Perder relevancia es el lujo que la oposición democrática no puede permitirse, para lo cual debe actuar con la convicción de que es el legítimo gobierno que ganó la elección del 28 de julio y no pudo asumir el 10 de enero de 2025, simplemente porque Maduro se la robó.
De modo alguno lo que ocurre en Venezuela debe ser percibido como un enfrentamiento entre Maduro y EEUU, sino como lo que es, Venezuela contra Maduro, quien se apoderó de un cargo que no le pertenecía, además de ser un narco requerido por la justicia de Nueva York. En ningún caso es el único como tampoco lo fue Noriega, ya que, sin ir más lejos, el expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández fue condenado a 45 años de prisión tan solo el 26 de junio del año pasado.
EEUU no va a invadir como tampoco se puede mantener indefinidamente este tipo de bloqueo marítimo, por lo demás de alto costo, ya que simplemente no se necesita este tipo de navíos para interceptar droga y si incursiona militarmente va a ser igual que en Irán, de entrada y salida. Por lo demás, es llamativo que en la gran prensa en inglés no ha sido noticia importante en EEUU lo que es un reflejo de la escasa importancia que tiene hoy Latinoamérica.
Pasos que se tenían que dar ya se dieron, además de ser los indicados en la ley estadounidense, como una recompensa intentando que se repita lo de Sadam Husein en Irak, una declaración que Maduro ya no era presidente sino un usurpador, que el gobierno era una narco dictadura del Cartel de los Soles, además se buscó respaldo en otros países, donde en Latinoamérica seis ya lo dieron, pero un bloqueo parcial no significa automáticamente la caída de la dictadura, aunque si se hubiesen dado grandes manifestaciones callejeras probablemente ya habría pasado.
Algunos citan lo que ha ocurrido en Asia, pero Venezuela no es Nepal, pero tampoco es la Albania comunista, por el aislamiento que a veces parece buscar la tiranía. Sin embargo, no se le puede pedir a la gente que se deje matar, pero a cambio se necesita una mayor presencia opositora.
No hay dos transiciones iguales, pero uno de los elementos comunes en todas las exitosas es que se inician cuando la gente pierde el miedo, y ya dos veces los venezolanos lo han demostrado, siguiendo la petición de la lideresa María Corina Machado, en julio se acudió masivamente a votar, como también la mayoría se quedó en su casa cuando Maduro convocó a elecciones en mayo 2025 para el Esequibo, territorio rico en petróleo, pero perteneciente a Guyana. Pero, sobre todo, por parte del régimen, ha predominado la represión.
No hay dos transiciones exactamente iguales, pero si se puede aprender de aquellas donde hubo final feliz, donde siempre ha habido dos elementos que no pueden faltar, la unidad opositora y un protagonismo creciente y ascendente de esta, para que todos, dentro y fuera del país, perciban como se traslada el poder del que se va al que viene. En las transiciones, no son argumentos morales los que definen el éxito, sino en la etapa que se encuentra Venezuela, son más bien aciertos prácticos los que lo logran.
En Venezuela existe claridad en torno a lo que no ha dado resultados en el pasado, del lastre del que hay que desprenderse entre quienes se dicen opositores pero ayudan al régimen, y por donde debe avanzar la siempre necesaria autocritica, la que no debe dirigirse contra personas sino a estrategias y políticas que no han funcionado, para así lograr el gran objetivo que caiga el dictador, pero también la dictadura, ya que, la unidad alcanzada y la existencia de un claro y no cuestionado liderazgo debe servir para que por fin se acabe la narco dictadura, el Cartel de los Soles y el dominio cubano sobre el país.
En las transiciones hay que superar distintos problemas, incluyendo las dudas sobre el futuro de algunos sectores donde aún predomina el apoyo al régimen, como fuerzas armadas, policía, administración de justicia, empleados públicos, empresariado corrupto del régimen, como también se debe neutralizar a los amigos que la dictadura tiene en el extranjero. Para todo eso ayuda que la oposición democrática se presente como lo que es, como el gobierno legítimo, y por lo tanto hacer cosas de gobierno, que Maduro se vea solo.
