Cuando en 1987 Juan Alberto Badía llegó a la pantalla de Canal 13 con Imagen de Radio, nunca pensó, o tal vez sí, que su idea, décadas después, y en otro siglo, seguiría más vigente que nunca, uniendo dos medios completamente distintos entre sí para revelar, en vivo, la magia del más antiguo de ellos.
Imagen de radio ocupó originalmente las mañanas televisivas, reservadas hasta ese momento para infantiles y animaciones. Se trataba de un horario poco explorado en ese momento por programas para adultos, pero debido a cortes de luz de la época, por la crisis energética, y las reducciones de las emisiones de televisión, se trasladó a la tarde (19 horas) y luego ya a la medianoche, horario en el que se mantuvo hasta su final en ATC, en 1990. Luego el ciclo tuvo otra etapa, diferente, con algunos cambios, en la televisión por cable. Esta etapa duró tres años, desde 1995, en el que se lo veía en diferentes horarios y con la señal Siempre Mujer su principal casa.

Badía estaba acompañado por un gran equipo: coconducían Silvina Chediek, María Esther Sánchez, y Luis Fuxan, a los que luego se sumaron Adolfo Castelo, Enrique Wolff, Dardo Ferrari, Luisa Delfino, Alan Pauls, José Ricardo “Pepe” Eliaschev y Carlos Beillard, entre otros, quienes respondían a una dinámica similar a los envíos periodísticos radiales. En el centro del estudio, un micrófono desde el techo le permitía a Badía, casi a oscuras, dar la bienvenida a cada programa, mientras que en sillas o tras un escritorio se disponía el resto del equipo, quienes interactuaban con el conductor y hablaban sobre su especialidad.
Su cortina musical, icónica, contaba con la interpretación de Rubén Rada y Patricia Sosa, y fue creada por Sergio y Fernando Puppo, abriendo el juego a las recordadas palabras de Badía -“Podrán decir que soy un soñador, pero no soy el único”- para que luego Sánchez reforzara el núcleo del programa con la frase “espíritu de radio, imagen de televisión”.
Imagen de radio conjugaba la imagen y el audio, claro, y así posibilitaba ver en vivo y en directo a sus protagonistas, como también la interacción con oyentes y las publicidades leídas en el momento preciso. Hoy el streaming no está lejos de esta fórmula, pero manejando otro discurso, menos formalidad y recurriendo a la improvisación constante.
“Sin estridencias, pero con mucho entusiasmo, y con un clima sensacional para la trasnoche”. Así se promocionaba durante el día el programa, que con el tiempo sumó entrevistas y números musicales, con participaciones soñadas como las de Laurie Anderson, Julio Bocca, Los Jaivas, Soda Stereo, por nombrar sólo algunos, y el desfile de personalidades de la cultura, el deporte y la política. Todos pasaban por Imagen de radio.
“Yo venía de hacer El Espejo, lo primero que hice en televisión, sin ninguna experiencia. Luego hice un programa que duró unos meses, llamado Libremente, producido por Roberto Monfort. Pero yo no me había ni preparado, ni estudiado, ni nada, y Juan me dice que va a hacer un programa en el que quiere reproducir el espíritu de la radio en la televisión», recuerda Silvina Chediek en diálogo con LA NACION. “Juan me explica que quiere que yo forme parte, que va a estar Luis Fuxan, un gran locutor que era la voz de Canal 13, y María Esther Sánchez, una gran locutora que ya había trabajado con él en otros proyectos. Me cuenta que va a haber micrófonos de radio, uno en el centro y alrededor, bueno, esa mesa. No se manejaba en ese momento la palabra ‘panel’, ni ‘panelista’, mucho menos se podía soñar que un día iba a haber algo parecido a esto llamado streaming”.
“Él me explica que no hay que mirar a cámara, y yo muy obediente, no miro a cámara, me presto a su juego… Pero los demás no le hacían mucho caso, con lo cual yo parecía loca, o sea que al cabo de un tiempo yo también miraba cámara y todos mirábamos a cámara, o la cámara nos buscaba”, sigue la periodista y conductora.

“Yo había empezado a escribir columnas que tenían que ver con lo cotidiano, con la vida de todos los días. Estas columnas podían ser también sentimentales, muy amorosas, donde se hablaba de vínculos, y eso le gustaba a Juan. Entonces, mi rol en Imagen de radio era ese, leer las columnas en cada programa”, cuenta Luisa Delfino, otra de las integrantes del programa. “Era un grupo maravilloso. La idea era que la radio que estuviera presente además en imagen. A mí me parece que lo logró, y el clima de trabajo era fantástico. A veces, al terminar el programa, nos íbamos todos en general a un bar que no recuerdo el nombre, en Belgrano”, recuerda.
En deportes, se destacaba Enrique “Quique” Wolff, quien también rememora su paso por el ciclo y comparte una anécdota para LA NACION: “Hablar de Imagen de radio es hablar de algo demasiado importante, porque ahí estaba ‘Beto’ Badía. Fue para mí un placer y aprendí mucho de él. Me acuerdo que un día llegó y dijo: ‘Bueno, hoy muchachos les pido silencio, atiendan todo lo que va a suceder porque viene Joan Manuel Serrat. Ustedes están ahí, obsérvenlo pero no lo molesten’. Le dijimos que así lo haríamos. Vino Serrat, y cuando termina el programa nos levantamos todos de la mesa y fuimos a saludarlo; cuando voy a abrazarlo me dice: ‘Hombre, lástima que eres del Real Madrid, yo del Barcelona’. Nos pusimos a hablar de fútbol y Badía nos miraba con una cara como diciendo ‘mirá lo que me perdí’. Imagen de radio ha sido uno de los lugares donde aprendí mucho acerca de esta profesión tan linda que es la del periodista. Uno querría tenerlo al lado, al Beto para decirle gracias, gracias siempre”.

Por su parte, María Esther Sánchez suma: “Fue un programa con contenido, con contenido con mayúscula. La idea de Juan Alberto era llevar la radio a la televisión. Y el contenido era la radio, música, espectáculos, humor, reflexiones, invitados, la famosa tanda, el show de la tanda hecho en vivo por los estudiantes de locución. Se me llena el alma de agradecimiento y de buenos recuerdos hacia Juan por ser el mentor, el ideólogo, esa mente pensante todo el tiempo, con una gran creatividad. Y luego su buen humor, su don de gente, el respeto, el vocabulario de todos”.
Chediek se suma al recuerdo de Badía: “Juan Alberto brillaba y dejaba brillar, era todo lo contrario de un ‘pisabrotes’; era una persona que al hacernos producir a nosotros, brillaba más él y no al revés. Es decir, su generosidad, su dejarnos ser, a cada uno la producción nos daba cosas para decir, para aportar, digamos. Y no quiero dejar de nombrar a Marisa Badía, la hermana de Juan Alberto, una productora increíble. Fue una fiesta que duró años”.
