KINGSTON.- El huracán Melissa dejó un rastro de destrucción y muerte a su paso por el Caribe, azotando con especial fuerza a Jamaica, donde las casas sin techo, los postes caídos y los muebles empapados dominaron el paisaje el miércoles. En la isla, murieron ocho personas, mientras que más de 25.000 personas se encontraban hacinadas en refugios y el 77% del territorio permanecía sin electricidad, según informó el gobierno.
Melissa tocó tierra el martes como un huracán de categoría 5, con vientos de hasta 295 km/h, convirtiéndose en uno de los ciclones más poderosos registrados en el Atlántico y el peor registrado en la historia de Jamaica.
Después, se debilitó y avanzó hacia Cuba, pero su impacto devastador se sintió en toda la región. En Haití, las autoridades confirmaron al menos 25 muertos y 18 desaparecidos, mientras que en Cuba más de 735.000 personas fueron evacuadas.
Imágenes satelitales difundidas tras el paso del huracán muestran amplias zonas devastadas, con techos arrancados, carreteras anegadas y barrios enteros reducidos a escombros.
“DEVASTACIÓN”, tituló en mayúsculas el Jamaica Observer en su portada del jueves.
En ese país, los daños fueron “catastróficos”. El primer ministro, Andrew Holness, advirtió que la recuperación “tomará tiempo” y que el gobierno está “completamente movilizado” para atender la emergencia. “Ya se alistan los suministros de asistencia y estamos haciendo todo lo posible para volver pronto a la normalidad”, declaró.
El país en ruinas
En el distrito de St. Elizabeth, al sur de la isla, un deslizamiento de tierra bloqueó las rutas principales en la zona de Santa Cruz, reduciendo las calles a verdaderos barrizales. Los vecinos barrían el agua de sus hogares mientras intentaban rescatar algunas pertenencias. “Nunca había visto algo así en todos mis años viviendo aquí”, dijo la residente Jennifer Small.
El alcalde de Black River, Richard Solomon, calificó la situación como “indescriptible”. “Catastrófico es un término que no alcanza a abarcar lo que estamos observando”, afirmó. El hospital local, las unidades policiales y los servicios de emergencia quedaron inundados e inoperables, sin capacidad para conducir operaciones de rescate.
En el mismo distrito, el superintendente Coleridge Minto confirmó el hallazgo de al menos cuatro cuerpos, mientras que un bebé murió en el oeste del país al caerle un árbol encima, según informó el senador Abka Fitz-Henley.
Los residentes de las zonas más afectadas comenzaron a limpiar escombros al amanecer. El sonido de motosierras y maquinaria pesada se mezclaba con el zumbido de machetes mientras intentaban despejar los caminos. “Ahora no tengo casa”, dijo Sylvester Guthrie, un trabajador de saneamiento de Lacovia, que se aferraba a su bicicleta, la única posesión que le quedaba. “Voy a necesitar ayuda para reconstruir”, agregó.
Sheryl Smith, otra residente, perdió el techo de su vivienda: “Estoy sin hogar, pero tengo que mantener la esperanza porque estoy viva”, señaló.
En el suroeste de la isla, el 90% de los techos de las casas en Black River fueron destruidos, según confirmó Holness. La comunidad fue descrita por el gobierno como “la zona cero” del desastre.
La magnitud de los daños aún no está clara debido a los cortes de energía generalizados y al “apagón total de comunicaciones” en algunas regiones, informó Richard Thompson, director interino de la Oficina de Preparación para Desastres y Gestión de Emergencias.
Ayuda internacional y reconstrucción
El ministro de Transporte, Daryl Vaz, anunció que dos aeropuertos reabrirían exclusivamente para recibir vuelos de ayuda humanitaria. Brigadas distribuyeron agua, comida y productos básicos, mientras agencias de Naciones Unidas y ONG preparaban operaciones de socorro. “La devastación es inmensa”, subrayó Vaz.
Desde Estados Unidos, el secretario de Estado, Marco Rubio, informó que equipos de búsqueda y rescate serían enviados para asistir en las labores de recuperación en el Caribe.
El aeropuerto internacional de Kingston, la capital, reabriría este jueves tras haber sufrido daños menores. La ciudad, ubicada al sureste, se libró de los peores efectos, a diferencia del resto del país.
Un golpe económico histórico
Los expertos advierten que Melissa tendrá un impacto duradero. La empresa meteorológica AccuWeather estimó que los daños y pérdidas económicas podrían alcanzar 22.000 millones de dólares, una cifra que podría tardar más de una década en recuperarse.
En Montego Bay, Alfred Hines, de 77 años, caminaba descalzo entre el barro espeso y los escombros. “En un momento dado, el agua me llegaba al cuello”, contó. “Sólo quiero olvidarlo y que las cosas vuelvan a la normalidad”.
Mientras Melissa continúa su trayectoria hacia las proximidades de Bermudas como huracán de categoría 2, los jamaiquinos enfrentan una lenta y dolorosa recuperación. Como resumió el primer ministro Holness, “Jamaica se levantará, pero lo que hemos vivido quedará en nuestra memoria por generaciones”.
Agencias AP y Reuters