Sobre todo, que no se note miedo. Algunos ejemplos. De la experiencia de transiciones exitosas sirve rescatar aquellas cuando connotados exiliados han regresado, ya sea en forma clandestina o idealmente en forma pública cuando se pueda, con el objetivo de presentarse voluntariamente ante un juez. Lo que se ha buscado es forzar situaciones que el régimen cree tener controlado como son los tribunales. Cuando ha tenido éxito no ha sido ante la Corte Suprema sino con jueces de primera instancia, y el éxito se mide en que no vayan a la cárcel, sino legitimar la protesta y obtener libertad bajo fianza, aunque sea el inicio de un proceso judicial que probablemente dure más que Maduro.
Ahora, lo más probable que esto vaya acompañado por algo que no ha existido en otras transiciones, como que el gobierno de EEUU, idealmente el propio Trump o Rubio, anuncien desde ya sanciones contra aquellos jueces que se dediquen a reprimir en vez de impartir justicia. A esto se le ha llamado “desobediencia a la dictadura” y mayor impacto tendría si va acompañado por otras acciones, siempre en el sentido de mostrar que ya se trabaja como gobierno. No es por cierto poder dual o territorial, pero ayuda. Además, sentido, ha dado resultado multiplicar actividades que muestren a encargados de áreas temáticas, quizás futuros ministros que sean portavoces de temas como el petróleo, donde además se pueden hacer cosas de impacto simultaneo en Venezuela y en el extranjero, como por ejemplo convocar a una gran Conferencia comercial sobre los planes que existen, por ejemplo, al mismo tiempo en Houston y en Caracas, aun mejor si asisten no solo occidentales, sino también rusos y chinos.
Respecto a ellos, creo que ayudaría mucho que el gobierno legítimo de Edmundo González o representantes de este sean recibidos en Moscú y Beijing, idealmente con mucha publicidad, para hablar de los únicos temas que les interesan, la deuda (todas se pagan) y el petróleo, ya que no van a ir a un conflicto por Maduro, debido a que no hay nada vital para ellos o su seguridad nacional.
Del mismo modo, el tema de la emigración venezolana y las estrategias para el retorno de los que lo deseen puede ser presentado como propuesta de gobierno, paralelamente en Washington y Venezuela, también buscando el mayor impacto posible, que también puede servir para ejercer presión en EEUU considerando los nuevos aires que corren en este tema, con connotaciones que, en muchos casos no han gustado.
Y algo que no debe ser olvidado. Como gobierno in pectore es imprescindible establecer un dialogo sobre temas importantes, que interesen a EEUU y que aseguren que el interés se mantenga después de la caída de Maduro, y como los Estados no tienen amores permanentes, eso debiera incluir más que petróleo y quizás se debiera buscar acuerdos en temas donde no se ha acercado a la Casa Blanca ninguna democracia de la región, a mi juicio ello estaría representado por lo que Ucrania ofreció como aquellos minerales críticos para las nuevas tecnologías que EEUU hoy no posee y de los cuales es dependiente de China, las llamadas tierras raras.
Para los efectos de lo que solo la oposición puede hacer en Venezuela, en algunas transiciones ha ayudado mucho, que se entienda con toda claridad como se va a actuar a partir del día siguiente de la caída de la dictadura, es decir, que tipo de transición se va a tener, y respuestas del tipo que pasa con los empleados públicos o con quienes trabajan, pero no son responsables de instituciones como las electorales o judiciales.
Y un tema donde se esperan definiciones ya que ha estado presente en toda transición, es qué pasa con las instituciones militares. ¿Habrá juicios? ¿Hasta qué nivel? ¿Habrá compensación para las víctimas? Aquí, la falta de definiciones ayuda no a los demócratas, sino a la dictadura, sobre todo, porque hay legislación nacional, pero también internacional, además que no ha habido respuestas únicas. De partida, lo que se ha hecho en transiciones en países que fueron comunistas ha sido distinto a lo que se hizo en Latinoamérica, y en esta región, ha sido diferente en países como Argentina y Chile a lo que se hizo en Brasil o Uruguay. ¿Estará la salida por la vía que el liderazgo chavista sea enjuiciado y condenado por narcotráfico en EEUU? Hay que dejar claro si ello será o no suficiente y de darse, como se complementa.
