecta a la política y los partidos políticos deberán comportarse como tales dejando de ser sus representantes funcionales a intereses sectoriales y fieles a sus votantes y a sus creencias.
La tarea debe ser ahora para que. convocados todos quienes tienen incidencia en el rumbo de nuestra patria, tratemos de obtener garantías mínimas que nos saquen de una larga e insoportable decadencia y que de una bendita vez nos permitan volver a ser lo que una vez fuimos, con más la utilización sensata y adecuada de los importantísimos y acelerados cambios producidos por una nueva era.
Recuerdo a Terencio cuando expresó que nada de lo humano nos puede ser ajeno , y nada más humano que asegurar el bienestar de esta y futuras generaciones ; asumamos ya los deberes que nos impone nuestra condición de semejantes y recordemos los grandes hitos de nuestra historia , y que con decisión, criterio y coraje es posible volver a ser lo que “debemos ser”.
Nos queda a los argentinos de este tiempo tomarnos en serio la responsabilidad que implica vivir en sociedad e involucrarnos activa y noblemente en la lucha cívica para conseguir dirigencias y representaciones razonables en los partidos políticos que a su vez generen consensos básicos, propuestas y programas varios compartiendo ideas y proyectos, para marchar hacia adelante superando una larga, negra y decadente etapa de nuestra historia.
Exministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires (1983-1987)