Independiente Santa Fe le ganó 2-1 como visitante a Independiente Medellín, en el estadio Atanasio Girardot de esta ciudad, en el partido que definió al nuevo campeón del Torneo Apertura del fútbol colombiano. El encuentro de ida, disputado el martes pasado en El Campín, había concluido 0-0. Así, el León ganó su décima estrella en Colombia y tuvo a Hugo Rodallega a su gran héroe, ya que convirtió el tanto del triunfo cuando estaba lesionado y lloraba de desconsuelo en el campo.
El elenco Cardenal, que dominó el duelo desde el arranque, logró la victoria con goles de Harold Mosquera, a los 32 minutos, y del veterano Rodallega, que festejó a los 79. El equipo local se había puesto en ventaja con un tanto de Francisco Fydriszewski a los 18 minutos.
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Fin del partido y los hinchas de Santa Fe se sintieron, por fin, 10 veces campeones, y qué palabras podían decir: “Aleluya, Rodallega, por fin, yo siempre supe, yo no me lo creo, esto es como un sueño, nos lo merecíamos, venga ese abrazo; gracias, papá; gracias, mamá; gracias, Hugo; como siempre, sufriendo hasta el final. ¿Seguros de que no es un sueño? No, porque ni hemos dormido. ¿Podemos llorar? Lloremos, qué garra tiene este equipo, qué garra tiene Rodallega, qué guerrero, qué león…”, y así, de voz en voz, la manada se fue convenciendo de que la décima estrella era real y suya.
Hugo Rodallega fue su héroe en la final contra el Medellín. Y su momento de gloria fue conmovedor. El partido iba 1-1. Él estaba en una pierna, tenía los ojos húmedos, tenía nostalgia, y rabia, porque sus piernas no daban más y se tenía que ir en cualquier momento; a Rodallega en ese minuto 79 le cojeaba hasta el alma. Recibió la pelota y avanzó, no con sus músculos sino con su corazón. Le tiró el pase a Edwar López, que se creyó Maradona y se abrió camino, arrastró toda la marca y le tiró el pase a Hugo, como quien le dice, esta pelota es tuya, y Hugo pateó con esa alma coja, la pelota fue adentro impulsada además por el grito de toda una afición que desde muy lejos rompió en llanto, llanto de alegría y llanto de ver cómo su goleador rugía herido. Rodallega anotó y soportado en su pierna buena corrió a celebrar. Qué guerrero. Rodallega no nació en este equipo, pero llevaba un león en el corazón.
Medellín, con toda su gente y con toda la presión de ser el local empezó a tejer su gol desde el principio y tropezó con una jauría de leones, el que pasara corría el riesgo de perder una pierna de un mordisco. Chaverra se animó, puso pies en el área y fusiló a Marmolejo, que alcanzó a poner las manos, con el riesgo de perderlas en el impacto. La afición del DIM gritó gol, pero no era. Todavía no. Ya casi. La afición de Santa Fe, mientras tanto y en la distancia, apretó sus camándulas.
Hora de sufrir
Santa Fe quiso reaccionar y demostrar que no solo estaba en la final para defenderse. Mafla se entusiasmó, se fue arriba y dejó un mar a sus espaldas, y los volantes fueron los ahogados, no supieron cómo contener el contragolpe letal. Chaverra inventó una pared de esas que enloquecen, y que confundió a toda la defensa cardenal. Chaverra retomó el balón en sus pies y tiró el centro al área y ahí estaba esperando Fydriszewski, tan campante, que definió con la tranquilidad de un entrenamiento, y gol, 1-0 y locura del Poderoso. Vibró el estadio y todas las montañas. Los cardenales miraron el reloj a ver qué tan grave era el golpe: 19 minutos, decía. No sabían lo que iba a pasar.