Lo importante es mantener una ofensiva de deslegitimación total sobre Maduro y la dictadura, y ello se logra haciendo cosas de gobierno, por ejemplo, haciendo aquello que Maduro no puede hacer, como viajar, ser recibido en democracias a nivel internacional. Y si se trata de presentarse como gobierno electo, aquí EEUU puede proporcionar una cobertura diplomática, aún mejor que la que se le dio en años pasados a Guaidó y sus embajadores. Reforzar este camino también traslada el tema de la perdida de relevancia a la dictadura, que se perciba no solo su soledad, sino también su pérdida de importancia.
Lo que nadie puede hacer en vez del liderazgo opositor, es clarificar el tipo de transición que va a haber como también qué se debe esperar del gobierno de González-Machado, ya que este es un factor diferenciador de la transición venezolana, no solo que ya se inició o que tiene una dupla a cargo, sino que actuando como gobierno legitimo desde ya, disminuyen los temores en Washington, en el sentido que el presidente Trump no quiere un compromiso de largo plazo, que es el requisito mínimo que hoy desde la Casa Blanca se le pide a los compromisos como el que ya se asumió en el Caribe y en las costas de Venezuela.
¿Por qué? Porque no solo difiere de otras transiciones o de la manera que Noriega fue derrocado en 1989, ya que es un hecho que junto con el fin del dictador y también de la dictadura, el compromiso militar de EEUU se acaba, ya que no hay que llamar a elecciones ni instalar ningún gobierno, al haber sido todo previamente resuelto por la elección del 28 de julio, toda vez que, instalado el gobierno legítimo en Miraflores, el poder pasa a esas manos, por lo que el compromiso de EEUU puede no continuar a no ser que se le ofrezca un incentivo o Washington vea un beneficio en hacerlo.
EEUU ha dicho que hasta que llegue el día de la caída del dictador, lo que están y seguirán haciendo es “máxima presión”, y si eso es así, habría que pedir que a nivel económico fuera al menos ese nivel de presión, ya que a veces eso no se ha dado como cuando ha trascendido sin desmentido, que alguna vez han existido negociaciones que con relación al petróleo habrían involucrado a Richard Granell, el encargado para Venezuela. Es decir, en vez de cualquier vinculación con la dictadura de Maduro, EEUU debe en lo económico aplicar “máxima presión”, que para mí debiera ser al menos equivalente a lo que fue tan exitoso en ponerle fin al apartheid en Sudáfrica.
En todo caso, existe la duda si la oposición democrática venezolana tiene o ha tenido el tipo de cercanía que con la Casa Blanca o con Marco Rubio debiera tener, ya que lo que ha pasado con algunas decisiones en el tema inmigratorio, da la impresión de que no han sido informadas previamente o no se ha pedido la opinión. Lo que sin duda existe es muy buena voluntad, tanto en la Casa Blanca como en el Departamento de Estado, pero ello no es suficiente para poder influir en la toma de decisiones sobre Venezuela. Lo que hoy EEUU está haciendo con el cerco establecido sobre Venezuela, es una decisión tardía pero exclusivamente pensada para el MAGA, el Make America Great Again, y que hemos explicado otras veces, incluyendo lo que se conoce como la Doctrina Trump para el uso de la fuerza militar, y hoy, se expresa en Venezuela por la incorporación que se ha hecho de la lucha contra el crimen organizado transnacional a la Doctrina de Seguridad Nacional, en directa relación con lo que se ha resuelto para la guerra contra el narcotráfico y la protección del país, pero no hay un compromiso de largo plazo para Venezuela, y tampoco lo ha construido la oposición democrática con EEUU, y recordemos que ello hoy pasa por cuál es el costo y cuál es el beneficio para Washington, dentro de este reordenamiento de prioridades como parte de la lucha geopolítica con China, para seguir siendo la superpotencia en este siglo XXI.
