A sus 62 años, Martin Schmidtt vive en una casa autoconstruida junto al mar en El Puertito, al suroeste de Tenerife, tras haber abandonado su vida en Heidelberg, Alemania, donde trabajó más de cuatro décadas como mecánico.
“Trabajé en Alemania durante 41 años. Trabajé y tuve una crisis nerviosa, la verdad, y luego decidí cambiar algo en mi vida. Entonces encontré este lugar. Cambié mi vida por completo”, explicó el hombre al diario británico Express.
Motivado por una necesidad de bienestar físico y mental, Martin se instaló en una de las últimas zonas naturales que sobreviven a la presión urbanística en la isla. Allí ha levantado su hogar con materiales reciclados, adosado a una caravana, y con infraestructura básica: fontanería, baño con ducha, jardín, dormitorio y sala-comedor. “Lo hice yo mismo”, afirmó.
Una vida sencilla: “Ya no tengo estrés”
Desde que llegó a Tenerife, Martin asegura haber dejado atrás el insomnio y los medicamentos. “Estuve muy enfermo (en Alemania). Dormía tres o cuatro horas cada noche y tenía que tomar algunas pastillas para el cerebro”, confesó.
“Ya no tomo pastillas. Puedo dormir ocho horas, sin medicamentos ni nada. Estoy muy sano. Ya tengo 62 años, la mayoría de la gente no lo cree”, explicó. Puedo ir caminando a la playa y dedicarme tiempo a mí mismo”, agregó.
“La mayor parte del tiempo estoy solo. Mis vecinos y amigos me visitan. Es una comunidad agradable”, añadió. Su vida en El Puertito gira en torno al cultivo de alimentos, el uso de un tanque compartido para obtener agua y la observación de una palmera cercana que le sirve para medir si el viento le permitirá ir a nadar.
Calcula que unas 50 personas viven en su entorno más cercano, y que cerca de 300 más habitan la zona costera, entre ella muchos residentes canarios. En conjunto, comparten espacios, tareas, mejoras habitacionales y, sobre todo, una filosofía de autosuficiencia y vida tranquila.
“Este es uno de los últimos parajes naturales que quedan en Tenerife. Ya no se encuentra nada parecido en Tenerife. Ha cambiado por completo”, declaró.
Precios inasumibles y turismo desbordado
“La isla está llena. Hay demasiado tráfico”, advirtió Miko, un residente canario de 47 años y vecino de Martin que también ha optado por levantar su vivienda en esta zona. “Respetamos la naturaleza. No queremos que esta gente construya hoteles por todas partes. Nos merecemos el lugar”, señaló.
El encarecimiento de la vivienda es uno de los ejes del malestar. “Los pisos en Canarias están fatal. Son muy caros porque los turistas pagan todos los precios de las vacaciones. El trabajador canario medio no puede pagar ese precio”, denunció Martin.
En un contexto donde las vacaciones están a la vuelta de la esquina, los lugareños y expatriados no pueden alquilar porque los propietarios de las casas prefieren ofertar sus casas para la gente que busca veranear en Tenerife.
“En esta época es muy caro encontrar alquiler. Todo el mundo alquila para las vacaciones, nadie alquila para la gente de aquí; ese es el problema”, sentenció Miko.