Ahí fue cuando Rodallega volteó a mirar a los suyos y pasó revista a ver si sí eran once leones. ¿Estamos completos? ¿Estamos vivos? Sí, capitán. Pues vamos a empatar. Hugo lanzó dos disparos sin fortuna. Los defensas del Medellín rodearon a Hugo para que no hiciera más estragos, pero no contaban con Harold Mosquera. Perlaza hizo un saque de banda, la pelota descendió en el área como si llevara dinamita, Mosquera le puso la cabeza y la mandó a explotar en la red, 1-1 en 31 minutos. Santa Fe estaba vivo. El DIM cuando parece que gana, no ha ganado. El león, cuando parece que pierde, no ha perdido.
En el segundo tiempo los nervios se expandieron por toda la cancha. El Poderoso aceleró con todas sus armas, con todo el aliento de su afición. Pero no definía. Solo los hinchas implicados en la final pueden contar cómo vivieron esos momentos cuando el DIM atacaba con rejuvenecidas energías y el segundo gol no llegaba, y Santa Fe se defendía con su garra y su corazón y con esa fe que llaman santa.
Fue cuando Rodallega sintió el tirón, lloró, sabía que se iba, le llegó la pelota que ya no esperaba, solo él sabe el esfuerzo que hizo para anotar y definir con ese corazón tan santafereño. Cuando el partido terminó los hinchas cardenales se preguntaron, ¿esto es un sueño? No lo es, pero si lo fuera, que no despierten.
La hora del desquite
Rodallega ya había hecho el doblete, estrella y botín de oro, en 2005, cuando era un jovencito lleno de sueños y se coronó con el Deportivo Cali. El año pasado casi lo logra: fue goleador, pero el León perdió la final contra el Bucaramanga. Ahora le llegó el desquite.
“Yo quería hacer una mención especial: estamos seguros que el hincha de Santa Fe, en Bogotá, en cualquier ciudad de Colombia y en cualquier país del mundo, están celebrando y están felices por nosotros”, dijo Rodallega, en declaraciones a Win+ Fútbol.
El máximo artillero de la Liga, con 16 goles, venía golpeado desde antes. Incluso anunció que tendrá que someterse a una cirugía de inmediato. “Desde el calentamiento ya sentía algo en el abductor, le dije al doctor. La idea era no jugar. Pero al final dije, no me salgo, voy hasta el final, de aquí me salgo solo cuando yo diga”, insistió Rodallega.
“Ahora es momento de celebrar, ya vendrá el tiempo para recuperarme. Estoy seguro que me voy a hacer una cirugía en el tabique, el día del choque en el clásico contra Millonarios me fracturé, solo que no quisimos decir nada para poder jugar los dos partidos de la final. Son heridas de guerra. Ahora es tiempo de sacar todo a relucir”, agregó.
En medio del abrazo de su familia, Rodallega puso en duda su continuidad en el fútbol profesional, a pesar de que tiene la posibilidad de seguir y de que los compañeros, que cariñosamente lo llaman ‘viejito’, le insisten para que no se vaya y siga dándoles una mano, ahora que ya son el primer club colombiano clasificado para la Copa Libertadores de 2026.
“Yo les había dicho, no sé si lo voy a cumplir, que quisiera dar un paso al costado para que los jóvenes tengan más oportunidad. Solo que la familia no me ha dejado, mi hijo me dice que no me vaya, que siga luchando. Les dije que si éramos campeones era el momento de retirarme, que viene la Copa Libertadores, que no sé qué. Vamos a ver, por ahora vamos a celebrar”, dijo Rodallega.
El atacante llegó a Santa Fe a mediados de 2023, procedente del Bahía de Brasil, luego de 18 años de carrera en el exterior y de un intento fallido por llegar al América de Cali, el club del cual era hincha cuando era niño. El sueño de volver a levantar un título lo cumplió con una camiseta de color similar, pero en otra ciudad de Colombia.
Con el partido de este domingo, Santa Fe se volvió el club en el que más partidos ha jugado el atacante de El Carmelo: son 117 en todas las competiciones oficiales, uno más que en el Wigan, de Inglaterra. Llegó a 49 tantos oficiales. El de ayer vale oro.