La oposición venezolana aplicó el 28 de julio lo aprendido de malas experiencias anteriores y pudo probarle al mundo el robo que había tenido lugar. Ahora importa extraer lecciones de la experiencia de Guaidó, lo que ocurrió con el apoyo de muchos países, incluyendo el fracaso en la primera administración de Trump cuando se pensó que la dictadura caía el 2020. A ese desgaste probablemente están jugando en Caracas y en La Habana. También se puede aprender de lo que ha sido exitoso y evitando lo que ha fracasado con otras dictaduras, ya que en la etapa final en que se encuentra la tiranía, lo de la oposición democrática no debe ser testimonio moral sino algo tan practico como lo fue ese día, es decir, ganarle a Maduro, pero esta vez ello debe significar ganarle también a la dictadura, ya que, por esa carencia, ese triunfo no sirvió.
Maduro y la dictadura todavía pueden prolongarse, aunque no por mucho tiempo, por lo que la oposición debiera trabajar con escenarios y con fechas, para evitar que en algún momento sea sorprendida por el anuncio que Washington ha decidido reemplazar la vigilancia que hoy es presencial por la satelital y otras tecnologías más avanzadas que EEUU posee y que le aseguran completo acceso a la información.
Por eso es tan importante que se mantenga la confianza en el liderazgo democrático y que este tenga claridad acerca de cómo proceder, el tipo de transición, y acerca de la decisión que ha complicado a todo proceso similar sobre cómo actuar en el tema de las fuerzas armadas, ya que este periodo de indefinición puede prolongarse o reducirse si las fuerzas armadas cumplen con su deber constitucional.
Que la oposición democrática decida actuar como el gobierno legítimo que efectivamente es no es algo menor, sino de la mayor importancia, ya que puede con toda propiedad hacer llamados a los militares para que cumplan con su deber como también reunirse públicamente con oficiales en retiro, toda vez que la dictadura se mantiene por la fuerza, la que puede ser ilegítima como es hoy o puede ser legítima como ocurre en democracia, y la diferencia puede acortar el sufrimiento en vez de prolongarlo, debido a que cuando la fuerza es legítima puede jugar un rol en la resolución de la crisis terminal que hoy vive Venezuela. También es importante lo que pueda decir el liderazgo opositor sobre si van a haber juicios en democracia por el tema de los derechos humanos, como también para el alto mando, por traición, dada la naturaleza y la forma colaboracionista que adquirió la penetración de la dictadura cubana.
Lo cierto es que no se ve fractura en las Fuerzas Armadas, pero la procesión debe ir por dentro, sin poder manifestarse por las dificultades que pone la vigilancia chavista y la cubana, pero por lo mismo, no se aprecia ni arriba (generales) como tampoco abajo (tropa) ni probablemente se va a ver hasta que estalle en algún pronunciamiento militar, que, por ahora, no aparece como tampoco se ve una movilización popular del nivel que haga temblar a la dictadura.
La dictadura hoy es delincuencia organizada transnacional, a la cual no solo se le aplica legislación sobre la democracia sino también la Convención de Palermo de las Naciones Unidas, el Tratado que tiene que ver precisamente con esa camarilla que detenta cual okupa el poder, manteniéndose sobre la base de la represión. ¿Significa lo anterior que no hay nada que hacer y esperar el resultado de la presión de Washington? No. En ningún caso, solo pienso que en forma urgente hay que hacer un cambio de velocidad en la presión que la oposición pueda hacer. Y rápido.
Es lo que falta. El régimen vive en la negación y aislado de la realidad. Es el momento que la oposición de un empujoncito con propuestas muy concretas para todos los actores relevantes, incluyendo un plan con EEUU que asegure que no se va a desinteresar.
Máster y Doctor (PhD) en Ciencia Política (Essex U), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)